sábado, 20 de abril de 2019

"PARECE QUE LLEVAS ACÁ MÁS TIEMPO"


- ¿Cuántos años llevas en el Vicariato, padre?
- Dos.
- Pues parece que llevas más tiempo.
- …

No me acuerdo exactamente de quiénes, pero dos o tres misioneros del Vicariato coincidieron haciéndome este comentario últimamente. Me recordó a algo que me dijo Antonio Herrera, salesiano en Togo, uno de los primeros veranos que pasé allí siendo estudiante: “Parece que amas África antes de conocerla”. De los mejores piropos que me han echao nunca.

La primera noción que tuve del Vicariato fue por internet. Navegando, supongo que atraído por el gusanillo de las misiones en los años de Santa Ana, me topé con la página web de San José del Amazonas. Miré el mapa, las imágenes de la selva, los rostros de los misioneros que ahora son mis compañeros, y pensé: “Madre mía, pero esta gente ¿cómo pueden? Todo el día yendo en bote por esos ríos…”. Lo pienso ahora y me hace gracia: cómo iba yo a sospechar ni por un momento que acabaría aquí.

Pero sí, este es mi sitio. Lo supe el primer día que puse el pie en Punchana, y eso que apenas llevaba cuatro meses en el Perú y estaba llegando a la diócesis de Chachapoyas y comenzando mi misión en Mendoza; luego fui a Indiana, escuché los cantos en kichwa de la toma de posesión del obispo Javier, vi a los danzantes con vestimentas indígenas, entré en la maloka… “No puede ser, pero si acabo de empezar en otro lugar” me decía a mí mismo, pero era irremediable. El Vicariato estaba en mi corazón desde antes de conocerlo.

Cuando ya vine, mi compromiso fue con todo el territorio, disponible para ir a cualquier lugar. El viaje que hice los primeros meses a la mayoría de los puestos de misión, el CEFIR en Aguarico y también el trabajo de ordenar el archivo vicarial me ayudaron a tener un conocimiento inicial bastante completo de la historia y el presente de esta familia misionera. Conversé mucho con los rukus, los más veteranos y expertos, acribillé a preguntas a Domi. Creo que hoy por hoy puedo decir que tengo el Vicariato en mi cabeza, en  lo que es posible en solo dos años.

El Nuncio Apostólico en el Perú nos visitó
el último día de la Asamblea,
¡y cómo disfrutamos con él!
De pronto me vi metido como “por casualidad” en tareas de coordinación de la Asamblea, y se me pidió asumir responsabilidades vicariales como la del área de Animadores. Para mí es natural, porque siento una disposición al servicio del Vicariato entero; yo lo llamo “vocación al Vicariato”, y es un interés que se expande más allá de mi puesto de misión, un deseo profundo de que nuestras estructuras pastorales sean eficientes, los misioneros estén más acompañados, llegue más personal en nuestra ayuda, etc.

En la pasada Asamblea me daba cuenta de que un montón de gente me preguntaba dudas sobre horario, trabajo, funcionamiento… Yo no era el coordinador general, pero es cierto que el diseño de la metodología de evaluación y programación lo craneó un servidor. El resultado fue un magnífico objetivo general para este año: “En camino sinodal, fortalecer nuestro Vicariato de San José del Amazonas, para que sea Iglesia en salida, comprometida con la defensa de la vida, la cultura y la tierra, a la luz de la Palabra de Dios, mediante la formación y la interculturalidad”. Toma ya. Y los lineamientos qué: 1/ Caminar juntos con los pueblos indígenas y amazónicos. 2/ Formación integral y permanente de misioneros y agentes pastorales.

Como es habitual, nos hemos sacado el ancho o dado una paliza en la Asamblea Vicarial, pero se hace descansadamente porque me apasiona este servicio de ayudar a soñar juntos un rostro cada vez más amazónico para nuestra Iglesia. Amo el Vicariato, esta tierra, estas gentes, estos compañeros de camino, nuestro pasado hecho de entrega heroica, las heridas y el “hoy de Dios”. Creo en el futuro y me veo en él poniendo alma y vida.

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