Las “instituciones educativas” (que así se llaman) reciben dotaciones económicas para mantenimiento, y también víveres para dar a los niños el desayuno escolar y si se puede el almuerzo (es el programa Kali warma). ¿Quién controla esos fondos? Debería ser la Asociación de Padres de Familia junto con el profesor, pero en la práctica son los profes los que manejan todo, con los consiguientes desastres: desvío de fondos, alimentos que desaparecen, compras de materiales que nunca llegaron… Nelson, uno de nuestros animadores, cuenta que una vez fue a la UGEL a reclamar justificaciones de gastos y le mostraron una factura firmada por él… ¡que nunca había firmado!
Para que las familias accedan al programa
“Juntos” (ayuda social del gobierno), uno de los requisitos es que los niños
tengan completa su asistencia a clase. De modo que los alumnos faltan (un 48%
de absentismo escolar en nuestra región, el más alto del Perú), pero el profe
les rellena el casillero de asistencia y así los papás y mamás no reclaman
cuando él se ausenta o roba. La
corrupción es pues un trabajo en equipo que suma complicidades donde todos
ganan… menos los niños.
Y esto es lo más triste. De hecho los resultados de la evaluación de la
calidad educativa sitúan al Perú a la cola de América latina. No me
extraña, cada día lo corroboro con la experiencia. No sé si habrá un país del
mundo donde se pierda más tiempo de clase; no recuerdo haber visitado jamás un
colegio en el que, sea la hora que sea, no haya alumnos por el patio, paseando;
o ensayando desfiles, festivales, campeonato de fútbol o serenata de la fiesta
del aniversario. Y claro, muchos muchachos de cuarto o quinto de secundaria no
saben leer ni escribir correctamente y precisan a veces de varios años en
academias para poder ingresar a la universidad. Pero ese es otro negocio.
Creo que sí hay solución y ha de comenzar,
por supuesto, por los maestros. Hay
gente muy buena, con cualidades y vocación de verdaderos educadores. Hay
que ayudarles, subirles decididamente el sueldo, motivarles y acompañarles,
especialmente en zona de frontera, donde todo se hace más duro. Por otra parte,
el gobierno debería hacerse mirar los mecanismos de administración de los
recursos materiales y humanos, para evitar trampas y buscar la eficiencia; adjudicando
las plazas por concurso público de méritos (oposiciones), por ejemplo. Y dedicar más dinero a la partida anual de
educación; así de claro: gastar mucho más y mejor.
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