lunes, 29 de julio de 2024

RESUCITARÁS, SÍ, RESUCITARÁS, CORAZÓN MÍO

 
Mami, hoy es tu día, tu 80 cumpleaños… Lo hubiéramos celebrado y tú nos habrías reconvenido con fingida indignación cada vez que mencionáramos “esa pila de años”. En cambio, solo han pasado cuatro meses desde que te has ido, y me parece una insoportable eternidad…

Te echo de menos, pienso en ti cada día, la soledad que siento se ha precipitado a una dimensión desconocida, más radical, más dolorosa. Hay momentos, en la hora oscura y serena de la madrugada, en que te presiento, acá, conmigo, en mí. Regreso a otros llantos cuando era niño o adolescente, y mi vulnerabilidad te necesita para escucharte decirme que soy grande, que soy fuerte, que puedo volar solo.

Te quiero, y espero que cada vez que te lo digo te llegue y ensanche tu sonrisa y tu descanso. Mi amigo Morke me envió el otro día este enlace con el último movimiento de la 2ª sinfonía de Mahler, que se titula “Resurrección”. Una maravilla que me despierta lágrimas de esperanza; y es mi regalo para ti.

Soy tu hijo, por mí has luchado, me has amado, y te pertenezco para siempre, como mis hermanas y papá. Todavía caminamos mientras tú ya vuelas con las alas eternas que has ganado, pero nos encontraremos a la hora en que las gavillas florezcan, en el lugar de la Belleza definitiva.


Himno a la Resurrección
de Friedrich Gottlieb Klopstock
 
Resucitarás, sí, resucitarás,
ceniza mía, después de un breve descanso.
El que te llamó te dará la vida eterna.
Has sido sembrado para florecer nuevamente.
El Señor de las cosechas pasa y nos recoge como gavillas
a nosotros, los muertos.
 
Ten fe, corazón mío, ten fe:
nada has perdido.
Sí, te pertenece lo que has deseado.
Te pertenece lo que has amado y por lo que has luchado.
 
¡Oh, cree que no fuiste creado en vano, que no has vivido y sufrido en vano!
Lo que fue creado debe perecer, lo que ha muerto debe resucitar.
No tiembles más. Prepárate. Prepárate para vivir.
 
Oh dolor, que todo lo penetras.
De ti, oh, muerte, que todo conquistas, he escapado.
Ahora tú has sido conquistada.
Con las alas que me he ganado
en el ardiente deseo del amor volaré,
hacia la luz que jamás ha sido vista por ojo alguno.
 
Con las alas que me he ganado
volaré hacia las alturas.
Moriré para seguir viviendo.
Resucitarás, sí, resucitarás, corazón mío
dentro de un instante.
Lo que tú has derrotado te llevará hacia Dios.

martes, 23 de julio de 2024

LOS DEFENSORES AMBIENTALES: NUEVOS MÁRTIRES


Con motivo del Jubileo de 2025, el Papa Francisco ha pedido a las iglesias particulares aportar nombres para completar una lista (“catálogo”) de todos aquellos mártires “que han derramado su sangre para confesar a Cristo y testimoniar su Evangelio”, en palabras textuales del documento de la Conferencia Episcopal que nos llegó el otro día. Desde la Amazonía creo que podríamos sugerir que se incluyan a los defensores ambientales asesinados en los últimos años.

Las cifras oscilan según la fuente, pero son siempre escandalosas e inadmisibles: según Global Witness entre 2012 y 2021 fueron asesinados 51 defensores ambientales, 12 de ellos solo en la pandemia 2020-2021; la organización AIDESEP sitúa en 32 el número de líderes y lideresas victimados en la década 2013-2023. Perú pasa por ser el cuarto país más peligroso del mundo para un defensor ambiental.

¿Quiénes son estas personas? Son frecuentemente autoridades representativas de sus comunidades (apu, presidente comunal, etc.) que de manera decidida promueven y protegen el derecho a vivir en un ambiente sano y sostenible, luchando por resguardar sus territorios y sus recursos naturales frente a actividades ilegales que suponen la degradación del medio ambiente, la contaminación y la violencia.

