- Pactar con los dolores cotidianos: aceptarlos, amar tus heridas, ”el cáncer me ha dado la vida” (decía Paco Contreras); “Comencé a vivir cuando el médico me dio que tenía sida y que la muerte era segura”…
Conozco a un paralítico extraordinario
Me dijo: "Sabe, padre, yo comencé a
vivir realmente después de que quedé paralítico.
Por primera vez en la vida, tuve tiempo de mirarme a mí mismo,
ver mi vida, mis reacciones
y mis pensamientos. Mi vida se hizo mucho más
profunda, más rica y mucho más atractiva que antes".
¿No es notable que un paralítico haya encontrado la vida
y que tantas personas que caminan libremente
de un lado para el otro no la hallen,
porque están paralizadas por dentro?
- Encontrar las manzanas, jejeje.
Un indio, condenado a muerte, se escapa, y como lo persiguen de cerca se sube a un árbol que está colgado frente a un precipicio. Abajo lo esperan sus guardianes. No tiene escapatoria. Pero de pronto, descubre que el árbol al que se subió es un manzano. Entonces toma su fruto y se pone a disfrutar las manzanas que están a su alcance. Esto es saber saborear el presente, sin proyectar el pasado en el futuro.
Siempre estamos “regular” o siempre estamos bien, depende de cómo nos situemos. En lugar de quejarnos (“tú estás mal, pero anda que yo”), lo nuestro es ver la vida con ojos positivos, como el ciego que supo percibir en Jesús la salvación.
Creer es afinar y descubrir todo lo bueno que hay en las personas y en el mundo, ¡hay manzanas riquísimas!; y si lo positivo está escondido o es pequeño, ser como prismáticos que buscan y encuentran los tesoros ocultos.
Ser comunidad festiva es celebrar la vida, esta vida con sus contradicciones, mezcla de alegría y dolor, pero llena de belleza, de sentido y de amor. Y celebrarla como una auténtica fiesta, siendo como el vino que alegra y no amarga; el vino es el alma de la fiesta, la parroquia el alma del pueblo.
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