Mami, hoy es tu día, tu 80 cumpleaños… Lo hubiéramos
celebrado y tú nos habrías reconvenido con fingida indignación cada vez que
mencionáramos “esa pila de años”. En cambio, solo han pasado cuatro meses desde
que te has ido, y me parece una insoportable eternidad…
Te echo de menos, pienso en ti cada día, la soledad que
siento se ha precipitado a una dimensión desconocida, más radical, más
dolorosa. Hay momentos, en la hora oscura y serena de la madrugada, en que te
presiento, acá, conmigo, en mí. Regreso a otros llantos cuando era niño o
adolescente, y mi vulnerabilidad te necesita para escucharte decirme que soy
grande, que soy fuerte, que puedo volar solo.
Te quiero, y espero que cada vez que te lo digo te llegue y
ensanche tu sonrisa y tu descanso. Mi amigo Morke me envió el otro día este
enlace con el último movimiento de la 2ª sinfonía de Mahler, que se titula “Resurrección”.
Una maravilla que me despierta lágrimas de esperanza; y es mi regalo para ti.
Soy tu hijo, por mí has luchado, me has amado, y te
pertenezco para siempre, como mis hermanas y papá. Todavía caminamos mientras
tú ya vuelas con las alas eternas que has ganado, pero nos encontraremos a la
hora en que las gavillas florezcan, en el lugar de la Belleza definitiva.
Himno a la
Resurrección
de Friedrich Gottlieb Klopstock
Resucitarás, sí, resucitarás,
ceniza mía, después de un breve descanso.
El que te llamó te dará la vida eterna.
Has sido sembrado para florecer nuevamente.
El Señor de las cosechas pasa y nos recoge como gavillas
a nosotros, los muertos.
Ten fe, corazón mío, ten fe:
nada has perdido.
Sí, te pertenece lo que has deseado.
Te pertenece lo que has amado y por lo que has luchado.
¡Oh, cree que no fuiste creado en vano, que no has vivido y sufrido en vano!
Lo que fue creado debe perecer, lo que ha muerto debe resucitar.
No tiembles más. Prepárate. Prepárate para vivir.
Oh dolor, que todo lo penetras.
De ti, oh, muerte, que todo conquistas, he escapado.
Ahora tú has sido conquistada.
Con las alas que me he ganado
en el ardiente deseo del amor volaré,
hacia la luz que jamás ha sido vista por ojo alguno.
Con las alas que me he ganado
volaré hacia las alturas.
Moriré para seguir viviendo.
Resucitarás, sí, resucitarás, corazón mío
dentro de un instante.
Lo que tú has derrotado te llevará hacia Dios.
ceniza mía, después de un breve descanso.
El que te llamó te dará la vida eterna.
Has sido sembrado para florecer nuevamente.
El Señor de las cosechas pasa y nos recoge como gavillas
a nosotros, los muertos.
Ten fe, corazón mío, ten fe:
nada has perdido.
Sí, te pertenece lo que has deseado.
Te pertenece lo que has amado y por lo que has luchado.
¡Oh, cree que no fuiste creado en vano, que no has vivido y sufrido en vano!
Lo que fue creado debe perecer, lo que ha muerto debe resucitar.
No tiembles más. Prepárate. Prepárate para vivir.
Oh dolor, que todo lo penetras.
De ti, oh, muerte, que todo conquistas, he escapado.
Ahora tú has sido conquistada.
Con las alas que me he ganado
en el ardiente deseo del amor volaré,
hacia la luz que jamás ha sido vista por ojo alguno.
Con las alas que me he ganado
volaré hacia las alturas.
Moriré para seguir viviendo.
Resucitarás, sí, resucitarás, corazón mío
dentro de un instante.
Lo que tú has derrotado te llevará hacia Dios.