El último caso, el de Mariano Isacama, en la región Ucayali, es emblemático. Llegan los narcotraficantes e invaden una zona, que por tanto se llena de sembríos de coca, drones de vigilancia, “cocinas” para producir la pasta básica en plena selva, pistas clandestinas, y muchas armas. El crimen organizado aprovecha la impunidad para campar a sus anchas: el Estado está ausente, no hay consulta previa, no hay policía o es inoperante o está coimeada, y predomina la sensación de que cada cual puede hacer lo que le dé la gana y no ocurrirá nada.

El señor Mariano no se deja comprar por “la empresa”, que en otros lugares es maderera, o minera, o una mafia de tráfico de tierras. Le ofrecen 400 soles para que “de permiso” a entrar, pero él habla con fuerza en la reunión comunal para que no se deje a esta gente hacer sus fechorías. Es consciente de lo que está en juego: los árboles serán talados a 50 soles cada palo, los animales del bosque se extinguirán, el agua del río y los peces serán envenenados por la extracción de oro, los jóvenes no estudiarán, más bien el dinero fácil de la coca incrementará el alcoholismo, su cultura estará en peligro, la vida humana no valdrá nada…

Cuando los líderes y lideresas se posicionan así, a menudo bien asesorados por organizaciones indígenas y ecologistas, comienzan las amenazas, las campañas de desprestigio, los ataques. Las garantías otorgadas se han revelado débiles e inútiles, así como las denuncias en los medios; el pueblo se sabe indefenso ante semejantes poderes y el miedo impera. Los dirigentes, “aun sabiendo los peligros que corren” (dice el documento citado), permanecen firmes, la tensión aumenta, hasta que desaparecen y poco después se halla su cadáver.

Además de la pérdida de vidas humanas, el impacto en las poblaciones locales es brutal. Se impone un clima de terror y represión, que impide que puedan pelear por sus derechos. Por si fuera poco, hay un vacío en el código penal peruano, que no reconoce la figura de los defensores ambientales, y por tanto este delito está tipificado como asesinato común. Los procesos judiciales son largos, los crímenes suelen quedar sin castigo, las víctimas no reciben reparación económica, los daños psicológicos son enormes y el desamparo en que quedan familias y comunidades, desolador.

Es la circularidad implacable de la impunidad. Porque los capos del crimen organizado, los traficantes y tratantes, los inversores en la tala ilegal, los dueños de las mineras… están en el Congreso, dando cobertura institucional a sus negociazos y perpetrando leyes que les aseguren la depredación de la Amazonía sin obstáculos. Los pobladores y sus autoridades, especialmente los indígenas, resultan una molestia que es preciso eliminar.

Edwin Chota, Isidro López, José Napoleón Tarrillo, Roberto Carlos Pacheco, Mariano Isacama y muchos otros … estos valientes son la primera línea de defensa contra el colapso climático. Como expresa la Conferencia, “(…) son asesinados por socorrer con caridad la vida de quien es pobre, por cuidar a los descartados de la sociedad, por custodiar y promover el don de la paz (…)”. Pobre Amazonía convertida en una despensa (Documento Final del Sínodo para la Amazonía, 17), selva descartada que clama (Laudato Si 22; Documento Final, 10), nuevamente colonizada (Querida Amazonía, 12-14); pero cuidada, custodiada y defendida hasta la muerte por estos verdaderos mártires de hoy, merecedores del honor de ser modelos de coherencia, humanidad y coraje.

jueves, 18 de julio de 2024

ESTAR MISIO


Pensaba yo que esta expresión era una pura jerga coloquial medio chistosa de la calle peruana, pero se me ocurrió buscar “misio” nada menos que en el diccionario de la RAE y toma castaña, ahí lo tenemos como palabra que viene del latín miser y que significa “pobre, indigente, necesitado, desprotegido”.

Y, sí. Cuando alguien te dice “estoy misio” te está diciendo que no tiene plata, que va por esos mundos sin un sol en el bolsillo. No es broma, muy a menudo es literal, y se presenta con una crudeza que me deja patidifuso y que hace tiempo que me cotocircuita las meninges y los ventrículos.

La última vez fue ayer. Una señora trae a su papá desde una comunidad varias horas río abajo al hospital de Santa Clotilde (desde donde escribo hoy). Su hija me llama para que por favor atendamos a su abuelito… pero también si podemos ver un apoyo para la alimentación de su mamá. Efectivamente, cuando le pregunto a la seño me dice: “padre, es que me he venido con 10 soles, todo lo que tenía”; 2,6 €.

