miércoles, 14 de septiembre de 2011

PREGÓN EN VALENCIA DEL VENTOSO (II)

La cultura la crean las personas y los grupos, y en nuestro pueblo, la crean las asociaciones. La Asociación de Mujeres Atenea, la Asociación Juvenil, las Hermandades… y sobre todo la Asociación Cultural Ardila, que proyecta, organiza y remueve. ¡Qué gozada el belén viviente! ¡Cuánto he disfrutado en la cabalgata de los Reyes Magos (y lo sigo haciendo…)! ¡Y qué divertido es vestirse de gigante o cabezudo en agosto! Y darle en el culete soplamocos a los niños mientras intentas esquivar los balcones, no vaya a ser que haya algún farrondón y alguna vecina relate…

Pero el corazón del pueblo, la clave de su cultura y de su tradición, es la Virgen del Valle. Ella es nuestra esencia, profundísimamente arraigada en nuestras vidas. El quince de agosto la traemos: recuerdo cómo me impresionó la primera vez… ese gentío… ese respeto… Pero lo que me dejó admirado y todavía hoy me sobrecoge es la estancia de la Virgen en la Parroquia, cómo le muestra la gente el cariño a la Señora. Esas noches de verano, la iglesia oscurita, la silenciosa presencia de la Virgen, que, delicadamente engalanada, llena los ojos de los valencianos que acuden a saludarla; la intimidad de las conversaciones con Ella… le confiamos nuestras cosas, es la Madre que recoge los dolores y las ilusiones de sus hijos y devuelve generosamente amor, compañía constante y comprensión… Fiel retrato de nuestro pueblo, de la belleza de su condición. ¡Viva la Virgen del Valle!

Hay aquí muchas cosas estupendas, pero lo más hermoso y mejor de Valencia es su gente. Me sentí y me siento muy querido. Recibí mucho cariño en forma de pequeños detalles de todos los días; notaba siempre la preocupación, el afán por cuidarme, por protegerme y ayudarme. Muchos días he llegado a casa y me he encontrado un plato de garbanzos valencianos que nuestra querida Pili me ha dejado. Y en los momentos malos que pasé, cuando sufrí y lloré, encontré a mi comunidad parroquial para sostenerme. Una parroquia viva, de gente dispuesta, servicial y abierta a los cambios; hicimos muchas cosas, hubo aciertos y decepciones, sonrisas y también lágrimas... Trabajamos mucho, a veces demasiado, pero sobre todo compartimos mucho, compartimos realmente nuestra vida.

Una parroquia al estilo de Valencia, que se vuelca con los que más necesitan, que atiende como nadie a las llamadas a la solidaridad: ahí está el taller solidario, que cada año colabora con África, con Hispanoamérica, ahí están las campañas de Cáritas… tremendo cómo la gente responde. Pero os he de decir, ahora que no nos oye nadie, que para mí fue emocionante lo que se generó con motivo de la obra del tejado de la iglesia. ¡Qué bárbaro! ¡Qué generosidad la de mi pueblo! ¡Qué calidad humana tiene su gente! ¡Qué suerte haber sido su cura! ¡Qué regalo mi hizo Dios!

Las Nochebuenas, después de haber celebrado la Misa, me marchaba a casa con sentimientos encontrados: feliz de pasar esos momentos con mi familia, y al mismo tiempo pesaroso por dejar a la gente en las Candelas y perderme unas ocasiones preciosas para convivir, reír y celebrar juntos. Aquí en el pueblo encontré verdaderos amigos: personas especiales, hermanos que saben de mis heridas, mis caídas y mis batallas, y decidieron ser un trozo de mi vida y un pedazo de mi ser; amigos que me ayudan en la tarea apasionante de vivir.

Aquí en Valencia pasé los dos años más felices de mi vida. Hasta que llegó aquel día fatídico de finales de mayo en que, bruscamente, me dijeron que tenía que irme: pocos momentos peores que aquel recuerdo en los años que tengo. Un gran dolor me invadió y tengo el corazón farrondao desde entonces.

A la hora de despedirme me dijeron cosas muy bonitas: “llevas dos años, pero es como si llevaras 9”; o “quédate con nosotros, aunque no seas cura”. Valencia ha sido como mi escuela, mi primera experiencia, la más especial, que me ha marcado para siempre, como el primer amor. Aquí eché los dientes como cura. De hecho, los años que siguieron no fueron así de redondos. Solamente ahora, en Valle de Santa Ana, me siento parecido a como cuando estaba aquí en el pueblo; los santaneros que me acompañan hoy se lo tienen que tomar como el mejor piropo de mi parte, después de todo lo que he dicho.

Allí, en Santa Ana, hay una niña mu salá, que se llama Anabel y que de vez en cuando me dice: “te quiero 9 @”, o sea, “te quiero un montón”. ¡Valencia del Ventoso, te quiero 9 @! Me siento orgulloso de estar aquí esta noche y de haber sido vecino y párroco de Valencia; es un honor que ostentaré toda mi vida, que me acompaña siempre, como el cuadro de la Virgen del Valle vela la cabecera de mi cama. Y es una alegría seguir “formando parte”, de alguna manera, de “mi” pueblo; porque, si no os parece mal y me dejáis, Valencia será siempre “mi” pueblo. Con un pedazo de mi corazón siempre aquí, con vosotros, junto a la Señora. ¡VIVA LA VIRGEN DEL VALLE! ¡VIVA VALENCIA!

5 comentarios:

MARINA DOMINGUEZ dijo...

no pude asistir al pregon, pero he de deciros que es el primer pregon que me ha hecho llorar.GRACIAS

Anónimo dijo...

ERES FABULOSO,COMO DICE MARINA,YO TAMPOCO ESTUVE,PERO AHORA ME ESTOY JARTANDO DE LLORAR.YO SABIA QUE EL PREGON SERIA FABULOSO,PORQUE TU TIENES PALABRAS PARA ESO Y MAS,QUE PENA NO HABERTE ESCUCHADO,PERO SIN DUDA ME ACORDE.QUE BONITAS PALABRAS,CUANTO ME ALEGRO QUE TODO HAYA SALIDO BIENY LA GENTE ESTE TAN CONTENTA SIN DUDA TE LO MERECES.TU DEJASTE HUELLAS EN LAS PERSONAS QUE TRABAJAMOS CONTIGO Y ESO NO SE OLVIDA.ESTARAS SIEMPRE EN NUESTRO CORAZON.UN BESAZO.

Anónimo dijo...

Sólo pude escuchar las palabras finales de tu pregón (tener tres hijos te retrasa en muchas ocasiones)pero me ha parecido precioso poder leerlo y emocionarme un "montón".
Tu bautizaste a dos de mis hijos juntos y aún recuerdo tus palabras en las charlas anteriores. Sigue así y no cambies nunca!!!

Anónimo dijo...

NO PUDE ASISTIR AL PREGON, PERO COMO OTROS MUCHOS ME HAS HECHO LLORAR. CONTINUA EN LA VIDA CON DOS COJONES REALIZANDO LA BUENA LABOR QUE HACES DONDE QUIERA QUE VAS- UN SALUDO

Anónimo dijo...

no pude estar en el pregón pero cuando lo e liedo me emocionado .
cuando me entere ke vinias al
pueblo a dar el pregon se me
pusieron los pelos de puntas
con los buenos ratos ke emos exado juntos y encima del atleti los dos
cuando el ultimo dia de catekesis acimos las fiesta