Dios es un pan. Lo más sencillo, lo de todos los días; el alimento que hace nuestro vecino, que no viene de una fábrica, que no está envasado, no tiene conservantes ni aditivos… Dios es un pan. Lo más necesario para vivir, lo más simple: granos de trigo cosechado, triturado, amasado con un poco de agua, y luego horneado.
Dios es muy sencillo. Nosotros lo complicamos. Él nos quiere alimentar, fluir por nuestras venas, ser carne de nuestra carne. A eso nos llama, a que lo comamos. Porque los cristianos aquí venimos a comer. Ni a pegarnos golpes de pecho, ni a hacer un pase de modelos; venimos a comer el pan de la vida. A comer; no a admirar imágenes, trozos de madera o de escayola, que desaparecerán. A comer; no a decir “qué bueno es el Señor” y que nuestra vida siga lo mismo. No. A comer: la Eucaristía es una comida. Por eso, en esta fiesta, inequívocamente, públicamente, os digo: ¡HAY QUE IR SIEMPRE A COMULGAR! Sobre todo quienes frecuentamos la Eucaristía, ¡hay que ir a comulgar siempre! SIEMPRE. ¿Siempre? ¡SÍ, SIEMPRE! No es preciso ser santos para ello, no es este pan un premio o un postre para los buenos… Jesús no dijo nada de eso; en cambio dijo “tomad y comed en memoria mía”, y de eso no hay duda. No le tengamos miedo a este pan, que es más bueno Dios que el pan. Y nos está invitando siempre, está el hombre a ver si lo comemos, nos quiere independientemente de cómo seamos, nos quiere con nuestros pecados, y está deseando que le comamos.
¿Para qué? ¿Para ponernos gordos? ¿Para pegarnos el pegote? Nooo: hay que comer para dar de comer. Mandato clarísimo de Jesús: “dadles vosotros de comer”, con lo que tengáis, con cuatro cacho panes y peces. Porque le mundo tiene mucha hambre. Hambre física, gente malnutrida, niños que tiene que trabajar y no pueden ir a la escuela, ancianos que muere solos, inmigrantes que no son acogidos, seres humanos que vagan sin techo... eso sí que son blasfemias y sacrilegios, más que las palabrotas. Esas son víctimas de la crueldad y de la corrupción de personas y sistemas, de estructuras políticas, económicas y sociales. Necesitan de nuestra solidaridad. A ver si vamos a estar aquí sacando la custodia y tocando el violín:
"¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: "esto es mi cuerpo", y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: "Tuve hambre y me distéis de comer", y más adelante: "Siempre que dejasteis de hacerlo a unos de estos pequeños, a mí en persona lo dejasteis de hacer". ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo".
San Juan Crisóstomo, siglo IV, toma castaña. Dadles vosotros de comer, compartid; a través de las campañas de Cáritas (hoy se envía la colecta íntegra), con un estilo de vida que no despilfarre, sin tirar la comida, sin derrochar y dando, compartiendo con generosidad.
Pero hay otras hambres, no tan llamativas, quizá más cercanas pero no menos trágicas. Las personas desechas, derribadas por los golpes de la vida, rendidas por la tristeza. Hay que darles de comer. Hay que ponerles buenos platos de cariño, panes de escucha, peces de ayuda, abrazos de apoyo y acogida, postres dulces que aligeren la amargura, vino que cicatrice las heridas y enjugue las lágrimas. Hay que darles de lo nuestro, de nosotros, de nuestra vida. ¿A qué esperáis? Venid a comer, con alegría, con agradecimiento, para tener fuerzas para ser buenos, para ser alimento que se entregue como Jesús. “Tomad y comed; dadles vosotros de comer”.
domingo, 26 de junio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
UN CURSO MAGNÍFICO
Estos días de final de junio a caballo entre la primavera y el verano son peculiares. Han concluído muchas actividades parroquiales (catequesis, grupos, etc.), pero es hora de rematar con las revisiones; ya no hay "demasiadas cosas que hacer", el verano nos invade (mi ahijado Saleh ha limpiado el patio de hierbas, prontó lo arreglarán, podarán mi limonero), pero estamos ya montando fiestas e historias veraniegas, obras y campamento.