Otro ejemplo muy frecuente: alguien que llega (a Islandia muchas veces) en su canoa a hacer gestiones en la municipalidad o donde sea, y a mediodía se presenta en la casa y te pide su gasolina “para que pueda regresar a mi comunidad”. O sea, que ha navegado de bajada con su motor, pero sin guardar combustible para surcar… “¿Y qué harías si no te diéramos unos galoncitos?”. Se encoge de hombros.

¿Valentía? ¿Temeridad? ¿Fe en la providencia? Creo que no. Más bien necesidad de tirar para adelante a como dé lugar, acostumbrados desde niños a manejarse sin nada. Sin dramas ni excesivos lamentos, más bien con un asombroso sentido práctico, concepto ligero de las cosas y espíritu valeroso. Y confianza en las relaciones personales, que están fundadas sobre la reciprocidad.

No se puede sobrevivir solo acá, siempre dependemos unos de otros. Quiero construir mi casa, y entonces llamo a mis vecinos, compadres y amigos y armo una minga; ellos me ayudan, yo les doy su pango de boquichico y les invito a masato, y más tarde se invertirá el término de la necesidad y seré yo el que apoyaré a otro. La vida, el sustento, la fuerza, el trabajo, todo ello es una corriente que fluye entre todos y se comparte.

Todo está conectado, todos somos interdependientes, todo es, de alguna manera, de todos, como los guayos (frutos) de los árboles o los animales del monte. Por eso no se puede mezquinar, es decir, no compartir, negar la ayuda a quien te pide porque está misio, teniendo tú alguito. Mezquinar es el más feo pecado en nuestro pueblo, y compartir palabra mágica y deber sagrado.

La señora Esther de Tacsha tiene a su esposo en Lima hace casi dos años recuperándose de una herida por accidente de caza. La buscamos para que prepare el almuerzo a los misioneros el fin de semana próximo, pero hemos darle una parte del monto acordado para que compre los alimentos, porque ella hay días que no tiene ni para el pan de sus hijos. Sin el hombre trabajando, la pobreza feroz se recrudece.

Los estudiantes en Iquitos suelen estar misios del todo. - “Padre, tenemos que dar 10 soles para una actividad de la universidad, ¿podrías apoyarme?”. Wow, ¿es que no tienes siquiera 10 solcitos en tu bolsillo? O hay que comprar un material extra, o el uniforme… Cualquier situación imprevista descuadra completamente la economía familiar, que está prendida con alfileres. Si la gente sale cada día a buscar nomás el culqui para la comida de hoy, ¿cómo hacer cuando se presenta una enfermedad y en la posta piden medicinas que cuestan 100 soles?

Pero ocurre también con profesionales con salario: nadie tiene plata nunca para nada, todo el mundo se declara misio. - “Tengo que ir a la UGEL a reclamar por mi sueldo, ¿podrías prestarme padrecito 20 soles para mi movilidad?”. – “Pero profe, ¿no tienes absolutamente nada para tu motocar? ¿Y cómo pensabas ir?”. – “Confiaba en que tú me darías un cachuelo”.

En mi querido Perú, con el 60% de la población misia (pobre, pobre extrema o en situación de vulnerabilidad económica, aumento del 29% este año), compartir es a la vez fino arte, obligación moral, galardón, responsabilidad y una de las cláusulas del contrato de misionero.

viernes, 12 de julio de 2024

UN SUEÑO CUMPLIDO: PRIMERA ASAMBLEA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DEL VICARIATO SAN JOSÉ DEL AMAZONAS


Era una mera conversación entre pasillos o en la noche, una aspiración, un proyecto gigante: ¡reunir a representantes de los nueve pueblos indígenas de nuestro territorio! Gran deseo que topaba con barreras tan simples como reales: “costaría mucha plata”, “cómo hacemos para manejar esos desplazamientos tan largos", “quiénes vendrían”, etc. Se hizo realidad gracias al empuje de un grupo entusiasta de misioneros y a la suma de muchas voluntades, algunas a miles de kilómetros de distancia. El milagro, actualizado, de los panes y los peces.

