Enrique, el Consiliario Nacional del MRC, nos ayudó en la primera parte de la mañana a reflexionar sobre la situación social de los pueblos, sus aspectos positivos y sus oscuridades, y los retos que plantea nuestro mundo rural a la Iglesia hoy. ¿Cómo ser iglesia evangelizadora, auténticamente encarnada en la vida de los pueblos y capaz de dar respuesta renovada a la creciente secularización? Hemos hablado de la corresponsabilidad de los laicos, de la evangelización de la religiosidad popular, de “mundanizar” la Iglesia, de generar procesos de formación…
Tras el café, Julio de Miajadas, Sole de Campolugar y Floren y María de Puebla del Maestre nos han contado su experiencia de vida como militantes del MRC, cómo el movimiento les ha aportado y les aporta el apoyo, el empuje y los instrumentos para vivir y comprometerse como seguidores de Jesús responsables y maduros.
En el diálogo posterior a estos testimonios nos hemos animado a ir dando pasos para iniciar el Movimiento Rural donde no está presente y fortalecerlo donde ya camina en nuestra diócesis. Los curas presentes hemos concretado incluso una fecha para encontrarnos, seguir compartiendo y acompañarnos mutuamente en esta tarea.
En resumen, un valioso día de encuentro que nos permite mirar al futuro con esperanza: el Movimiento Rural Cristiano es una herramienta que tiene mucho que decir en la tarea de seguir impulsando una pastoral rural misionera en nuestra diócesis… ¡hay tanto por hacer!