La velá es una fiesta que "se organiza sola"; se encarga un grupo de la barra y la gente va pagando los lomos para los montados, de manera que el evento sale casi gratis: sólo hay que pagar las bebidas, el pan (bueno, la mitad) y el grupo musical (este año hemos llamado a La Pilila, que animó mucho).
Los días anteriores la gente va dando regalos para la tómbola; se preparan, se encargan las papeletas (nos las regalan).. y a vender. Aquí tenemos una instantánea de las encargadas del tema.
También los vecinos regalan dulces, que se venden: prestinos, perrunillas, flores, tartas, bizcochos... Entran de miedo como postre y dejan igualmente un pico para la parroquia. Reme la vara verde y Manuela saquearon a todo el que se acercó con cara de hambre.
La barra funciona con tickets; aquí están los responsables de tal menester: Loli, Gabriel y su hermana Teresa. Gabriel es mi socio en la edición de la hoja parroquial y es el creador de la cabecera de este blog.
Papel destacado tienen las cocineras, aquí vemos a Ascensión, María la Reviva y Conce. A pesar de su velocidad y destreza en preparar montaditos, pinchitos y raciones de carne, la verdad es que durante la "hora crítica" no dan abasto: una avalancha humana... Pero de tó se sale. El año que viene hay que buscar un par de planchas más.
Los de la barra: unos especímenes peculiares, vestidos todos de rojo (Gabriel Venegas trajo las camisetas) y a tope de generosidad y entrega. El cura también iba uniformado, porque en esta barra todas las manos son pocas. Parece que no, pero poner cubatas tiene su ciencia; y servirlos deprisa, más.
La velá ha salido económicamente bien a pesar de que hacía más frío que robando vacas: este chal lo atestigua. Cuando en el recinto ferial se pone a soplar el aire estamos perdidos.
Fundamental para el éxito del evento ha sido este año el bingo. Ya antes de llegar los de la Hermandad de la Virgen de los Dolores vendieron una panzá de bingos. Mari Carmen colocó otros tantos en la misma noche; David y la Mari cantaron los números. Ni que decir tiene que los premios eran regalados: un jamón, un reloj... casi ná.
Quedan para la trastienda los trabajos de montar y recoger, una buena paliza... Acabamos reventados pero felices: la parroquia es de todos, y todo el mundo participa aporta y colabora para que se sostenga. ¡Es un gustazo ser uno de vosotros! Hasta el año que viene
1 comentario:
Todos salimos muy guapos, pero pon también una foto tuya, hombre, que "haberlas, haylas".
¡Un abrazo!
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