El pueblo en el que vivo, los pueblos que atiendo, son pueblos muy pequeños. Eso al principio puede resultar un poco pintoresco, pero a estas alturas, pasado el arreón inicial y con la soledad de las noches de invierno mordiendo, hay que aceptarlo.
En mi pueblo no se puede comprar el periódico, ni otras muchas cosas.
En mi pueblo hay 99 niños en el cole, al menos hay cole; en el Valle hay 15 niños.
En mi pueblo no hay dónde comer a mediodía; aunque hay 4 bares.
Sí se puede jugar a la Primitiva, pero las calles están a menudo desiertas y silenciosas.
Hay un policía municipal, un médico de 8 a 3 y una praticanta.
No se ven grandes casas con escudos; mi pueblo tiene el término municipal más pequeño de Extremadura... no hay grandes capitales, ni muchas cabezas de ganado.
El belén de la Iglesia es pequeñito, en el Valle están las figuritas rotas, son de escayola, antiguas, hechas a mano...
No tenemos casi tesoros de madera o metal, cálices, retablos, casullas o arcos.
Las fuentes tienen el letrero de "agua no potable".
En mi pueblo el reloj de la espadaña de la iglesia (no hay torre) va hoy tres minutos adelantado.
Pero la tienda de Teo tiene de todo, y huele a jamón; y por si acaso hay mercadillo los martes y los viernes.
En mis pequeños pueblos hay mucha gente mayor, mucho silencio y muchos días de niebla.
Hay pocos coches pero se llega a todos sitios andando en un momento... bueno, si es que no te para todo el mundo por la calle. ¡Hay mucho aparcamiento!
En mi pueblo no hace falta ponerle a las cartas la dirección porque Lolo, el cartero, conoce a todo el mundo; ni se llega a mi casa porque sabe que a las horas de reparto no estoy, así que le deja el correo a mi vecina Josefita.
En mi pueblo para localizar al herrero aviso a su vecina, que lo avisa y él me llama.
No he logrado todavía pagar una sola cerveza... ¡de momento siempre me invitan!
En mi pueblo hay un gran pino rodeado de azulejos, y si andas tres minutos te ves en medio del campo, disfrutando de unas vistas bellísimas y de un aire limpísimo.
En mi pueblo no se ve nunca bien la TDT, vamos a misa 8 personas los días de diario y, por no haber, no hay ni cobertura para el móvil.
Es una gozada ser cura de pueblos pequeños, y me tengo que adaptar.