La tarde, larga y lenta, cae sobre mi pueblo, abrasando los rumores de los pájaros y esperando las notas esperanzadoras y erráticas de los aprendices de la nueva Banda municipal, que ensayan al atardecer, allí, en el recinto ferial. Me siento, en este final de curso, cansado y colmado casi a partes iguales. Cierro los postigos de mi despacho e imprimo el proyecto parroquial, que Gabriel Corbacho me ha enviado esta mañana en su maquetación final. Imprimo y estoy orgulloso de lo que hemos caminado, intuyo lo que podemos lograr. Estoy impresionado de la ilusión que me hace una cosa tan sencilla como permanecer: será mi tercer año en mis queridos Valles, para construir, para crecer y aprender, para que cuaje el esfuerzo.
Estamos siempre sembrando, y la siembra tiene su propia belleza y su genuina dureza, pero esta tarde noto la agitación interna de la cosecha. Doy forma a las revisiones que ya hemos realizado, preparo los papeles para las que quedan estos días, veo resúmenes de cuentas, archivo órdenes del día y actas... octubre... Navidad... excursión... las confirmaciones... el Movimiento Rural... el proceso de elaboración del proyecto... y me asalta un íntimo alborozo, una satisfacción silenciosa y serena. Como los hombres que regresan de la siega, de noche ya, rendidos pero contentos.
Un curso extraordinario. Una cosecha preciosa, sencilla y verdadera. Un cansancio dulce, rebosante pero tranquilo. "Está usté mejor que cuando vino" - me dijo el otro día una mujer. "¿Más gordo?"- pregunté alarmado. "No, más esclarecío" - respondió. No creo que haya piropo más acertado.
La tarde, larga y lenta, cae sobre mi pueblo, abrasando los rumores de los pájaros y esperando las notas esperanzadoras y erráticas de los aprendices de la nueva Banda municipal, que ensayan al atardecer, allí, en el recinto ferial. Me siento, en este final de curso, cansado y colmado casi a partes iguales. Cierro los postigos de mi despacho e imprimo el proyecto parroquial, que Gabriel Corbacho me ha enviado esta mañana en su maquetación final. Imprimo y estoy orgulloso de lo que hemos caminado, intuyo lo que podemos lograr. Estoy impresionado de la ilusión que me hace una cosa tan sencilla como permanecer: será mi tercer año en mis queridos Valles, para construir, para crecer y aprender, para que cuaje el esfuerzo.
Estamos siempre sembrando, y la siembra tiene su propia belleza y su genuina dureza, pero esta tarde noto la agitación interna de la cosecha. Doy forma a las revisiones que ya hemos realizado, preparo los papeles para las que quedan estos días, veo resúmenes de cuentas, archivo órdenes del día y actas... octubre... Navidad... excursión... las confirmaciones... el Movimiento Rural... el proceso de elaboración del proyecto... y me asalta un íntimo alborozo, una satisfacción silenciosa y serena. Como los hombres que regresan de la siega, de noche ya, rendidos pero contentos.
Un curso extraordinario. Una cosecha preciosa, sencilla y verdadera. Un cansancio dulce, rebosante pero tranquilo. "Está usté mejor que cuando vino" - me dijo el otro día una mujer. "¿Más gordo?"- pregunté alarmado. "No, más esclarecío" - respondió. No creo que haya piropo más acertado.
viernes, 17 de junio de 2011
ELOGIO SUCULENTO
Hay personas que me dan "yuyu" porque repelen, la gente raja y se escucha eso de "no, si es muy buena gente, es que hay que conocerlo"... ¡saaape! Hay gente que es al revés: personas capaces de concitar espontáneamente la simpatía de la mayor parte del respetable. Isabel González, la alcaldesa saliente de Santa Ana, es de esa raza: así, de entrada, te cae bien; directamente; luego, al irla conociendo más, supongo que se le verán defectos, manías... como a todo el mundo.
