En este frágil esquife* siempre a punto de naufragar que es la catequesis, ya comentamos aquí que se impone probar cosas nuevas, distintas, innovar, ensayar, "a ver qué pasa"; puesto que los métodos de siempre conducen habitualmente a los acostumbrados fracasos (29 de abril de 2013).
Los estamos intentando en el Valle de Matamoros ese curso, con un mini-grupo de dos muchachos de segundo de Confirmación, Nerea y Raúl. Se trata básicamente de que ellos hacen cada semana un ejercicio sencillo de contemplación de escenas del Evangelio. Aprendimos el primer mes, con un esquema ignaciano clásico pero simple, adaptado a su edad:
1. Busco mi momento, mi espacio y mi postura adecuados.
2. Me relajo y me concentro con alguna técnica fácil: centrarse en la respiración, recorrer y "soltar" las partes del cuerpo, fijarse en los sonidos exteriores y dejar la mente en blanco, etc.
3. Caigo en la cuenta de que estoy en la presencia del Señor, en su compañía.
4. Leo el texto del Evangelio que voy a contemplar.
5. Me imagino el lugar físico de la escena.
6. Contemplo a Jesús y a las demás personas como si yo estuviera allí presente: veo sus rostros, sus ropas, oigo lo que dicen, miro lo que hacen...
...y anoto en mi cuaderno lo que siento, lo que me sugiere.
7. Dialogo con Jesús "como un amigo habla con su amigo". Le cuento lo que me pasa, le doy gracias, le pido lo que necesito...
Durante la semana ellos trabajan el texto correspondiente. La reunión del martes empieza revisando cómo les ha ido, la experiencia que han tenido, qué sentimientos despertó el ejercicio en ellos, cómo ha sido el encuentro con Jesús, ¿han podido hablar con Él?, etc. A continuación, ese pasaje lo "enganchamos" con el contenido que estamos tratando, siempre dentro del esquema ver-juzgar-actuar, conectando con la vida y abriendo al compromiso. Nos valemos del material de Galicia tuneado por Nacho Pérez y la gente de Olivenza.
Así que los "temas" comienzan con el encuentro personal con Jesús a través de la contemplación evangélica. El trabajo de grupo es más corto, menos escolar, y depende más de lo que ellos traen visto, oído y sentido; y además aprenden sin darse cuenta a orar, pueden ir adquiriendo hábitos y dinamismos de relación cotidiana con el Señor.
¿Que qué tal por ahora? Pues creo que bastante bien. Noto que vienen con el texto trabajado; a su modo, pero se ve que lo conocen. Dicen que sí, que le cuentan cosas a Jesús en el punto 7, y que Él les habla también. Y cuando en alguna ocasión hemos hecho la contemplación juntos, estábamos los tres en total silencio, relajados, orando... Os aseguro que es una gozada que no tenía en mi largo registro de catequista repetitivo y previsible. ¡Lo recomiendo!
No creo que sea la panacea. Pero es algo que se mueve y "se sale". Si nos estrellamos, pues cambiamos de nuevo. Se admiten más ideas.
* Ver "Astérix en Bretaña"
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