La crónica “profesional” ya fue publicada y se puede leer en la web queridaamazonia.pe, nomás quiero ofrecer mi experiencia, impresiones y el poso que van dejando en mí aquellos días en Angoteros, en el alto Napo. Fue algo histórico, así lo sentimos de principio a fin, y estoy orgulloso de haber sido parte de la aventura. Los pueblos Kichwa, Secoya, Ocaina, Arabela, Tikuna, Bora, Huitoto - Murui, Yagua y Maijuna juntos por primera vez.

Participé, pero debe ser el único encuentro vicarial de los últimos años en el que no he intervenido casi para nada en la organización. Los generadores de la idea querían hacerlo “desde abajo”, no como algo institucional, sino como un grupo de misioneros y de puestos que se alían para organizar este evento, e invitan a quienes deseen unirse. Y así fue: únicamente traté de facilitar el encaje de la fecha en el calendario general de actividades del Vicariato.

El aparato logístico fue monstruoso: cómo trasladar a más de cincuenta personas de un extremo a otro de la geografía vicarial, solucionar el hospedaje, la alimentación… Pero casi más meticuloso y delicado resultó fraguar la metodología, porque teníamos claro que se trataba de escuchar, y por tanto dejar hablar a los indígenas. El Papa invitó a eso en Puerto Maldonado: “Muchos han escrito y hablado sobre ustedes. Está bien que ahora sean ustedes mismos quienes se autodefinan y nos muestren su identidad. Necesitamos escucharles”.

El recibimiento a los participantes fue apoteósico: ¡todita la población estaba en el puerto! Los kichwas de Angoteros mostraron toda su capacidad de acogida y sus mejores galas: los fiesteros de Semana Santa, los discursos de las autoridades, varios bailes y poemas por parte del colegio, y por supuesto, masato y sonrisas abundantes. Ese instante estableció una corriente de simpatía que se mantuvo durante toda la Asamblea.


El triple propósito del encuentro era: conocernos, valorarnos y caminar juntos. Se había preparado el primer bloque de presentación de cada etnia, y uno tras otra fueron pasando a describir dónde viven, contar los mitos de origen de su gente, dialogar acerca de su idioma, sus comidas, las fiestas y rituales, su espiritualidad, los valores… Fue una delicia escuchar a los indígenas hablar a su manera, y también notar el efecto benéfico que el silencio hace a los misioneros, acostumbrados a enseñar.

Tras la primera jornada, se constituyó un equipo coordinador de ocho o nueve personas, de las cuatro cuencas del Vicariato, que fue diseñando y facilitando las actividades los siguientes dos días; hubo trabajos de grupo, plenarios, exposiciones, preguntas, cuestiones abiertas… Y siempre mucha cordialidad, un profundo sentimiento de ser hermanos y tan parecidos, a pesar de las diferencias. Ese intercambio entre diferentes identidades amazónicas fue realmente magnífico y enriquecedor.

Disfruté de la maravilla de las culturas expuestas y compartidas, y también pude detectar su debilidad, en algunos casos alarmante. Hay acervos de conocimiento y tradición que se encuentran al borde del abismo de la desaparición. Pero las culturas no están muertas, solo “dormidas”, como decía Jesús en el evangelio de aquel domingo. Y como Iglesia estamos llamados a ser amigos de estos pueblos, prefiriéndolos con decisión, apostando por ellos, escuchándolos, aprendiendo… para encontrar el rostro de Dios con nuevos perfiles y colores.

Varias de las personas que estuvieron en la Asamblea no eran católicos; de algunos no lo he sabido hasta bastantes días después, y no es relevante. Me parecieron gente valiente, valiosa, luchadora, resiliente. Fue un privilegio poder prestarles atención y tratar de absorber todo lo que pudiera de ese caudal.

Aprecié también mucho agradecimiento a la Iglesia, a los misioneros. Nombraron a algunos en concreto, a aquellos más cercanos, sobre todo a Domi, como no podía ser de otra forma; y se reconoció al p. Yvan Boucher, que quiso estar presente en este momento trascendental del Vicariato al final de sus más de 40 años de entrega misionera.

