El otro día, en el consejo de pastoral del Valle de Matamoros, repasando la programación que tenemos para este curso que comienza, nos dimos cuenta de cuánto hemos mejorado y avanzado en los últimos cuatro años. Y oyes, fue refrescante.
Que no se vaya naide a pensar que el pueblo ya está evangelizado o algo así. Qué va. Son pasos muy modestos, a la medida de esta comunidad sencilla, compuesta fundamentalmente por gente mayor, que va comprendiendo y viviendo eso de la corresponsabilidad en la misión.
Por ejemplo: cuántas veces he llegado yo los domingos a las 11 (la misa es a las 11:30) y, solito, he abierto la iglesia y he puesto hasta la última vela. Pues ahora, cuando llego a las 11:10, ya hay un grupo de gente que lleva allí un rato y ha preparado todo: las cosas de la misa, las lecturas (mirando primero la epacta, ¿eh?) y los lectores, los cantos... to to to to. Es su Eucaristía y ellas (porque son casi todas mujeres) cuidan que esté todo listo, limpio y ordenado.
¿Y qué decir de los dineros? Pues que yo ni los veo. Ellas los recogen, cuentan e ingresan. Jesús Villafaina accede a la banca electrónica y lleva la contabilidad como un reloj. Cuando nos reunimos en el consejo económico, se nos informa del estado de las cuentas, hacemos y controlamos el presupuesto, decidimos qué hay que arreglar o comprar... Una tarea que recae sobre los laicos en un 90%, porque ellos sienten que es su parroquia.
Tenemos también equipo de Cáritas que empieza a volar con más iniciativa. La semana pasada han tramitado ellas una ayuda al fondo FAOG coordinándose con la trabajadora social; yo tuve que intervenir solamente para dar un par de datos. Ahí, como unas campeonas.
Evidente que hay muchas historias que requieren la presencia del párroco, su empuje y orientación. El proceso continúa, pero la gente del Valle está en disposición de llevar adelante su parroquia sin depender de que el cura esté constantemente encima de todo. De hecho, la fiesta de la Patrona en agosto, con sus misas, procesión y bingos la llevaron adelante sin problema alguno y conmigo en el quinto pimiento.
Como los fórmula 1 evolucionan y, después de unos arreglillos, corren más, pues así mi querida parroquia vallera, con paciencia, buen humor y generosidad, mejora la aerodinámica de su ser comunidad, la fiabilidad evangelizadora y su velocidad punta de construcción del Reino. Y eso me llena de "orgullo y satisfacción", como diría el otro.
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