Desde hace varios días estoy impactado. Aterrorizado. Abrumado.
Por eso no escribo. No sé qué decir.
Debería quizá compartir lo grato de mi encuentro en Granada con Celia y Carlos (¡la amistad es la clave de la vida!)... pero no puedo.
Quisiera expresar lo importante que está siendo para mí la experiencia de los Ejercicios Ignacianos que Adolfo Chércoles, amablemente, me está dando... pero no acierto.
Me gustaría transmitir lo que sentí paseando por Granada, pateando los escenarios de mis primeros estudios como joven salesiano quince años atrás... pero no soy capaz.
Y mencionar la alegría del paseo con Alejandro... pero me parece hasta improcedente.
Porque el viernes, en Monesterio, perdimos a Cristina Naranjo, una chica de 16 años que murió después de tres súbitos, inesperados e injustos ataques cardíacos.
Conozco a Cristina del curso pasado, de colaborar en su preparación a la Confirmación, y de acompañarla junto con Tere en el grupo que iniciamos después, que quería (ójala siga queriendo) ser un grupo de la JEC.
No puedo comprender cómo esta joven inteligente, despierta y responsable ha desaparecido para siempre de nuestros ojos en un momento; no consigo encajar por qué esta persona valiosísima por dentro y por fuera ya no está con nosotros. Siempre me pareció "una pedazo de tía", una personalidad preciosa, con enormes cualidades y una peculiar capacidad para estar contenta en todo momento.
No logro borrar de mi retina la imagen de su madre, convulsionándose, pateando el suelo incapaz de soportar el dolor; no logro apartar de mis oídos los llantos, los gritos; sigo sintiendo el sabor amargo de las lágrimas de sus compañeros, de sus profesores, de mi hermana, de Tere, de sus amigas Bea, Irene...
A duras penas he pasado estos dos o tres días, intentando convivir con mi propio pesar, tratando de eludir esa pregunta... un poco devastado por la impunidad y la brutalidad de la muerte, desolado por no poder hacer mas que llorar yo también, sin palabras, sólo con silencio...
El mundo es hoy peor sin ti, Cristina; y vivir es más trabajoso y difícil sabiendo que te has ido sin poder despedirte.
Vivir sin Cristina. Vivir ha perdido parte de su significado sin ti. Vivir hoy no es igual que vivir antes del viernes. Y lo sabemos; lo sentimos y lo tememos.
2 comentarios:
Ánimo César. Si lo que te sale es desahogarte, hazlo. Estoy aquí si necesitas un hombro donde llorar. Un beso.
Leer sobre la muerte me remueve tanto por dentro que apenas salen las palabras, y porque creo que muchas veces sobran. Deseo mandarte mi compañía, cariño y oración para tí y los que estábais unidos a Cristina.
Abrazo fraterno
MAMEN
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