sábado, 28 de abril de 2012

GENTE MOTIVADA


Cuando los jóvenes quieren, son imparables, no hay nadie que se emplee con más energía, nadie que destile tanta ilusión. Y los hay que están por la labor de implicarse, de moverse en el rollo de Jesús a su manera, ¡existen jóvenes que aspiran a que el mundo sea mejor! Necesitamos recordarlo cada día para no tropezar con el alarido y el lamento de "lo mal que está la juventú". Demostraron lo que valen en el 15-M y lo repiten otros días; a mí me lo han mostrado esta semana.

Anteayer los jóvenes de nuestro grupo de la JEC de Valle de Santa Ana realizaron un taller en el Día del Centro del instituto Ramón Carande de Jerez de los Caballeros. En medio de la marabunta de actividades, propuestas, exposiciones, juegos... allí plantaron su iniciativa como parte del "actuar" de su campaña, que este curso trata sobre cómo cambiar y mejorar el centro para que sea más educativo, más humanizador y más evangélico.

Con simpatía, entre sonrisas y música, hicieron que sus compañeros respondieran en un post-it a la pregunta: "¿qué podemos cambiar en el instituto?"; juego de la sábana, baile sujetando un pinchito, carcajadas y piruletas, y en un plis-plás un par de cartulinas llenas de propuestas, opiniones y sugerencias. ¿Puede ser de otra manera en un día de fiesta y entre gente tan joven, tan rebosante de vida? ¡Qué buen rato pasé, cómo noté recargarse de frescura mis arterias rodeado de tantos jóvenes, cómo lo necesito! Y qué orgullo secreto sentía por ellos (supongo que algo parecido a cuando los padres ven a sus hijos hacer algo que merece la pena).

Ya les han pedido los post-its los del equipo directivo. Ayer tarde los dialogamos, los resumieron y agruparon por temas para sacar un paquete de propuestas para presentárselas a los jefes de estudios; hay de todo: que haya semana cultural, que los partes no sean arbitrarios, que disminuyan las peleas, que haya más solidaridad, que mejore la calidad didáctica de las clases... Y ahora van a hacerle una encuesta a los profesores para contrastar su propia opinión con la de los alumnos...

Y luego... ¿qué hacer con eso? Será el siguiente paso, a ver a qué compromisos les lleva. En fin, que yo flipo. No hay nadie mejor que los jóvenes. No encuentro mejor antídoto contra las recaídas en la cancamurria de mi corazón deficitario. Cuando me siento un fracaso, ellos me hacen respirar. Si supieran cuánto los necesito quizá se aprovecharían; madre mía, la de veces que lo habrán hecho. Y seguramente por eso sigo aquí. "Te quiero... pero no me puedo reir", ¡jejejejeje!

1 comentario:

Jesús Sánchez Martín dijo...

Gracias César por esta lectura de la juventud. Hacen falta manos que escriban lo que merecen la pena. No son el futuro, son el presente.

Un abrazo,