jueves, 19 de noviembre de 2015

POR SI NO HABÍA BASTANTES EMOCIONES


Siempre me han dado miedo las motos, sobre todo desde que me caí con aquella Puch Caribe que teníamos en casa cuando era adolescente. Jamás me había atrevido a subir a un cacharro de esos de marchas, y cuando conducía en España, las motos que me adelantaban me daban repelús de lo que corrían. Pero... quién te ha visto y quién te ve: como en tantas otras cosas, acá hay que tunearse y hasta recrearse en buena medida.

Cuando llegué a Mendoza me preguntaron si manejo moto. "No"- dije yo sin dudarlo - "me da miedo. Yo manejo carro". (Cuándo voy a aprender a callarme). Lolo, que estaba en enero de visita, me animó mucho explicándome que por estos andurriales es una cosa muy útil; fuimos a la explanada del mercado de ganado para aprender, y ahí ya me caí un par de veces. No sé cómo se atrevió a montarse conmigo aquel mismo día. Quizá se me pegó algo de su temeridad.

Al principio me ocurrió de todo, como corresponde a mis habilidades naturales. Arrancar la moto era una auténtica odisea, aprender dónde estaba el aire, lograr ponerla en punto muerto... Me quedé sin combustible un par de veces porque no tenía ni idea de nada, qué había que echarle (¿gasolina de 90, de 85...?) ni cuándo, ni abrir el tanque, ni si había reserva y cómo funcionaba eso. No sabía ni dejar el casco en sitio seguro cuando no lo llevaba puesto, y de hecho uno se me cayó y me cargué la mica (la visera). Un portento de motorista, vaya.

Capítulo aparte merece la puerta del garaje, ¡qué trabajito me ha costado lograr aprender a guardar la moto! Hay que acelerar para que remonte el sardinel*, pero no mucho porque si no te chocas con el carro aparcado; resultado: me caí varias veces ahí mismo. y no se qué me dolía más, la espinilla por el golpe o el ridículo. Lo peor de caerse es que necesitas que alguien te ayude a levantar la moto, porque pesa un montón.

Un par de veces me atreví a ir a Limabamba, en plena época de las lluvias más gordas desde hace años, así que tuve que conducir aterrorizado sobre barrizales, y ni que decir tiene que también di con mis huesos por tierra. Hasta el punto de que dije "nunca mais" y desde el mes de marzo no he vuelto a llegar allí en dos ruedas (uno se hace consciente de sus limitaciones). Pero lo intenté de nuevo el fin de semana pasado y llegué sano y salvo, toma ya.

Porque veo que ya voy aprendiendo. Ya se arrancar la moto y meterla en el garaje; ya se abrir el tanque, ponerle aceite a la cadena y colocar el casco en el espejo. Cuando voy a Huambo o Longar ya ni me planteo si habrá barro o no, he bajando varias veces por la carretera del valle rodando por esas piedras sin problema, me pongo a 60 por el aeropuerto y la pista de Omia creo que la moto la ha memorizado. Y hasta fui el otro día a Chirimoto y Milpuc, subiendo y bajando tremendo desnivel por Chontapampa bajo un lluvión, y sin problema.

Puede parecer una tontería, pero me siento más orgulloso que cuando aprobé Electricidad y Óptica en tercero de carrera. Además, Ángel tenía razón: "la moto es muy bonita", me decía. Verlo a él de acá para allá, con 70 años en la Honda, me hizo pensar por qué yo no podría. Y ahorita me muevo con libertad, puedo llegar fácilmente a más lugares... y me encanta (aunque a mis padres no tanto). Miedo botado -más o menos- y prueba superada; eso sí, con una medida de la Virgen del Pilar siempre atada al manillar. Lo siguiente: entender de una vez la bolsa y los tipos de interés... ¿seré algún día capaz?

* Escalón que forma el borde exterior de la acera (RAE).

2 comentarios:

Tita dijo...

Es que vales "pa to".No hay nada que tú te propongas que no consigas. Adelante campeón sigue con esa labor tan bonita que haces ahí.

Anónimo dijo...

Te vas a sacar el carnet de moto, pero con matrícula de honor :), porque con esos caminos con barrizales y cuestas enormes es difícil conducir. Has hecho lo que hay que hacer, perderle el miedo pero no el respeto.
Poco a poco te iras cayendo cada vez menos (o nada claro), pues como todo es cuestión de práctica,y cuando te des cuentas, habrás aprendido a que algunas veces se te caiga la moto (en sitios muy pedregosos o de mucho barro,...) y tú te quedes de pie y te libres del golpe.

Me alegro mucho de que sigas superando retos que puedan facilitarte tu misión.