La imagen de la izquierda, 19 de septiembre, San Juan Bosco en Mérida. Cuando, en "El club de los poetas muertos", se acercan los alumnos a las fotos de sus antepasados en aquel colegio, creen escuchar susurros ("caaarpee... dieeemm..."). Me aproximo a la urna y Don Bosco me dice en un un murmullo quedo: "los jóvenes, los jóvenes... Ocúpate de ellos y de nada más... Ellos no son el campo de batalla donde dirimir vuestras inmadureces afectivas... con vuestros chiringos a modo de auto-monumentos de pacotilla... Quiérelos por encima de todo, por encima de pedagogías, movimientos, carguitos... Quiérelos más incluso que a los valores que deseas transmitirles... Recuerda tu vocación: ¡los jóvenes!". La pasión por los jóvenes, la mística, forma pate de lo propio mío, del ADN de mi vida, y es algo irrevocable, que resiste a los cambios.
A a derecha un par de días más tarde, el sábado 22, la ex-delegacion de Pastoral con Jóvenes comiendo en la plaza de los Alféreces justo después de concluir su servicio de seis años. Un trabajo excelente, original y auténtico, creador de comunión, de iglesia de todos en la que cabemos todos. Aunque falta Ale, en torno a esa mesa hay mucha pasión, muchas horas de vuelo, mucha calidad y gran sabiduría en la tarea de la pastoral juvenil. Gran conocimiento interno, vivido y compartido, de los jóvenes, de cómo tratarlos, con qué lenguaje dirigirse a ellos y con qué sintonía intentar quererlos.Todo ese bagaje, esa experiencia, esa competencia... no puede perderse, seguiremos ardiendo por los jóvenes, creyendo en ellos y encontrándonos con Dios, que nos espera en ellos. Que nadie lo dude.
"Da mihi animas, caetera tolle" es la leyenda de la urna de Don Bosco: "Dame las almas y quédate con lo demás"; dame a los jóvenes y solo a los jóvenes, porque en toda esta historia están y estarán en el centro, porque solo ellos importan. Nadie nos los podrá quitar.