En lo que va de año 2016 llevamos un total de seis derrames de petróleo en Perú, cinco de ellos en nuestra Amazonía. Un triste récord si consideramos que en los últimos seis años han ocurrido un total de 17 vertidos similares:
un escándalo ambiental de primera magnitud en pleno pulmón de nuestro planeta.
El oleoducto Norperuano es la conducción de
petróleo más larga del Perú. Se construyó en 1974 para transportar el
crudo desde el departamento de Loreto cruzando los Andes hasta la costa en
Bayóvar, departamento de Piura, con un total de 1106 km hacia el
oeste. Según Petro-Perú,
el oleoducto no ha recibido mantenimiento en
los últimos 16 años y, como consecuencia, se han generado 73 fallas
(puntos con pérdidas de espesor superiores al 70%). Se trata de una
irresponsabilidad que ha de ser enérgicamente denunciada y de la que deberán
dar cuenta los culpables.
La cronología en un flash es así:
- Enero: más de 2000 barriles de petróleo crudo se derramaron
a la altura del kilómetro 441 del Oleoducto Norperuano en la zona de Chiriaco
del distrito de Imaza, Amazonas. La emergencia impactó en sembríos de
cacao y en las aguas de la quebrada Inayo. 1900 afectados en total.
- Febrero: derrame en Morona, Loreto. 1000 barriles
derramados y 2543 afectados según Defensa Civil. El derrame dañó la
infraestructura agropecuaria, causó pérdidas de cultivos y estragos en
servicios básicos de agua, centros y postas de salud, entre otros.
-Junio: derrame en Barranca, Loreto. 600 barriles y 950 afectados.
- Agosto: En el malecón costero de Ilo (Moquegua)
se registró un derrame de petróleo que causó la muerte de varias especies
marinas. Según la Municipalidad Provincial de Moquegua, entre las especies
afectadas se encuentran los lobos marinos, el erizo de mar, estrellas de mar y
otras.
- Agosto: comunidad Nueva Alianza, distrito de Urarinas,
en la provincia y región Loreto. 3473 metros cuadrados fueron
afectados por la primera fuga de crudo ocurrida en el kilómetro 54-200.
Mientras que en el kilómetro 55-500 fueron 952 metros cuadrados los que
resultaron contaminados.
- Septiembre: nuevo derrame de petróleo del Oleoducto
Norperuano en el kilómetro 64 del Tramo I, distrito de Urarinas (cerca de la
comunidad Monterrico, a 9.5 km. de la comunidad Nueva Alianza), en la
Región Loreto.
Como es habitual, los afectados son los más pobres. El petróleo malogra sus chacras y sus ríos, truncando sus medios de supervivencia y obligándolos sin remedio a consumir agua y alimentos contaminados que producen graves trastornos en el organismo humano. El Papa habla de ello en Laudato Si nn. 21, 25, 29 y 30.
La revista SIGNOS del Instituto Bartolomé de las Casas muestra testimonios desgarradores:
SARA VÁSQUEZ SILVA, MADRE DE FAMILIA: “La salud aquí en Cuninico está muy grave por la cosa del derrame, acá la economía toda está en crisis, más que todo los niños están enfermos. Tienen dolor de estómago, tienen alergias, tienen calambres, tienen vómitos. Antes del derrame no existía eso. La causa es que comen el pescado, el pescado está contaminado, bien contaminado de petróleo. También el agua. Se bañan los niños y salen con alergias, comezones, con dolor de estómago […]”.
FLOR DE MARÍA PARANÁ: “Nuestros hijos lloran de hambre y de sed, como madres estamos preocupadas qué darles de comer, nosotros esperamos que llueva desesperadamente, corremos para recoger, para juntar el agua para tomar”.
Los habitantes de las comunidades afectadas piden legítima y urgentemente al estado:
1) Un estudio del agua y de los peces de la zona.
2) Análisis médicos exhaustivos y atención de calidad.
3) Una planta de tratamiento de agua potable
y 4) Alimentación interculturalmente adecuada a todas las comunidades nativas perjudicadas, mientras no se tenga certeza científica de que el consumo de pescado no pone en peligro la salud y la integridad física de las personas.
Desde aquí nos unimos a estas reivindicaciones. Y reclamamos también que estas tragedias ambientales no desaparezcan de la actualidad periodística, ni de las agendas de las autoridades (gobierno central, congresistas, gobernadores regionales, alcaldes...), ni mucho menos de nuestra sensibilidad como habitantes de la Tierra y como cristianos.
El Papa Francisco, en los nn. 216-221 de Laudato Si nos invita, por el contrario, a una auténtica conversión ecológica*, porque si nos hemos quedado pasivos, entonces necesitamos ser
convertidos. Nuestro encuentro con Jesucristo debe mostrarse en nuestras
relaciones con el mundo que nos rodea. Vivir la vocación de ser protectores de
la obra de Dios es parte esencial de la vida cristiana. Una auténtica conversión supone examinar
nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la creación de Dios con
nuestras acciones y con nuestra inacción.
El Papa sigue: Primero, necesitamos Gratitud por todo lo que Dios nos ha
dado; y Gratuidad, es decir, generosidad hacía los demás. En segundo lugar,
recordar que estamos unidos con todas las demás criaturas. No contemplamos las
cosas desde afuera sino desde adentro y con todos los seres. Finalmente, cuando
nos dejemos convertir, va a crecer nuestra creatividad y entusiasmo. Si los desiertos exteriores se multiplican en el mundo es porque se han extendido los desiertos interiores (LS 217). Pidamos al cielo que llueva agua pura en nuestros corazones y en nuestra mamá Tierra.
* Lo tomamos de: Comisión Episcopal de Acción Social, Laudato Si. Versión popular, Lima 2015
Para saber más: