martes, 9 de abril de 2019

CONCHAS DE CARACOL VACÍAS 2a parte


Las “instituciones educativas” (que así se llaman) reciben dotaciones económicas para mantenimiento, y también víveres para dar a los niños el desayuno escolar y si se puede el almuerzo (es el programa Kali warma). ¿Quién controla esos fondos? Debería ser la Asociación de Padres de Familia junto con el profesor, pero en la práctica son los profes los que manejan todo, con los consiguientes desastres: desvío de fondos, alimentos que desaparecen, compras de materiales que nunca llegaron… Nelson, uno de nuestros animadores, cuenta que una vez fue a la UGEL a reclamar justificaciones de gastos y le mostraron una factura firmada por él… ¡que nunca había firmado!

Para que las familias accedan al programa “Juntos” (ayuda social del gobierno), uno de los requisitos es que los niños tengan completa su asistencia a clase. De modo que los alumnos faltan (un 48% de absentismo escolar en nuestra región, el más alto del Perú), pero el profe les rellena el casillero de asistencia y así los papás y mamás no reclaman cuando él se ausenta o roba. La corrupción es pues un trabajo en equipo que suma complicidades donde todos ganan… menos los niños.

Y esto es lo más triste. De hecho los resultados de la evaluación de la calidad educativa sitúan al Perú a la cola de América latina. No me extraña, cada día lo corroboro con la experiencia. No sé si habrá un país del mundo donde se pierda más tiempo de clase; no recuerdo haber visitado jamás un colegio en el que, sea la hora que sea, no haya alumnos por el patio, paseando; o ensayando desfiles, festivales, campeonato de fútbol o serenata de la fiesta del aniversario. Y claro, muchos muchachos de cuarto o quinto de secundaria no saben leer ni escribir correctamente y precisan a veces de varios años en academias para poder ingresar a la universidad. Pero ese es otro negocio.

Creo que sí hay solución y ha de comenzar, por supuesto, por los maestros. Hay gente muy buena, con cualidades y vocación de verdaderos educadores. Hay que ayudarles, subirles decididamente el sueldo, motivarles y acompañarles, especialmente en zona de frontera, donde todo se hace más duro. Por otra parte, el gobierno debería hacerse mirar los mecanismos de administración de los recursos materiales y humanos, para evitar trampas y buscar la eficiencia; adjudicando las plazas por concurso público de méritos (oposiciones), por ejemplo. Y dedicar más dinero a la partida anual de educación; así de claro: gastar mucho más y mejor.

Lo escribo y siento que el asunto no es tan simple. Tiene que ver más con un cambio cultural, abandonar el compadreo, la informalidad y la famosa “viveza” peruana; creer en el valor del trabajo bien hecho y del cumplimiento del deber en favor del bien común y no solo del interés personal, etc. Para ello se comienza, sin duda, por una educación seria y con sustancia, no perdida en programaciones, burocracia y desorden. De lo contrario, la escuela es mero medio de reproducción de una sociedad hastiada de desigualdad y corrupción. 

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