jueves, 18 de octubre de 2012
UN GESTO QUE LO DICE TODO
En apenas dos o tres días Nemesio ya se volvía para Zimbabwe, y yo me marchaba rumbo a mis ejercicios, así que nos despedimos por teléfono. "Buen viaje", "cuídate", estamos en contacto", etc., vamos, las cosas que suelen decirse en momentos así.
Pero justo el rato antes de mi viaje (a Sevilla para coger allí el tren a Valencia), aquel viernes 29 de septiembre, por la tarde, un poco antes de la misa de las 8:30, se presentó sin avisar. Nos dimos un abrazo, nos revestimos y concelebramos la Eucaristía junto con cuatro mujeres que nos acompañaron; una de ellas nos echó esta foto al final (el bulto de abajo es su dedo).
En el silencio de la iglesia los días de diario, le presentamos al Señor nuestras manos abiertas... El deseo que tiene Nemesio, lo que a él le gustaría, y mi disponibilidad sincera a lo que Dios quiera ponerme por delante; y los dos, la aceptación alegre de las direcciones que puedan tomar nuestros caminos a corto o medio plazo. Con mucho cariño y con gran libertad: manos extendidas y vacías.
Así que nos pudimos decir "adiós" mirándonos a los ojos; o "hasta pronto"... Sin discursos, Nemesio me dijo mucho queriendo venir a verme precisamente a mí antes de volver a África. ¡Gracias, compañero, y buena misión!
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