lunes, 9 de mayo de 2016

ENCUENTROS CAMINO DE LIMA


Estamos en pleno viaje de regreso a España (yo de momento me quedo aquí), y allá por donde vamos mis papás conocen a gente encantadora y descubren lugares increíbles. Está siendo un mes intenso e inolvidable.

En Chachapoyas nos hemos dejado cautivar por el sabor colonial de la plaza de armas y hemos transitado por la singular belleza del jirón Amazonas, que se parece a la calle Santa Eulalia de Mérida. Allí encontramos una cafarena para regalarle a Katy por su cumple, que pudimos celebrar juntos. Y gozamos de la compañía de Doris, de su mamá Hilda, de María Rosa, Juan Carlos y el pequeño Manuel, que está casi tan bonito como nuestro Manuel y es de su misma edad.

Pasar con Katy el día 6 de mayo (que además es mi aniversario de ordenación) es sorprenderse de lo que siginifica ella en Chacha. No deja de llegar gente a la casa, aparecen regalos, el celular está todo el rato a full de llamadas... Tremendo.

Junto al templo mayor de Kuelap
Otro día fuimos a Kuelap, la ciudad fortificada de los chachapoyas. Una joya arqueológica cercada por nubes a 3000 metros de altura. Hubo que caminar un trecho curioso, pero creo que estos dos están ya curados de espantos después del Machu Picchu y la cueva de Leo, jaja. Estábamos casi solos en ese lugar milenario y mágico, acompañados por la excelente guía Rosa Beatriz, que nos ayudó a disfrutar de una mañana maravillosa. Al bajar se despidió porque tenía que ir a preparar la comida de sus niños al salir de la escuela.

Siguiente etapa: Leymebamba. No se pueden hacer fotos de las momias del museo, pero a mi mami no hay quien la dome; sale un poco movida por las prisas, no sea que llegue alguien...

Un rato más tarde, nos acogieron las religiosas Apostólicas, Elsa y Soco, simpáticas y serviciales.
Tuvimos también un rato para ver la parroquia, leer la inscripción grabada en el sagrario donado por D. Antonio Montero y tomarnos esta instantánea:

El padre y el monaguillo (con barba), jeje
Ayer tocaba pasar a Celendín atravesando el Calla-Calla... una carretera que bordea los abismos de la cordillera, que asciende a 3600 metros y luego baja hasta el nivel del río Marañón. Frío, miedo... y al rato calor combatido con agua de coco helado. Otra aventura superada en nuestro país de contrastes que es el Perú.


Nos despedimos de Juanita en su casa
La recompensa fue realmente vacán: gazpacho, tortilla de patatas y ceviche prepardos magistralmente por Juanita, ese encanto de mujer que cuida a los padres de Celendín. Y la compañía y la hospitalidad de Antonio Sáenz, con un güiscacho antes de dormir y una enjundiosa conversa.

La última etapa de nuestro paseo de vuelta es Cajamarca. Papá va a vibrar pateando los escenarios de la historia de Pizarro y Atahualpa, siempre acompañados por Manolo Vélez, que se vuelca en acogernos. Tendremos tiempo para acercarnos a una cascada, dejarnos atrapar por el primor de la iglesia de Belén, visitar Polloc, tomar un pisco sour y sentirnos consumistas en el Real Plaza. Pero nada nos impresiona más que la gente, que es lo mejor de esta experiencia sin duda.

En Llacanora con Manolo

El Museo Leymebamba

No hay comentarios: