Esta es
una historia muy hermosa, de esas que te hacen tener esperanza en la gente
joven y creer en la bondad del ser humano. No por aparatosa o deslumbrante,
sino por auténtica. Me da gusto contarla y así, al mismo tiempo, agradecer de
corazón a los protagonistas.
Como hay muchas personas generosas, suelo recibir aportes para la
misión. Entre estos amigos está Antonio Matito, profesor de religión del IES
“Santiago Apóstol” de Almendralejo, que siempre anima campañas en su instituto
para recolectar fondos y colaborar. En uno de mis viajes a España estuve de
hecho allí, conversando con un par de grupos de alumnos, y también en alguna
ocasión me han entrevistado vía telefónica para su programa de radio colegial.
De modo que, como otras veces, Antonio me avisa por whatsapp de que tiene un dinero para mandarme.
Pero esta vez su procedencia me deja sin palabras. Transcribo:
“El
dinero de este año lo estamos recaudando los alumnos del Ciclo Superior de
Industrias alimentarias y
los alumnos de 4º de la ESO. El año pasado se quedó pendiente una excursión que
no se pudo hacer por el COVID y los alumnos han decidido donar el dinero que
pusieron para la misión”.
¡Wow! Diosito lindo, qué gesto más noble: cambiar diversión por
solidaridad, invertir en ayudas a los que tienen menos. Me pareció genial y enseguida
se me ocurrió a qué fin dedicar ese fondo: hacer
posible que jóvenes iguales que ellos, pero con menos oportunidades, puedan
estudiar en la universidad. Y en concreto poder brindar una laptop (ordenador portátil) imprescindible
en tiempo de pandemia en Perú, donde la enseñanza es remota y hace más de un año que no hay clases presenciales ni se
las espera de momento.
Se unió a la iniciativa el IES “Maestro Juan Calero” de Monesterio,
donde mi hermana Mª Elena Caro, profesora de educación física, lleva tiempo
organizando una carrera solidaria. Los alumnos que participan compran sus dorsales,
al mismo tiempo se arma un mercadillo de comercio justo, y toda esa recaudación
se destina al alguna necesidad cercana o lejana, como por ejemplo sufragar
un microscopio para luchar contra el paludismo en el río Yavarí (ver aquí) hace
un par de años.
El año pasado le tocaba al curso de mi sobrino Luis, segundo de
Bachillerato, organizar el evento. Lo obtenido sería enviado “al Amazonas”.
Pusieron carteles, anunciaron por los medios, se iban a pintar las caras al
modo indígena para correr… estaba todo
preparado, pero sobrevino la cuarentena estricta y la cosa se fregó. Han transcurrido catorce meses, Luis está en Cáceres
estudiando, y la hucha con las aportaciones que habían ido recogiendo seguía en
el instituto. Así que me han depositado para sumar al apoyo a, en este caso
Oriana y Valery, pero podían haber sido otros:
Gracias alumnos del ciclo de INA y de 4º de ESO del “Santiago
Apóstol”. Gracias alumnos de 2º de Bachillerato 2019-2020 del “Maestro Juan
Calero”. Gracias Antonio, gracias Elena. Los
jóvenes son capaces de todo, y más cuando cuentan con buenos educadores.
Ustedes tienen una selva interior, llena de vida, que ha sembrado una flor de
amistad y fraternidad a orillas del Amazonas. Estos jóvenes, con los ojos
llenos de futuro, les reconocen el cariño que les han demostrado, aun sin
conocerlos.
Tal vez habría que empezar a ahorrar para cruzar el charco y venir
a visitarnos, porque están invitados; ¡esa si que va a ser una peazo excursión!
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