Y es que hoy mi sacerdocio cumple 12 años, ¡felicidades! Es para mí un día especial que solo puede comenzar con una plegaria de agradecimiento a Dios por tanta vida, por tantas experiencias y tantas personas que en este tiempo he tenido la suertaza de conocer.
Nunca hubiera sido capaz de imaginarme las cosas que me han ocurrido, todo ha sido "mucho más" de lo que aquel sábado de feria de Sevilla yo podía entrever. La realidad, la gente, me ha desbordado en todos los sentidos, y casi siempre por bondad y por fe.
Así que entro en la adolescencia como cura (así se llama en mi pueblo a los adolescentes, mostrencos, jajaja). ¿Eso significa que ya tiene uno "más conocimiento" o que se avecinan conflictos con los mayores? (Jejeje). Más bien quiere decir que ya cuento con registros apreciables de experiencia y que al mismo tiempo conservo la energía del principio. Es la ilusión de aquella mañana pero situada, pasada por el tamiz del realismo y reconfigurada con las coordenadas de lo concreto.
Porque solo existe el momento presente, estas comunidades parroquiales, estas personas, y solo a ellas he de dar respuesta y entregarme. No pienso en ser sacerdote "maduro", únicamente aspiro a ser sacerdote "uno-de-los-nuestros", en expresión de Bernhard Häring. Y decrecer (Jn 3, 33), de modo que mi vida esté llena por completo de los demás y no de mí; desde aquel momento solemne en que yo fui el protagonista hasta lograr que en el centro estén los pies cansados, y solamente los pies cansados.
Dame Señor la sabiduría para agacharme lo necesario. Menos mal que con 12 años la espalda está toavía bien.
1 comentario:
Muchismas felicidades. Ala, ha seguri doblando el espinazo.
Un fuerte abrazo
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