Las personas "públicas" no hacemos las cosas para agradar, para generar hooligans. Recordemos aquello de "¡ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, porque así trataron a los profetas" (Lc 6, 26). Pero claro, ¿no es mejor lo de "los cristianos eran queridos por todo el pueblo" (Hch 2, 47)? Tenía razón San Pablo: no hay que hacer caso ni cuando te ponen por las nubes ni cuando te despellejan, porque sólo Dios nos conoce hasta el tuétano. Pero es más agradable y positivo que el común de mártires te aprecie, a mi que me dejen de tonterías.
Isabel lo ha conseguido, y no es fácil. En dos años se ha ganado a la gente del pueblo, seguramente por su cercanía, por su capacidad inagotable para dialogar con todos, para atender a cada persona con dedicación. Isabel da una gran impresión de calidad personal y de autenticidad. Lo han sabido apreciar los vecinos de todos los pelajes, y lo han expresado los trabajadores del ayuntamiento organizando una fiesta sorpresa. Algo tan hermoso y sencillo que merecía un hueco en este diario.
La llevaron diciéndole que en El Palancar había acampado un grupo de gente, ¡jajajaja! La cara que puso cuando nos vio allí, aquel zurriburri variopinto, fue para enmarcar. El reconocimiento se concretó singularmente llevando cada cual su especialidad, el plato que prepara mejor; fuimos compartiendo entre sonrisas las más deliciosas empanadas, filetes, ensaladillas y unas tartas de tres chocolates despampanantes. Comíamos lo cocinado con agradecimiento, y la admiración a nuestra alcaldesa se adueñaba de nosotros; elogios sonoramente suculentos, reconocimiento sin palabras, a base de dulzura y sonrisas, alimentos para el corazón.
Ella aguantó el tipo bastante bien, pero cuando llegó el momento del regalo y de las flores, las lágrimas la asaltaron. Un momento precioso pero agridulce; una fiesta exquisita aunque forzada por las circunstancias. Y yo allí, orgulloso de que me hubieran invitado; pero afligido por quienes no han querido reconocer la valía de esta mujer y han precipitado su marcha.
Las cosas que han venido después mejor no mencionarlas. Me lo han estado contando esta mañana, y también que Isabel lo está pasando mal. ¡Animo, Isa! Te queremos y sabemos apreciarte. La vida es larga y yo se que no vas a dejar de trabajar por tu pueblo, al que amas profundamente. No olvides el sabor de las tortillas y el mousse de aquella noche: son el gusto del cariño que te tienen tus vecinos. Ya lo regaremos con una copita de Limoncello. El tiempo coloca a cada uno en su lugar.
lunes, 13 de junio de 2011
HASTA PRONTO, AMPARICO
Amparico,
ha llegado el momento de despedirnos y decirnos “hasta luego”. Yo sabía que estabas cansada, me lo has dicho muchas veces, que la vida se te estaba haciendo larga. Desde que despedimos a Tía Carmen, hace dos años y medio en una helada mañana de enero, te ha costado mucho caminar… ¡cuánto supuso para ti dejar tu Zaragoza, tu Pilarica, tu casa…! Con tu edad debió ser agotador.
No eres una persona acostumbrada a los cambios… pero tampoco se puede decir que la vida haya sido fácil para ti. Más que la vida, “las vidas”, porque tus 95 años han dado para mucho. Difícil fue salir adelante en aquella España en guerra: la pérdida de tu hermano, tanto dolor y escasez… Me lo contabas muy lúcidamente, tus primeros pasos como modista y peluquera, tus pretendientes, las bodas de tus hermanas, me hablabas de tu padre, de tu madre, mientras ibas cosiendo, arreglando unos pantalones que yo te había llevado, levantando el dedo con el dedal puesto.
¿Te acuerdas de aquellos viajes que hacíais en tren para venir a Mérida? Nosotros os esperábamos en la estación, os veíamos saludar por la ventanilla a Tía Carmen, a Tío Ángel y a ti, y siempre era una fiesta. Al principio por los regalos que nos traíais, y más tarde, cuando fuimos mayores, por cómo nos mirabais y lo orgullosos que estabais de vuestros sobrinos. Recuerdo que fumabas tabaco liado, eras una mujer peculiar, pequeña pero vivaracha, con un carácter fuerte y a veces difícil, testaruda como buena mañica.
