Fue el sábado 3 de octubre de 2015, a las 14:50 aproximadamente. Lo digo porque si entras en el whatsapp de Fernando, ves que lo tiene puesto en su estado. En aquel mismo momento él supo que Cristina era la mujer de su vida. No hablo del clásico flechazo no, creo que es más que eso: como una certeza del corazón, que desde ese momento se pone a volar.
Y vaya si voló. Como que es piloto de helicópteros de las FAP (Fuerza Aérea del Perú). En cuanto Cristina regresó a Mendoza, ese fin de semana, Fernando encontró un vuelo militar de esos que llevan la carga en el centro tapada con una red, y se presentó acá. Ahí, sin pensarlo, dejándose llevar por la corriente del amor, que te hace despegar y planear. Cristina me lo contó soprendida y halagada: "¡que viene a Mendoza!". A mí me pareció un gesto muy bonito y galante.
Por supuesto, Fernando no se alojó en la parroquia, le buscamos hospedaje en casa de Miss Amelia. Pero siguió nuestro ritmo, almorzó con nosotros... Vino a la aldea y jugó con los niños como si los conociera de toda la vida. Muy sencillo, de trato agradable y fácil, de buena conversación. Nada creído para ser un piloto de élite de las FAP, ¿eh? Y totalmente decidido a conquistar a Cristina. "Ve, pasea con él, dale una oportunidad, nada puedes perder", le dije yo, pero creo que ella estaba ya un poco persuadida por su convicción sin fisuras.
Así la chispa voló del uno a la otra. Quedaba pasar un fin de semana solos, para conocerse, para aprender el tono de su voz al natural y no por teléfono, para exponerse a la emoción de una maniobra arriesgada en el aire, para fraguar la amistad en un amor de altura. Ahí hubo que armar un operativo de camuflaje fino y necesario, porque nadie podía enterarse. Y mereció la pena. Desde entonces, mensajes, llamadas, canciones, risas, cantidad de risas, puestas de sol, algún enfado, superación en sinceridad, perdón... y mucha fe. Tragos de felicidad, en definitiva.
Y también proyectos. Que exigirán dolorosas renuncias y grandes riesgos, como las piruetas en el cielo. Pero solo quien ama vuela, como dice el verso de Miguel Hernández. El amor hace capaz de todo, impulsa a las mayores locuras y hace vivir de verdad. Hoy que te has ido, Cristina, es el día para escribir esta historia que hace tiempo late en lo profundo de mi cariño por ti; hoy que es tu cumpleaños, Fernando, es el día para ofrecerte este trozo de vida que ambos me habéis permitido compartir. ¡Gracias y felicidades!