Preparando un taller que los chavales del grupo de JEC van a hacer el día del centro, en su instituto, como parte de la campaña, había que definir la humildad para el rosco de Pasapalabra. Y Alicia dijo: "humildad es no olvidar nunca de dónde venimos". Me encantó, y llevo dos días masticando estas palabras y encontrándomelas por ahí.
Los del Atleti, aunque somos líderes de la liga (eeehh???), sabemos que eso es algo transitorio. Lo disfrutamos a tope mientras dura, pero sin subirnos a la parra, porque comprendemos que hay otros que tienen más dinero y por tanto más posibilidades de ganar. Así que, cuando nos toca estar en la cresta de la ola, no nos lo tomamos demasiado en serio, pinchamos a los rivales pero sin mirarlos por encima del hombro. Y cuando perdemos, pues normal, protestamos pero no denunciamos conspiraciones planetarias contra nosotros; estamos a salvo de la estupidez de pensar que nos tienen envidia.
Y es que hemos estado abajo tantas veces... Incluso en segunda, "un añito en el infierno". Hay que tener presente siempre quién soy, de dónde vengo, cuál es mi pasta. Para ser siempre hermano, no vaya a ser que un cargo, un éxito o una ráfaga de halagos me hagan sentir equivocadamente que soy superior a alguien. Para vestirme de la normalidad de Jesús, como "uno de tantos" (Fil 2, 7).
Quien se lo cree, normalmente genera repulsión. Adolfo Chércoles caracteriza este personaje con mucha gracia, atribuyéndole declaraciones que podría hacer en una rueda de prensa: "Menos mal que he llegao yo, qué suerte habéis tenido de dar conmigo". Jejeje. Clic-clic (flashes, cámaras). "El día que yo nací nacieron todas las flores". No tiene que ver con la autoridad o el poder: ha habido y hay personas muy importantes extraordinariamente humildes. Se trata de utilizar el oficio o la influencia de cara a la propia exaltación.
En su libro "¿Qué sacerdotes para hoy?", que recomiendo, Bernhard Häring explica que este es el meollo de las auténticas tentaciones diabólicas del capítulo 4 de Mateo: la utilización de la religión para conseguir honores humanos o la búsqueda del poder a través de la utilización de la religión (pág. 85). El narcisismo, el afán de protagonismo y la vanidad rayana en el ridículo suelen ser síntomas inequívocos. Mientras que la discreción es propia de personas realmente valiosas, maduras afectivamente y por tanto humildes.
Lo humorístico es que, como Newton demostró, todo lo que sube bajará, y con la misma aceleración (9,8 m/s2). El tiempo coloca a cada uno en su lugar, y el punto más bajo, que es el más universal, nos iguala a todos a la hora de nacer y a la hora de entregar el equipo, como dice Serrat. Así que, si estamos hoy primeros con 76 puntos, no vayamos a creernos mejores que nadie y recordemos en todo momento que somos el Atleti, con todos nuestros trofeos y todas nuestras derrotas, para estar despiertos y serenos ante "la desolación que después vendrá" (Ejercicios 323), y con la humildad enchufada.
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