sábado, 9 de julio de 2016

DÍAS DIFERENTES


No todo es trabajo trabajo y trabajo. De vez en cuando aparecen días, medios días o ratos a modo de oasis en los que disfrutar de un buen parón, cambiar de actividad, relajarse y... descansar. Algo necesario como el comer si quiere uno mantenerse vivo y activo, regresar renovado al trajín de los días y durar.

El domingo de las elecciones quitamos las misas (en Perú, además de ser obligatorio sufragar -te ponen multa-, no puede haber reuniones en horario electoral y está prohibido vender alcohol desde la mañana del día anterior), Baltazar se fue a su casa y los extranjeros sin derecho a voto nos encajamos en las aguas termales de Tocuya a pasar una jornada de baño, solcito y relax. La Colpa es una piscina natural de aguas sulfuradas, un lugar precioso con el único inconveniente que te pasas dos o tres días después oliendo a huevos podridos por culpa del ácido sulfhídrico disuelto en el agua.

Las religiosas de Huambo llegaron con sus hábitos y al toque fuera gorros, faldas, y al agua patos. Jaja, ¡cómo me sorprendieron por normales! El de la izquierda es Paco, el misionero laico mexicano que conocí en Indiana en febrero. ¡Qué rico chapuzón nos pegamos! Y con el hambre que da la piscina nos jincamos un plato de trucha frita que estaba de muerte y no sabía a azufre ni nada, ¡toma ya!

El día de San Pedro es feriado en Perú, no se trabaja, así que dije: ¡esta es la mía! Me levanté más tarde, desayuné, cerré la puerta y... ¡a leer! Agarré mi Ebook y comencé "Lágrimas en la lluvia", de Rosa Montero. Ya había olvidado cuándo fue la última vez que no dedicaba un rato así a disfrutar del placer de la lectura, sin prisa, sumergiéndome en la historia, dejando que el tiempo se escurra lentamente, saboreando, esparciéndome, descomprimiéndome.

Un par de veces he logrado separar una mañanita en Limabamba o Huambo para retirarme. Llego con mi cuaderno, la Biblia y el libro de los Ejercicios; según lo que necesite o por dónde ande, así oriento esas 3 o 4 horas de oración, reflexión, revisión y planteamiento. La última vez fue anteayer, lo necesitaba como tierra reseca, el discurrir de la vida cotidiana a veces te agota o te erosiona el humor y es imprescindible abrir el brocal del pozo y beber tranquilo.

Y luego están los puntuales almuerzos extremeños. De vez en cuando, si me quedo solo, le doy vacaciones a doña Anita la cocinera y abro el cajón de las maravillas ibéricas (que está en el frigo de la casa), compro pansito, pido a Elda una cerveza Cuzqueña de trigo, y viajo con el paladar a mi tierra. Caen unas buenas tapas de jamón, chorizo, lomo y hasta queso ha llegado en la caja de Serpost. ¡Qué rico! Después una siesta y vuelta a la trinchera repuesto y sonriente.

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