Ha sido una vida muy larga, tía. Has vivido a tu manera dentro de las circunstancias que te han tocado. Siempre has tenido una habilidad especial para tratar a las personas, una simpatía magnética que atraía a tus vecinos, a tus conocidos de Zaragoza, a quien entrara en contacto contigo; una capacidad para meterte a la gente en el bolsillo que nos ha dejado pasmados en el caso de la residencia en la que has pasado estos dos últimos años.
Ellas, “las chicas” de Rosalba, te han cuidado muy bien; tus sobrinas, tus sobrinos y tus sobrinos-nietos (corriendo y llamándote por el pasillo) hemos hecho lo posible para acompañarte. Damos gracias al buen Dios por todo: por tanta vida, tantas alegrías y penas, tanto trabajo y amor; agradecemos a Dios haberte tenido, lo que nos has dado y la felicidad que has disfrutado. Ahora estás ya con abuela y abuelo, con Tía Carmen y Tío Ángel, con tu madre y tu hermano.
Falta un último viaje. A tu Zaragoza, a reposar en el escenario de tu vida, la calle Alfonso, la basílica, tu parroquia de los Redentoristas… Con la Pilarica, con tu amor, que nunca te ha soltado la mano, y que nosotros llevamos en el corazón, como a ti.
Descansa en paz, tía Amparo.
Mis tías Amparo (izquierda) y Carmen |
ha llegado el momento de despedirnos y decirnos “hasta luego”. Yo sabía que estabas cansada, me lo has dicho muchas veces, que la vida se te estaba haciendo larga. Desde que despedimos a Tía Carmen, hace dos años y medio en una helada mañana de enero, te ha costado mucho caminar… ¡cuánto supuso para ti dejar tu Zaragoza, tu Pilarica, tu casa…! Con tu edad debió ser agotador.
No eres una persona acostumbrada a los cambios… pero tampoco se puede decir que la vida haya sido fácil para ti. Más que la vida, “las vidas”, porque tus 95 años han dado para mucho. Difícil fue salir adelante en aquella España en guerra: la pérdida de tu hermano, tanto dolor y escasez… Me lo contabas muy lúcidamente, tus primeros pasos como modista y peluquera, tus pretendientes, las bodas de tus hermanas, me hablabas de tu padre, de tu madre, mientras ibas cosiendo, arreglando unos pantalones que yo te había llevado, levantando el dedo con el dedal puesto.
¿Te acuerdas de aquellos viajes que hacíais en tren para venir a Mérida? Nosotros os esperábamos en la estación, os veíamos saludar por la ventanilla a Tía Carmen, a Tío Ángel y a ti, y siempre era una fiesta. Al principio por los regalos que nos traíais, y más tarde, cuando fuimos mayores, por cómo nos mirabais y lo orgullosos que estabais de vuestros sobrinos. Recuerdo que fumabas tabaco liado, eras una mujer peculiar, pequeña pero vivaracha, con un carácter fuerte y a veces difícil, testaruda como buena mañica.
Ha sido una vida muy larga, tía. Has vivido a tu manera dentro de las circunstancias que te han tocado. Siempre has tenido una habilidad especial para tratar a las personas, una simpatía magnética que atraía a tus vecinos, a tus conocidos de Zaragoza, a quien entrara en contacto contigo; una capacidad para meterte a la gente en el bolsillo que nos ha dejado pasmados en el caso de la residencia en la que has pasado estos dos últimos años.
Ellas, “las chicas” de Rosalba, te han cuidado muy bien; tus sobrinas, tus sobrinos y tus sobrinos-nietos (corriendo y llamándote por el pasillo) hemos hecho lo posible para acompañarte. Damos gracias al buen Dios por todo: por tanta vida, tantas alegrías y penas, tanto trabajo y amor; agradecemos a Dios haberte tenido, lo que nos has dado y la felicidad que has disfrutado. Ahora estás ya con abuela y abuelo, con Tía Carmen y Tío Ángel, con tu madre y tu hermano.
Falta un último viaje. A tu Zaragoza, a reposar en el escenario de tu vida, la calle Alfonso, la basílica, tu parroquia de los Redentoristas… Con la Pilarica, con tu amor, que nunca te ha soltado la mano, y que nosotros llevamos en el corazón, como a ti.
Descansa en paz, tía Amparo.
viernes, 10 de junio de 2011
COMO OLLAS DE COLES POR TOLEDO
En una excursión de dos días siempre pasan cosas graciosas y curiosas; es una ocasión para convivir, para relajarse y hacer turismo, para reir y patearse el lugar en cuestión, mapa en mano, dispuestos a no perder puntada de monumentos, cuadros, plazas y catedrales. Así de intenso y divertido fue el viaje a Toledo del fin de semana pasado, ¡nos lo pasamos genial!
La cosa prometía cuando Josefita se olvidó su rebeca en el bar del kilómetro 200, todavía de camino... ¡y la recuperó a la vuelta, jejeje! Tras instalarnos en el despampanante Eurostars Toledo (no sabe uno, cateto, qué hacer ante "tanta cosa"), la tarde empezó un poco cagánchica en la mezquita del Cristo de la Luz, dos evros por ver ilustres pero normalitas ruinas, con la cantidad de piedras que tenemos en Mérida... Menos mal que el Convento de Santo Domingo el Antiguo, con los cuadros de El Greco a pelo, compensó la caminata por esas cuestas (los valleros estaban como en casa, paseando por la calle Cabra) que castigaron las piernitas y las plantas de los pies de más de una.
Muy bonito El entierro del Conde de Orgaz, pero la Sinagoga del Tránsito es algo maravilloso por el trabajo de yesería, la disposición de la luz, los adornos espectacularmente sencillos... Me imaginaba a Jesús en un sitio como aquel desenrollando el libro de Isaías, con la gente vibrando ante sus palabras... Nada que ver, seguramente, con la Misa en Santo Tomé, envuelta en acartonada solemnidad-aburrimiento... yo con una casulla de guitarra, la primera vez en mi vida que me pongo eso... si me fuera visto mi madre...
Tras la cena llegó la hora de salir a dar una vueltecita, momento totalmente choc; nos juntamos un ganao dispuesto a todo, anduvimos casi hasta la Puerta de Bisagra y allí nos acoplamos en dos terrazas que fuimos cerrando sucesivamente en nuestro despiporre alcohólico: Gintonic para Tommy Hilfiger, Cacique para Conce y para Pepa, que abandonó momentáneamente el vodka caramelizado... ¡Cómo nos reímos, qué buen rato pasamos! Ganamos hasta a los jovencitos, que llevaban roncando un rato cuando, sin equivocarnos, regresamos al hotel: felices pero rendidos como ollas de coles.
El domingo lo pasamos entre el alcázar y la catedral primada, que te atrapa con sus dimensiones y la belleza de su retablo mayor. A mediodía pasé el único mal momento del fin de semana: un dolor que amenazaba con hacerme explotar la cabeza. Así que me perdí un rato entre Santa Isabel y el silencio de los muros catedralicios. Cuando accedes al coro te recibe la preciosa y originalísima imagen de Santa María la Blanca, con el Niño acariciándole cariñoso la barbilla; como una olla de coles agradecí la bendición de conocer a la gente de mis pueblos, y la suerte de estar con ellos en un sitio tan especial. Son como Neutrógena en mi corazón de pastor, a veces rendido.
La cosa prometía cuando Josefita se olvidó su rebeca en el bar del kilómetro 200, todavía de camino... ¡y la recuperó a la vuelta, jejeje! Tras instalarnos en el despampanante Eurostars Toledo (no sabe uno, cateto, qué hacer ante "tanta cosa"), la tarde empezó un poco cagánchica en la mezquita del Cristo de la Luz, dos evros por ver ilustres pero normalitas ruinas, con la cantidad de piedras que tenemos en Mérida... Menos mal que el Convento de Santo Domingo el Antiguo, con los cuadros de El Greco a pelo, compensó la caminata por esas cuestas (los valleros estaban como en casa, paseando por la calle Cabra) que castigaron las piernitas y las plantas de los pies de más de una.
