Estamos en pleno viaje de regreso a España (yo de momento me quedo aquí), y allá por donde vamos mis papás conocen a gente encantadora y descubren lugares increíbles. Está siendo un mes intenso e inolvidable.
En Chachapoyas nos hemos dejado cautivar por el sabor colonial de la plaza de armas y hemos transitado por la singular belleza del jirón Amazonas, que se parece a la calle Santa Eulalia de Mérida. Allí encontramos una cafarena para regalarle a Katy por su cumple, que pudimos celebrar juntos. Y gozamos de la compañía de Doris, de su mamá Hilda, de María Rosa, Juan Carlos y el pequeño Manuel, que está casi tan bonito como nuestro Manuel y es de su misma edad.
Pasar con Katy el día 6 de mayo (que además es mi aniversario de ordenación) es sorprenderse de lo que siginifica ella en Chacha. No deja de llegar gente a la casa, aparecen regalos, el celular está todo el rato a full de llamadas... Tremendo.
Junto al templo mayor de Kuelap |
Siguiente etapa: Leymebamba. No se pueden hacer fotos de las momias del museo, pero a mi mami no hay quien la dome; sale un poco movida por las prisas, no sea que llegue alguien...
Un rato más tarde, nos acogieron las religiosas Apostólicas, Elsa y Soco, simpáticas y serviciales.
Tuvimos también un rato para ver la parroquia, leer la inscripción grabada en el sagrario donado por D. Antonio Montero y tomarnos esta instantánea:
El padre y el monaguillo (con barba), jeje |
Nos despedimos de Juanita en su casa |
La última etapa de nuestro paseo de vuelta es Cajamarca. Papá va a vibrar pateando los escenarios de la historia de Pizarro y Atahualpa, siempre acompañados por Manolo Vélez, que se vuelca en acogernos. Tendremos tiempo para acercarnos a una cascada, dejarnos atrapar por el primor de la iglesia de Belén, visitar Polloc, tomar un pisco sour y sentirnos consumistas en el Real Plaza. Pero nada nos impresiona más que la gente, que es lo mejor de esta experiencia sin duda.
En Llacanora con Manolo |
El Museo Leymebamba |
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