miércoles, 25 de mayo de 2016

MARÍA AUXILIADORA EN NUEVO CHIRIMOTO


Antonio León y Fede Grajera tenían que caminar duro varias horas para llegar a este confín de la parroquia, hoy uno de los pueblos más grandes y prósperos de la provincia, metido montaña adentro en un hermosísimo paraje de ceja de selva. Cuando aún estoy bajo los efectos de la despedida de mis papás, me toca celebrar la fiesta patronal ¿de quién?... De ¡María Auxiliadora!

Hoy llega la carretera, ¡pero qué carretera Diosito! Al carro le crujen todos sus remaches, y al profe Echegaray, que me acompaña, y a mí, nos duelen nuestros huesitos cuando asomamos por casa de la señora Graciela, que siempre nos acoge a los curas. Ella es la esposa de don Cristóbal Ocampo, uno de los fallecidos en el accidente del Zelada, una tragedia que Ángel Maya y Lolo Matos jamás olvidarán. La casa, grande y confortable, está llena de niños que la habitan en plan tribu: los primos, nietos de Graciela. Todo es risa y bullicio, pero ella siempre arrastra un halo de tristeza.

"Les han invitado a cenar, padre" - nos dice Gabriel, uno de sus hijos, que es el agente municipal, una especie de alcalde pedáneo. Y al toque nos las vemos con un plato de sopa de albóndigas (yo ni sabía que por acá eso se comía) y otro de arroz con gallina tamaño XXL. Pero ya no le tengo miedo. Paseas por la calle principal y te parece que estás en un pueblo del oeste, New Chirimoth ciudad sin ley, con cantinas a los costados, boticas y hasta restaurantes. Y un mooontón de barro porque lleva todito el día lloviendo y continuará toda la noche.

En la misa de vísperas hay bautismos. Todo está muy bien organizado, la iglesia llena, los seis niños no lloran, todos ríen cuando en las renuncias pregunto: "¿Renuncian a Shapingo?", porque Shapingo es el apelativo medio humorístico del diablo, más bien de ese diablillo de andar por casa que se pasa el tiempo enredándonos en tonterías a todos. La banda de Cochamal (nos vemos por todos los pueblos, somos ya como de familia) está preparada y apenas sale la gente empiezan a darle a las marineras, pero la noche está fría y es de poco baile.

De madrugada se escuchan las músicas de los dos o tres locales donde hay fiestuki, pero yo duermo como una piedra hasta que los del albazo me aporrean la puerta a las 5 de la mañana y me despiertan, como pasaba en Santa Ana, graciosos hay por todas las latitudes. Al rato ya está armado el paso de María Auxiliadora, con un marco de papel y un centillero a juego. Desafiando a la lluvia, que sigue cayendo contumaz. "Habrá procesión padrecito? - Ya vemos, cuando vayamos a salir miramos al cielo y lo decidimos". Igual que con la Virgen de los Dolores el viernes santo, Grabiel.

En Shucush, en Mariscal, en Mendoza... a María Auxiliadora la encuentras en todos los rincones de nuestra provincia y nuestra región, como a los del albazo. ¿Por qué? Porque durante muchos años el obispo de Chachapoyas fue don Octavio Ortiz Arrieta, salesiano santo que pateó su diócesis a base de bien y llevó a la Virgen de Don Bosco por caseríos, lugares y chacras. En Chirimoto viejo hay dos imágenes de la Señora una al lado de la otra, en la capilla; les he pedido que me regalen una pero no quieren. Y en Nuevo Chirimoto, como solo cae un ligero chrimiri, la gente quiere que salgamos con la Virgen.

Así que me arremango el alba para que no se me manche mucho con el barro de la pampita, pero ni modo, habrá que mandarla a lavar y ahí volveré a echar de menos a mi mami. Aunque esta otra Madre siempre está aquí y nunca falla, atenta para cuidarme, especialmente en los momentos más delicados e importantes. "Cuidado porque en Nuevo Chirimoto hay mujeres muy guapas" - me dijeron el otro día. Pues sí, acá están en la foto: Sucely, Cristy y Auxi. ¡Viva María Auxiliadora!

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