Muy bonito El entierro del Conde de Orgaz, pero la Sinagoga del Tránsito es algo maravilloso por el trabajo de yesería, la disposición de la luz, los adornos espectacularmente sencillos... Me imaginaba a Jesús en un sitio como aquel desenrollando el libro de Isaías, con la gente vibrando ante sus palabras... Nada que ver, seguramente, con la Misa en Santo Tomé, envuelta en acartonada solemnidad-aburrimiento... yo con una casulla de guitarra, la primera vez en mi vida que me pongo eso... si me fuera visto mi madre...
Tras la cena llegó la hora de salir a dar una vueltecita, momento totalmente choc; nos juntamos un ganao dispuesto a todo, anduvimos casi hasta la Puerta de Bisagra y allí nos acoplamos en dos terrazas que fuimos cerrando sucesivamente en nuestro despiporre alcohólico: Gintonic para Tommy Hilfiger, Cacique para Conce y para Pepa, que abandonó momentáneamente el vodka caramelizado... ¡Cómo nos reímos, qué buen rato pasamos! Ganamos hasta a los jovencitos, que llevaban roncando un rato cuando, sin equivocarnos, regresamos al hotel: felices pero rendidos como ollas de coles.
El domingo lo pasamos entre el alcázar y la catedral primada, que te atrapa con sus dimensiones y la belleza de su retablo mayor. A mediodía pasé el único mal momento del fin de semana: un dolor que amenazaba con hacerme explotar la cabeza. Así que me perdí un rato entre Santa Isabel y el silencio de los muros catedralicios. Cuando accedes al coro te recibe la preciosa y originalísima imagen de Santa María la Blanca, con el Niño acariciándole cariñoso la barbilla; como una olla de coles agradecí la bendición de conocer a la gente de mis pueblos, y la suerte de estar con ellos en un sitio tan especial. Son como Neutrógena en mi corazón de pastor, a veces rendido.
viernes, 3 de junio de 2011
AUNQUE SEA A PASO DE TORTUGA, QUE LA JUSTICIA LLEGUE
Mi compañero y paisano Miguel Ángel García Encinas (que firma "Guadi" en los comentarios de este blog) me ha invitado hoy muy insistentemente a que refleje aquí la noticia del procesamiento, más de 20 años después, de los asesinos de los jesuitas en El Salvador. En estos tiempos en que se airean estrepitosos y lamentables casos de curas pederastas, no viene mal recordar con ejemplos que hay muchos sacerdotes buenos, entregados y hasta santos, y algunos tan magníficos y radicales en su seguimiento de Jesús como Ignacio Ellacuría y sus compañeros. Tenéis aquí la noticia tomada de "La Voz de Galicia" del pasado martes 31.
16 de noviembre de 1989
Miembros del Ejército salvadoreño asaltaron la UCA y asesinaron al rector del campus, Ignacio Ellacuría, y a los sacerdotes españoles Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes e Ignacio Martín Baró; y a los salvadoreños Joaquín López, la cocinera Elba Julia Ramos y su hija, Celina.
Septiembre de 1991
Fueron juzgados en El Salvador 14 militares, pero solo condenaron al coronel Guillermo Benavides y a otros nueve militares, que fueron excarcelados en marzo de 1992 gracias a una ley de amnistía.
Casi 22 años después del brutal asesinato de seis jesuitas -entre ellos Ignacio Ellacuría- y dos empleadas de la Universidad Centroamericana Simeón Cañas (UCA) de El Salvador, el juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional española, acaba de hacer público el auto de procesamiento de 20 militares salvadoreños -entre ellos un exministro de Defensa-, como presuntos autores de ocho delitos de asesinato terrorista y un crimen de lesa humanidad o contra el derecho de gentes.
El auto de procesamiento llega dos años y medio después de que el juez Velasco se declarase competente para investigar la querella presentada meses antes por la Asociación Pro Derechos Humanos de España y el Centro de Justicia y Responsabilidad, en nombre de Alicia Martín-Baró, religiosa carmelita y hermana de uno de los jesuitas asesinados.
