Sucede a menudo que personas en mi pueblo se van al hospital por una operación o por "reparaciones"; los días de ausencia la gente se interesa, pregunta, comenta... Y cuando el enfermo regresa se produce una peregrinación de visitas. Y visitas con premio.
Los familiares (medio pueblo aproximadamente), los vecinos, las amistades... van acudiendo a casa del convaleciente. Con la mejor intención, y esa solidaridad instintiva de los pueblos chicos, se sientan un rato en la casa para escuchar la historia de las tataratas eliminadas, la aventura de la colocación de la rodilla nueva o esa hernia que daba la lata que ya me lan quitao y man dao nosecuántos puntos.
Muy a menudo, especialmente la gente mayor, lleva un detalle, generalmente comestible: un pack de yogur, un cartón de zumo, un bizcocho hecho en casa... Curioso y bonito, como queriendo colaborar a "que te pongas bueno, tómate esto que te va a asentar bien". No va el personal con las manos vacías, el "lo tuyo me importa" se materializa de esta forma sencilla y expresiva.
A veces, si no puede alguien ir personalmente, le envía al enfermo con un conocido un manojo de espárragos o un paquete de actimel que por lo visto es muy sano. A mi un día se me presentó una vecina con un queso fresco porque el médico había estado en mi casa por la mañana (era para desayunar); la mujer ni entró, pero el queso, o el yogur o unas perrunillas son un trasunto de la preocupación, de la cercanía.
Cuando es la familia entera la que se trastoca por noches de hospital o tanatorio, al llegar a casa, cansados y a veces hundidos, se encuentran con la comida hecha para ese día y los siguientes, en los que acumularán cariño y zumos. Me contaron el otro día que en Barcarrota, un pueblo de aquí cerca, las vecinas se organizan con el restaurante: se encargan las comidas necesarias (a veces los familiares vienen de lejos a un entierro), se apuntan quienes quieren colaborar y al final se paga entre todos. Es fenomenal: ¡aquí la amabilidad permanece en el anonimato!
Variantes de solidaridad en zapatillas, que combate la cancamurria y la tristeza a base zuguetazos de cariño con sabor a fresa, a piña, a bondad.
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