A estas horas Domi debe estar surcando el río Napo, como
hace todos los años. Son recorridos de entre 12 y 16 días seguidos (sin
regresar a casita a dormir, ¿eh?), largos y exigentes, propios de esta misionera
de pura raza amazónica, que está cumpliendo 40 años de entrega en el Vicariato.
Toda una vida de leyenda, escrita con sonrisas, creatividad y fuerza.
La chapa (el mote) de Domi es Pishcu Chaqui, en
kichwa: pishcu=pájaro y chaqui=pie, es decir, pájaro que anda,
que va saltando siempre de un sitio a otro. No puede estar más acertado, porque
Domi se mueve, viaja; antes, cuando era coordinadora de pastoral del Vicariato,
por todo el territorio, y ahora por el Napo y por Angoteros.
Es gracioso, ¿no? Sí, pero para la gente naporuna es algo
muy verdadero y muy serio. El barrio donde está la casa misionera, en la
distribución urbana de Angoteros, se llama “barrio Pishcu Chaqui”. Sobran
los comentarios. Recuerdo que, en Santa María, una comunidad cercana, el kuyllur,
que se llama Serapio, al presentar a los que estábamos de visita, mencionó a “la
hermana Pishcu Chaqui”; ¿creen que alguien se rio? Nadies. Los moradores
bien formales y circunspectos.
Y es que sí, Domi tiene el nervio misionero de ir, de llegar.
En sus recorridos logra visitar todas las comunidades del distrito, 35 en total,
dos veces al año, sean católicas o no (los evangélicos, como todos, la aprecian
y ríen con sus bromas). En ningún otro puesto de misión alcanzan tal nivel de
acompañamiento. Y son viajes duros, donde se duerme en el piso, se come con la
gente, se han de cargar bultos pesados y a menudo no hay baño. Pues ahí está
Pishcu Chaqui con sus 64 primaveras, admirable. El resultado es que todas las
comunidades están mínimamente organizadas; de hecho, acuden a la tantarina
(encuentro de formación en Angoteros) personas de 20 localidades, lo cual es
una muy estimable proporción.
Pishcu Chaqui es más conocida en el Napo que Messi. Se para
por la calle con todo el mundo, a la casa está entrando gente constantemente.
Hay un niño de un par de años que se llama Joselu que baja la cuesta y no deja
de gritar con media lengua: ¡Domi caramelo! Hasta que consigue su objetivo. No
hay lugar donde no la reconozca alguien. El otro día, al subir al
deslizador, como no habían anotado su apellido en la lista, el muchacho le puso
“Domitila Coquinche”: Coquinche es el apellido más habitual en la zona,
medio pueblo kichwa se llama así… ¡la consideran uno de ellos!
Domi ha logrado lo máximo para un misionero, qué orgullo
y envidia sana. Cuando hace de anfitriona recibes multitud de pequeños
detalles: comidas ricas, un ronsito por la noche, preparar keke
juntos… Intenta siempre que se trabaje unidos y se esté a gusto en casa, a
pesar de las cucas, las goteras que se cuelan entre las hojas de irapay
y los crujidos de la pona cuando se camina en la noche.
Aunque tiene un polo que pone “ATEA”, Pischu Chaqui es un
ave profundamente creyente que, cada noche, antes de volar al sueño, se remonta
al Dios de la vida. Es la suya una fe libre y amazónica, cuyas mediaciones
son la belleza de la naturaleza y la nobleza de los indígenas. La foto recoge
el momento de “la limpia”, donde el chamán purifica el cuerpo y el alma mediante
las hojas en movimiento y el humo del mapacho (tabaco). La veo así, arrodillada
de espaldas, y me parece más viejita, casi a merced de los espíritus de la
selva.
De hecho, cuando releo lo que ya escribí sobre ella ("Pakrachu Madrina" 21 de agosto de 2017)) y miro nuestros rostros, me asombro de que hayan pasado ¡casi seis
años! Es escalofriante pensar que sus responsabilidades de entonces al
frente del Vicariato, ahora las tenga yo; una especie de broma del destino.
Porque soy “pesca suya”, y hoy, con muchas más experiencias compartidas desde aquel
2017, esas palabras se me quedan cortas.
Siempre me hace falta más de una entrada cuando se trata de
ella, su vida es tan intensa y rebosante. Pero no puede estar ya sola en la
misión, le va costando. Si hay algún misionero o misionera genuino que desee
navegar con Pishcu Chaqui y llevar en equipo sueños y tarea, que me contacte y
conversamos. No se arrepentirá.
1 comentario:
Hermosa historia. Una gran misionera a quien he tenido el gusto de conocer cuando estuve en el Vicariato de San José. Saludos y un abrazo a la distancia
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