¿Qué viene ahora? No quedó muy claro, tan definido y escrito como en las programaciones pastorales. Tengo el corazón dulce y siento muy profundamente la necesidad de que estemos muy cerca de los pueblos originarios, amándolos más que a cualquier mensaje que pretendiéramos transmitirles. Creo que esa conexión es inyección de vida y brújula del buen vivir para todos nosotros (Iglesia y pueblos, juntos), y percibo interiormente la fuerte llamada a cuidarla, porque en ella amanece la Palabra para nuestro presente y nuestro futuro.

sábado, 6 de julio de 2024

HACE 20 AÑOS DE CASI TODO: MI DIÓCESIS, MIS PUEBLOS

 
Todavía era de noche cuando me bajé del autobús y caminé por el puente Lusitania hasta mi casa. Un rato más tarde, mientras me afeitaba la barba bravía del mes de Camino, José Antonio Salguero me telefoneó: “Ya no vengas hoy, ven pasado mañana a ver al obispo. Te va a dar tu destino”. Ah ya. Y así lo hice. Cuando don Antonio nombró los pueblos que me encargaba, yo ni sabía que existían ni dónde estaban.

- Vas a ir de párroco a Valencia del Ventoso y Valverde de Burguillos, ¿qué te parece?
- ¿No sería mejor tal vez que yo estuviera con otro compañero? Porque casi no he trabajado en parroquias…
- ¿Cuántos años tienes? – 34.
Ya eres mayorcito. ¿Tienes coche? – No.
- Pues cómprate uno.

Y así fue como llegué a mi querida diócesis de Mérida-Badajoz, donde continúo, agradecido y orgulloso; y así llegué también a Valencia, de donde siento que sigo formando parte, de alguna manera, veinte años después (4 de julio de 2004). En esos primeros años no existía este blog, pero cualquiera que me conozca un poco sabe que aquella experiencia es una de las claves de mi vida, de mi personalidad y de mi vocación.

Hubo ocasión de expresar públicamente lo que significa Valencia y su gente para mí, porque en 2011 tuve el gran honor de dar el pregón en la fiesta de la Virgen del Valle, invitado por el Ayuntamiento. Releo ahora las cosas que dije y escribí, y brotan las lágrimas por la inmensa gracia que Diosito me hizo. Cada vez estoy más seguro que Él me tenía preparado ese pequeño lugar de Extremadura, para que pudiese aprender lo que necesitaba y diera un hervor.

A los dos años me trasladaron -qué dolor-, y comenzó una etapa más inestable. Siempre tenía la misión en el horizonte, y el sueño de África permanecía latente; de modo que, buscando, volví a dar un volantazo y equivoqué el camino. Pero ya disponía de más resortes y madurez para rectificar, no estuve desorientado, y sí muy bien acompañado.

Lo que vino a continuación fue una gozada, en mis preciosos Valles. Años de respirar y profundizar mi compromiso con la gente y con mi diócesis, sin trazarme más planes que vivir el día a día entregándome, soñando, trabajando, compartiendo; como en Valencia, pero con más solidez, más realismo y enorme ilusión. Mucho narré en este diario, que lancé al ciberespacio en 2008.

Poco a poco, aunque no “me había criado” en la diócesis, me fui integrando con los curas, con los grupos y organismos, con gentes de otras parroquias a las que vas conociendo. Recuerdo con especial cariño aquella Pastoral Juvenil de los tápers que nos inventamos en la Delegación, el Movimiento Rural Cristiano, la JEC, el programa de animación comunitaria de Cáritas Diocesana… todo lo que descubrí y los amigos que Diosito me regaló.

Fue importante el momento en el que quedé jurídicamente incardinado, un jalón de felicidad y de seguridad que conté también acá y que coincidió en el tiempo con la elección del Papa Francisco. Era el final de un proceso humano complejo, con fases intrincadas, pero en el que prevalecieron la paciencia y el cariño divinos. Aprecio ahora con total claridad que jamás anduve solo, siempre estuve muy arropado por mi familia, por mis amigos, y por los sacerdotes, verdaderos compañeros del alma, a quienes jamás podré agradecerles suficientemente lo que han hecho y hacen por mí (acá lo intenté).

En fin… Disculpen por citarme y hablar de mí. En realidad, lo que ocurrió hace veinte años y todo lo que se dio después, es nomás la historia de Dios conmigo, un conjunto de dones que he tratado de recibir y disfrutar lo mejor que he podido. Me agrada evocarlo en este aniversario redondo, para que la memoria sea acción de gracias humilde y emocionada.