Son las 8:15 de la mañana. Paso junto a “mi” oficina de
Cáritas San José y las veo en la mesa ya estudiando. “¡¿Quién me está
invadiendo?!” – grito, y así obtengo las primeras sonrisas del día, todo
un lujo, ¿no? Que ya bastantes borrascas de amargura azotan esos mundos…
Se llaman Niurka y Nikol, y son de Tamshiyacu, un puesto de
misión río Amazonas arriba, no muy lejos. Se están preparando para postular a
una plaza en la facultad de Educación de la UNAP (Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana), la única universidad estatal que hay en Iquitos y creo
que en todo el nor-oriente peruano. Pública y por tanto gratuita, detalle
fundamental.
Porque en Perú las universidades, igual que los colegios,
son un negocio como otros. Hay un montón de universidades privadas y
también de institutos (centros que ofrecen estudios técnicos y profesionales)
donde se ingresa de frente, sin necesidad de examen, pero la mensualidad es de
300 soles como mínimo. Y esto, unido a los gastos de hospedaje, alimentación,
útiles, movilidad, ropa… hace que muy pocas familias de nuestro territorio, en
general pobres dedicados a la pesca y la agricultura de subsistencia, tengan alguna
expectativa de que sus hijos accedan a estudios superiores.
Dentro de un rato aparecerá Nilver, un chico del río
Putumayo que apunta a Antropología. Y tenemos a dos jóvenes más en la misma
faena: Lady, su hermana, que concurre en la modalidad de pueblos indígenas, y
Anita, que es de una comunidad llamada Cochiquinas, cerca de Pebas, en el
Amazonas, y también desea ser maestra. A los que logren su cupo, el
Vicariato les concederá una beca que les permitirá avanzar en su proyecto.
Pero no es tan fácil. Si uno se presenta al examen, que es
el 3 de marzo, así nomás, tiene muy pocas posibilidades. Y no solo por el
obstáculo puramente numérico (estamos hablando de miles de alumnos de toda la
región Loreto para apenas unos cientos de plazas muy peleadas), sino por la
brecha en los aprendizajes básicos que presentan los adolescentes de las
comunidades del río, que terminan su secundaria lastrados por graves
deficiencias en lectoescritura y matemáticas, y con un nivel académico real muy
inferior al que dicen sus calificaciones.
Por eso es casi obligado, y especialmente para los de
fuera de la ciudad, apuntarse a una “Pre”, es decir, a una academia donde
preparan específicamente para la prueba. Las Pres son otro pelotazo:
una marea de chicos y chicas desesperados por ingresar a la universidad,
lugares donde compruebas que es cierto que más de la mitad de la población del
Perú tiene menos de 18 años, ¡qué muchedumbres! Por supuesto les cobran hasta
por respirar: la matrícula, el libro (lo llaman “prospecto”), tasas de varios
pelajes y diez soles por cada simulacro. Lo explico.
Nuestras huambras pasan la mañana en el Vicariato
estudiando, almuerzan acá y se marchan a sus clases en la Pre. Cuando
salen van a casa de la tía de una de ellas, donde se alojan, pero allí no se
dan las condiciones para concentrarse en el estudio por el ruido y por el
hacinamiento; por eso regresan a mi despacho al día siguiente. Los
profesores de la Pre se enfocan mucho en el examen: el estilo de las preguntas,
los contenidos que suelen caer… Cada sábado hay un ensayo (“simulacro”) con
modelos similares al de verdad o de otros años, se miden los puntajes y los
estudiantes pueden ir calibrando qué tan cerca estarían de lograr su objetivo.
Les damos una mano para que puedan inscribirse en la Pre y
durante estas semanas dedicadas a estudiar a full, y rezamos para que se
les dé bien y tengan éxito. Voces derrotistas dicen que las plazas están
todas vendidas… pero yo he visto ya ganar a algunos de nuestros muchachos, y
hay que creer. Ese día buscaremos una torta “selva negra” para celebrarlo, recién
podrán obtener la beca y entonces comenzará una vida nueva para ellos, con un
bonito futuro si aprovechan su oportunidad.
Y las ayudas para esas becas llegan de organizaciones
y personas generosas. Mensajeros de la Paz lleva algunos años apoyando; las
comunidades parroquiales del arciprestazgo de Fregenal-Fuente de Cantos (Mérida-Badajoz)
están haciendo una campaña y nos enviaron 3000 € hace pocos días; las Cáritas
de mis queridos pueblos Valencia del Ventoso y Valle de Santa Ana compartieron
este año el resultado de su “Pincho solidario” y su gesto de Navidad
respectivamente; en Zafra la Junta Local de Hermandades y Cofradías se ha
comprometido y organizó un chocolate con churros el pasado sábado 17 de febrero.
También en Valle de Matamoros, en Mérida, La Lapa, Atalaya… Y mucha gente
aporta personalmente su poquito. A todos les digo gracias, porque
realmente merece la pena el esfuerzo. Es abrir horizontes para Nikol y
Niurka, y otros muchos. Ya les contaré cómo les va a estas mocitas.
1 comentario:
Con cada entrada, me llevas a comprender más y mejor que, efectivamente, el Xtianismo no tiene normas, sino AMOR A DIOS Y A LOS HOMBRES.
Hoy se llaman Nikol y Niurka, ayer eran las hermanas que demandaban unos ejercicios espirituales, mañana...mañana lo que te pidan y sientas, como siempre, que hasta Perú te llevó el AMOR y la entrega sin medida, aunque, a veces, tengas que "multiplicarte".
Dios sabe que muuuuchas veces le pido un corazón como el tuyo: sin normas, pero con infinito AMOR A ÉL y los HERMANOS.
ESE ES EL XTIANISMO!!!
Diosito te bendiga SIEMPRE.
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