El paludismo o malaria es una enfermedad
endémica en el Yavarí y el Bajo Amazonas, es decir, presente y habitual a causa
de las aguas estancadas y la humedad de la zona. La transmite la hembra del Anopheles, un zancudo de hábito
crepuscular que ataca descaradamente y, como no te pongas calcetines, zapatos
cerrados, pantalones y manga larga (si la aguantas) te saca el ancho y pasas a engrosar el 56 y pico por ciento de la población que en nuestro distrito sufrió
este mal el año pasado.
A pesar de que
hay una campaña estatal llamada “Malaria Cero”, como siempre la gente de las
comunidades alejadas las pasa canutas para luchar contra esta plaga. Hay
lugares donde un técnico fue enseñado
a hacer la “prueba rápida”: una muestra de sangre colocada en un plástico que
contiene un reactivo y que da una idea aproximada de si hay malaria y de qué
tipo es (Vivax, Falciparum y Malariae
son los que hay por acá). Al afectado se le da el tratamiento correspondiente a
lo que se supone que tiene, y luego los técnicos
deben bajar cada cierto tiempo a Islandia para que les repongan los remedios. Entre viajes, días fuera, diagnósticos
errados y muestras mojadas se multiplican cuadros de fiebre, diarreas
descomunales, dolores articulares, horribles cefaleas…
El único método eficaz para detectar el
paludismo es la “gota gruesa”: una
muestra de sangre extraída en el pico de fiebre se tiñe con Giemsa o azul de
metileno y se observa al microscopio; se localizan los parásitos y se cuentan
por campos para determinar la especie y la magnitud de la invasión, y
prescribir así el tratamiento adecuado. Es un procedimiento sencillo aunque
laborioso, que puede realizarse en el campo pero requiere contar con el equipo mínimo, y en especial con un microscopio.
Y este es el quid de la cuestión.
En Pueblo
Alegre hay dos promotores de salud formados en el ejército para hacer esta
prueba, pero ¿cómo conseguir un microscopio? Nos invitaron a visitarles y nos
solicitaron apoyo. Al toque hicimos
aquella misma noche cartas dirigidas a varias entidades, pero yo sabía que la
que era para Cáritas de Valencia del Ventoso iba a hacer diana, porque la fibra
solidaria de mi pueblo es inmensa. El aparato resultó más costoso de lo
previsto porque lleva un accesorio que permite trabajar con la luz del sol y sin
necesidad de la red (en estos lugares no hay electricidad), de modo que también
colaboraron la Hermandad del Silencio de
Zafra y mi amiga y óptica Loren Molina.
El microscopio, un Olympus CX23, ya lo
tienen las autoridades de la comunidad
de Pueblo Alegre. Ahora Jehú y Olmer, los promotores, se capacitarán en
el centro de salud de Islandia durante ¡tres meses! para que aprendan a
utilizar eficazmente el instrumento, cosa que no es evidente: a menudo se requieren horas de paciente y
minucioso examen de las muestras hasta dar con el bicho retratado. Durante
todo el tiempo de su instrucción y práctica la municipalidad colabora brindándoles
hospedaje y alimentación. Todos los logros, aunque sean pequeños, son trabajos
de equipo.
Este
compartir permitirá a la pobre gente del Yavarí sufrir menos, vivir mejor y en
algunos casos no morir antes de tiempo, que es el estigma de la miseria. Porque la malaria es muy mala (como su nombre indica), y lo digo
por experiencia: la última vez fue hace un par de años y me dejó hecho
mazamorra. Además te pone muy triste, como si resucitara momentáneamente todos
tus particulares espectros para deprimirte… Por eso gracias de corazón en
nombre de Pueblo Alegre, que podrá hacer honor también a su nombre.
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