La querella iba dirigida contra 14 militares y el expresidente de El Salvador Alfredo Cristiani, que no fue investigado porque el magistrado entendió que no existía base indiciaria suficiente para imputarlo y que, además, se le atribuye un delito de encubrimiento que no tiene la naturaleza de «persecución universal».
El auto decreta la busca y captura internacional de los 20 procesados, así como su prisión provisional comunicada y sin fianza en caso de que se les entregue, además de ordenar que presten una fianza individual de 3.200.000 de euros «para asegurar la responsabilidades pecuniarias que, en definitiva, pudieran imponérseles».
La resolución judicial está sólidamente argumentada en un auto de 77 folios que analiza con profusión de datos el momento político en el que acaecieron los hechos y detalla el móvil de la muerte de los seis jesuitas -cinco de ellos españoles-, la cocinera y su hija.
Mediadores
Los sacerdotes asesinados, especialmente el rector Ignacio Ellacuría, estaban jugando un papel clave como mediadores entre el Gobierno militar y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) para un proceso de diálogo y fueron acusados, en virtud de su afinidad con la Teología de la Liberación, de incitar a los campesinos a «una conspiración comunista internacional al servicio del Kremlin».
La decisión de acabar con la vida de los jesuitas, según el juez, fue adoptada por un grupo de oficiales de élite denominado la Tandona y ejecutada por el coronel Benavides, que dio la orden a los miembros del batallón Atlacatl.
16 de noviembre de 1989
Miembros del Ejército salvadoreño asaltaron la UCA y asesinaron al rector del campus, Ignacio Ellacuría, y a los sacerdotes españoles Amando López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes e Ignacio Martín Baró; y a los salvadoreños Joaquín López, la cocinera Elba Julia Ramos y su hija, Celina.
Septiembre de 1991
Fueron juzgados en El Salvador 14 militares, pero solo condenaron al coronel Guillermo Benavides y a otros nueve militares, que fueron excarcelados en marzo de 1992 gracias a una ley de amnistía.
Casi 22 años después del brutal asesinato de seis jesuitas -entre ellos Ignacio Ellacuría- y dos empleadas de la Universidad Centroamericana Simeón Cañas (UCA) de El Salvador, el juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional española, acaba de hacer público el auto de procesamiento de 20 militares salvadoreños -entre ellos un exministro de Defensa-, como presuntos autores de ocho delitos de asesinato terrorista y un crimen de lesa humanidad o contra el derecho de gentes.
El auto de procesamiento llega dos años y medio después de que el juez Velasco se declarase competente para investigar la querella presentada meses antes por la Asociación Pro Derechos Humanos de España y el Centro de Justicia y Responsabilidad, en nombre de Alicia Martín-Baró, religiosa carmelita y hermana de uno de los jesuitas asesinados.
La querella iba dirigida contra 14 militares y el expresidente de El Salvador Alfredo Cristiani, que no fue investigado porque el magistrado entendió que no existía base indiciaria suficiente para imputarlo y que, además, se le atribuye un delito de encubrimiento que no tiene la naturaleza de «persecución universal».
El auto decreta la busca y captura internacional de los 20 procesados, así como su prisión provisional comunicada y sin fianza en caso de que se les entregue, además de ordenar que presten una fianza individual de 3.200.000 de euros «para asegurar la responsabilidades pecuniarias que, en definitiva, pudieran imponérseles».
La resolución judicial está sólidamente argumentada en un auto de 77 folios que analiza con profusión de datos el momento político en el que acaecieron los hechos y detalla el móvil de la muerte de los seis jesuitas -cinco de ellos españoles-, la cocinera y su hija.
Mediadores
Los sacerdotes asesinados, especialmente el rector Ignacio Ellacuría, estaban jugando un papel clave como mediadores entre el Gobierno militar y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) para un proceso de diálogo y fueron acusados, en virtud de su afinidad con la Teología de la Liberación, de incitar a los campesinos a «una conspiración comunista internacional al servicio del Kremlin».
La decisión de acabar con la vida de los jesuitas, según el juez, fue adoptada por un grupo de oficiales de élite denominado la Tandona y ejecutada por el coronel Benavides, que dio la orden a los miembros del batallón Atlacatl.
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