sábado, 27 de septiembre de 2014

EL GRAN VIAJE


Ha llegado la hora de partir. Una experiencia nueva. Una vida dentro de la vida. Un camino que se promete hermoso pero incierto, nunca antes recorrido.

En la profundidad de la madrugada, envuelto por mis libros que hacen de balizas, agradezco cada uno de los capítulos de mis 44 años. Todo lo doy por bueno, todo me ha traído hasta este momento intenso pero abarrotado de serenidad.

Me siento triste porque no hay paliativos para el desgarrón, pero con la estrella de la frente iluminada de promesa. El futuro es siempre tiempo de Dios, que es historia y propuesta, y que en Perú me espera con rostro nuevo y acento original.

"Ya verás, todo te va a ir muy bien", cantan los whatsapps. ¿Qué es "tener éxito"? No lo tengo muy claro, pero me figuro que eso querrá decir "ser lo que Dios quiere que sea". O más bien, poder amar y ser amado... Sí, eso, mejor.

Enorgullécete de tu fracaso,
que sugiere lo limpio de la empresa
:

luz que medra en la noche, más espesa
hace la sombra, y más durable acaso.
        (Agustín García Calvo)

Así emprendo la jornada con seguridad y nunca solo, porque mi familia, mis amigos, las personas que quiero, vienen conmigo; como estas pulseras que me han hecho mis siete sobrinos, que son lo más precioso de mí.

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
        (Miguel Hernández)

Hasta ahora mismo, nos vemos acá, en medio de las caídas y triunfos que pintan esto tan apasionante que es vivir. Gracias Señor, por tu alarde de generosidad conmigo. Sabes que tengo miedo, así que dame una buena ración de amor y de gracia, "que eso me basta" (EE 234).

lunes, 22 de septiembre de 2014

CONMIGONOPUEDEN


Comienza el día para Juliana muchas horas antes de que amanezca. Ella se levanta a tostar garbanzos en el corral de su casa para venderlos y ganar el colmo. Hace medio siglo, en los cincuenta y sesenta, la vida es dura en nuestro pueblo, Valencia del Ventoso.

Pero Juliana no se acobarda. Está acostumbrada a trabajar mucho desde niña y eso ha forjado su carácter fuerte. "Al que tiene se le dará" (Mt 13, 12), dice el Evangelio. Se levanta su esposo Juan y ella le pone el café, y prepara a sus tres hijos Reme, Fernando y Carmen para la escuela. Siempre ha sido el pilar de su hogar. Con valentía y determinación, como tantas de nuestras madres y abuelas de aquella época dura; con determinación y valentía, pero también con dulzura y siempre con sencillez.

"Al que tiene se le dará". Fue pasando el tiempo, el corral se transformó en patio, y los garbanzos en macetas, muchas macetas; y en el atardecer de su vida, Juliana pasó a depender del cuidado de sus hijos y del cariño de sus nietas. Y maduró en paciencia y en sentido del humor. Como al que tiene se le dará, ha recibido en su vejez todavía más amor que el que entregó, no el colmo, sino el ciento por uno.

Sentada en su sillón, mandaba en su casa como un piloto de avión. "Carmen, saca las macetas; Reme, a esto le falta sal...". Un día me dice: "Estas dos se creen que son ellas las que llevan las cosas, pero están muy equivocadas, porque conmigo no pueden". Jejeje, conmigonopueden. Y tanto que no. Muchas veces, al terminar de comer, yo decía fuerte desde la cocina: "¿Friego yo los platos?". Juliana lo oía desde el salón y relataba: "¡Estaría bueno, con cuatro mujeres aquí!". Jajaja, mujer clásica.

Ella me dijo varias veces: "cuando vuelvas, yo ya no estaré". Pero a la muerte no la podemos gobernar, y ha llegado para ella el final de este largo y hermoso día. Gracias, Señor, por tu bendición sobre Juliana, hecha vida y amor; gracias por haber podido disfrutar de ella. Ya que al que tiene se le dará, perdónale sus defectos y pecados y regálale la gracia de disfrutar de tu compañía y de tu amor para siempre.

Es hora de descansar, Juliana, después de tanto trabajo. Pero no te preocupes, que esta noche que comienza está llena de luz.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

AGILA


Es decir: espabila, arrea, apresúrate... Una palabra castúa redonda. Es la palabra de mi amiga Loren Molina, quizá la que mejor describe su personalidad y hace de diapasón para medir su historia. Muévete.

Estos días, cada mañana la recojo en la puerta de su óptica (C/ Almendralejo 18 de Mérida) para irnos a patear la isla. A las 7:30 apenas comienza a clarear por el lado de la muralla del alcazaba. Caminamos a buen ritmo; ella nunca ha parado, desde que era chica en Esparragosa de Lares, donde escuchó por primera vez "agila". Y luego niña en el Claret de Don Benito, con el reflejo de defenderse solita y ser autónoma. Apáñate.

Las chicas de las Escolapias venían a integrar el COU de mi cole. Las esperábamos con las hormonas en ebullición. Me acuerdo de un comentario los primeros días: "Hay una que es un punto, la de las gafas de sol". Porque a Loren ya entonces le gustaban las gafas, incluso una vez me rompió las mías. No de una guantá, sino sentándose encima, en su casa, viendo un partido de la NBA. Conectamos muy bien: el teatro, la pandilla, el baloncesto, el sufrimiento de aquel curso estresante que une para siempre. Ponte las pilas.

Paso el verano, y una noche de fiestuki de despedida antes de irnos a la universidad, me comí un semáforo en rojo, salió un coche y le dio a Loren que iba de paquete; resultado: múltiples contusiones, abrasiones... y la moza con un tobillo roto. Se tuvo que quedar todo el primer trimestre en su casa, pero no pasó un pelo, porque después de Navidad se fue a Madrid y esprintó para sacar su carrera de óptica. Aligera.

Luego se atrevió a montar su negocio. Ahí, sacudiéndose el miedo, aprendiendo, abriéndose paso a golpe de riñón y de profesionalidad. Poco más tarde fue madre, y enseguida se encontró con que tenía que sacar adelante a su hijo sola. Valiente, fuerte, decidida. Ingéniatelas.

Esta mediodía nos ha puesto a Paco Sayago y a mí una fabada riquísima, porque además es una cocinera hábil y original. Así es Loren: una auténtica mujer de bandera. Mu tremenda, de carácter, pero muy sensible, muy inteligente y muy viva. Una madraza y una gran amiga. Marco, colega, qué suerte tienes, aunque a veces debe de ser una buena castaña vivir con la Lorenza... Sobre todo cuando se pone sargenta y te dice: ¡agila!

sábado, 13 de septiembre de 2014

RESCOLDOS DE CARIÑO



Son días muy especiales. Quedan dos semanas para marcharme a Perú y soy un cura sin parroquia, rodeado de maletas a medio hacer y con el oficio de despedirse a golpe de kilómetros y misas. Días raros, algo ajetreados y más cansados de lo previsible, en los que me cuesta encontrar momentos de calidad para escribir. Aquí van unos retazos de crónica.

A Atalaya y La Lapa dije hasta luego presidiendo la Eucaristía en San Isidro y San Antonio, degustando un plato de conejo a la brasa y subastando una teja decorada para Valentina. En Valverde de Burguillos, cuando estoy con el prefacio, ya noto cómo se acerca esa melodía que me encanta, que me hace sentir Extremadura en lo más profundo de mi corazón: "Santo santo te aclamamos, santo santo eres Señor... Al que viene desde el cielo..." (https://www.youtube.com/watch?v=JrQ8Ouxd0M8); y luego el tiririrín de las guitarras y las bandurrias, que me pone los pelos de punta: ¡amo mi tierra!

Fue como siempre un gustazo pasar el 12 de septiembre en Valencia del Ventoso, a los pies de nuestra patrona la Virgen del Valle. Al final de la Eucaristía, entonando un himno de sabor tradicional, se me saltaron las lágrimas: "Adelante, nobles valencianos...". Menos mal que estaba en una esquinita y no se me vio mucho. Luego, un viaje de besos, saludos y abrazos; y esta vez una colección de buenos deseos y de espaldarazos de confianza: "Tú puedes, ya verás como te va a ir bien". Cuánto quiero a mi pueblo Valencia.

Fui también a Zafra. Las clarisas se preparaban para rezar vísperas y, como siempre, las sobresalté con mi ruido, jeje. Les pedí oraciones ante el gran viaje (las voy a necesitar), y ellas me dijeron cómo les gustan mis Valles desde que han leído mi libro. Al final la madre abadesa me dijo: "Danos tu bendición de misionero". Pero yo me puse de rodillas y le dije: "Os toca darme la bendición a vosotras, que yo soy el que se va". Carmen, con las mejillas carmesí, me impuso las manos y recitó la bendición de San Francisco: "El Señor te bendiga y te guarde; vuelva a ti su rostro y tenga misericordia de ti; ilumine su rostro sobre ti y te conceda la paz". Ya estoy preparado para cruzar el charco.

Regresar allí donde has servido como cura para avivar una mijita las brasas del cariño y descubrir, siempre con asombro, que la gente te sigue recordando y agradece tu visita, es algo estupendo que me ayuda en estos días errantes y atolondrados. Para animarme, como calienta el brasero de picón tras toda una noche aparentemente ahogado de cenizas; para centrarme y para no perder nunca la referencia de quién soy y de dónde vengo. Y vengo de Los Valles, nada menos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

UN EPIGRAMA DE MI ABUELO

A mi abuelo Manuel Puértolas le encantaba contarnos cuentos y chistes, recitarnos poemas y cantarnos jotas aragonesas. Yo sabía que muchas de las historias eran de cosecha propia, así que no me sorprendió que mi madre encontrara hace varios meses entre sus papeles este chascarrillo lleno de ingenio y sabiduría.