miércoles, 3 de noviembre de 2010

MAXI

Es toda una experiencia visitar a la señora "Maxi", Máxima, es la madre de Enrique y Ana Mari, suegra de Josefa, abuela de Toni y de Javier, consuegra de Concepción. Maxi lleva meses en la cama, con una demencia senil o un Alzheimer (¿importa algo la diferencia?) que la tiene postrada y que la va consumiendo como una velita. Hace dos o tres semanas, cuando fui a verla, me pareció que estaba menguando, que se hacía chiquinina con el paso de los días, como si la vejez produjera en ella una suerte de desgaste paulatino... Pero ayer la encontré muy bien, recuperada, crecida un palmo, con la mirada más penetrante y oliendo a colonia Nenuco.
Siempre ha tenido un carácter muy fuerte, y eso mismo le hace decirte cosas muy graciosas; una vez, de pie junto a la cama, me puse a hacerle preguntas, muy seguidas: "¿cómo estás? ¿vas a comer? ¿qué tal te cuidan? ¿quién soy yo?"... Y ante tal avalancha me suelta en tono de reproche: "¡tantas preguntas, tantas preguntas!". Jejejeje. Otro día, sentados en la camilla, al ver que su consuegra Concepción se va un momento a la cocina, se acerca y me dice confidencialmente: "ésta... no quiere más que esté con ella".
El caso es que Concepción es la que le vale, como dicen aquí; y ella lo sabe. Ayer me dijo que "menos mal que está esta sobrina (...) que es la que más me cuida, aunque no me acuerdo cómo se llama". Jaja. Todos la cuidan muy bien, unos y otros; por la noche, cuando tiene ganas de juerga, ahí está su hijo. Por el día se van turnando todos (sus nietos los primeros) para atenderla porque ya no puede hacer nada solita. Es admirable, lo hacen como si tal cosa... porque la verdad es que es así como debería ser siempre.
Maxi me hace recordar eso de que de mayores nos volvemos como niños; es la viva imagen de la debilidad, no puede ni sostenerse de pie, es una pura necesidad de cuidados, un pozo sin fondo de cariño, de entrega, de desvelos (literalmente)... Por momentos no te conoce, así que no puede devolverte nada, a veces ni las gracias. En esta debilidad se esconde Jesús; no lo dudo.
Además, ayer me dijo: "a mi me gustan mucho los curas; como ya no llevan sotana, pues no lo he conocido... aunque a ver pa qué tanto traje y tanta cosa". Jajajaja. Por la boca de los niños habla Dios.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mismo mi padre, pero con la cabeza en su sitio, dándose cuenta de todo, y ayudándonos a darle sentido a la vida. Todo un lujo. Abrazos.

Anónimo dijo...

quería decir mi madre...

Anónimo dijo...

¡hola Kpayo! que me gusta este nombre. Bueno a lo que voy. He entrado en tu diario, como lo hago muchas veces, pensando que ibas a hablar de algo muy diferente, y me encuentro con esta vivencia y... voalà que envidia me das, tú, y tus jovenes más. Espero que te hayas recuperado de tu fiebre. Nos veremos pronto.