domingo, 29 de enero de 2017

ENTERRAR LA QUISHIBRA


Seguimos con más palabras de despedida.

Es, pues, un cambio natural lo que va a ocurrir (se marcha uno y llega otro), pero en este caso es un acontecimiento singular e histórico: la época de los sacerdotes españoles en Mendoza ha terminado porque los peruanos ya pueden, por número, por preparación, por capacidad y por experiencia, hacerse cargo de nuestra parroquia. Y aquí he de decirles algo porque sé que hay gente que se alegra de que por fin los españoles nos vayamos (ese racismo que está ahí latente y de vez en cuando aflora): no olviden nunca lo que los padres españoles han hecho por esta parroquia y por esta provincia. El p. Toño, el p. Antonio León, el p. Fede, el p. Lolo, el p. Ángel, el p. César que es el último (“como un aborto” dice San Pablo en 1 Cor 15, 8), el que menos tiempo he estado y el que menos mérito tengo, desde luego. Los padres se marcharon de su país, se despidieron de los suyos y llegaron a un lugar extraño para ellos; tuvieron que acostumbrarse a todo: la forma de hablar, la comida, el clima, las costumbres… Casi “nacer de nuevo” (Jn 3, 3), y les aseguro que es muy difícil: echas terriblemente de menos a la familia, hay momentos en que se te hace durísimo, pero todos hemos amado a esta tierra, a estas gentes, y nos ha merecido la pena el sacrificio.

Los padres, mis compañeros, han hecho mucho por Mendoza. El p. Toño renegón, bravuncho, cuánto trabajó en sus primero años y ahora, apoyó muchísimo, puso luz y agua en hartos pueblos; el p. Antonio León parecido, estuvo 13 años acá, el p. Federico 10 años, con su carisma, ellos armaron la parroquia tal y como es hasta hoy; el p. Lolito en su moto con la perra Luna, el p. Ángel viejito pero valiente y compasivo… Los padres entregaron su vida entera, dejaron sus mejores años en esta tierra bendita de Huayabamba, su quishibra* está enterrada en la entraña del valle para siempre. Recuérdenlos con cariño y con gratitud, jamás los olviden por favor.


Y si a mí me consideran entre ellos, estaré orgulloso y emocionado. En mi caso, he estado poco tiempo y no he logrado nada importante: disculpen la pequeñez. He trabajado un montón, con mucho entusiasmo desde el primer día. Seguro he cometido errores, y de repente he tomado decisiones difíciles que han podido molestar a algunos, o no he tratado a alguien todo lo bien que se merecía… a todos les pido perdón. Nunca puedes caer bien a todo el mundo, pero en general sé que la gente me quiere y me lo ha demostrado, y estoy muy agradecido. Disculpen que me marche; nadie me bota o me obliga, no es porque esté amargado o por nada malo, yo me voy porque creo que es lo que Diosito me pide.

Pero no me voy a España, me quedo en Perú. Porque yo amo el Perú, esta gente, estos cerros, estos ríos, estas sonrisas, este cielo azul. Y lo amo porque he vivido en Mendoza, acá he aprendido a amar el Perú. Tengo un compromiso acá y pienso quedarme muchos años para compartir la vida y el destino de nuestro país, que ya siento como mío. Así que estaré cerquita. Todos están invitados a visitarme en el Amazonas, les voy a poner suri para almorzar y paiche y lagarto para cenar, jaja. Y a mí, ¿me invitan? No hace falta, porque yo pienso venir a verlos, no se van a librar de mí tan fácilmente.

Me siento feliz de haber sido vecino y párroco de Mendoza; es un honor que cuidaré toda mi vida, que me acompañará allá donde vaya. Le doy las gracias a Diosito por el inmenso amor que me ha demostrado poniéndoles en mi camino; les doy las gracias de corazón a todos ustedes, a mi parroquia, a mi país huayacho. Les llevaré siempre en mi corazón.

* "Enterrar la quishibra" en un lugar significa establecerse, permanecer hasta la muerte.


martes, 24 de enero de 2017

DISCULPEN LA PEQUEÑEZ


Eso es lo que la gente te dice cuando te pone la comida en su casa: "Disculpe la pequeñez". Es lo que me ha brotado decir en mi despedida de Mendoza. Ahí va.

Yo jamás había imaginado siquiera venir al Perú. Siempre había querido ser misionero, pero cuando estudiaba y me preparaba, pensaba en África, y de hecho visité allí muchas veces y me entusiasmé, pero en mis primeros 13 años de sacerdocio trabajé en España, en los pueblos de mi diócesis, muy contento. Entonces se planteó el problema de reemplazar al padre Ángel, que ya regresaba. Mi obispo escribió una carta pidiendo voluntarios, y yo me lo pensé; vine de paseo aquel mes de agosto de 2013 y me llevé una tremenda sorpresa. Desde el principio nuestra provincia me encantó: anduve correteando por El Dorado, celebré la fiesta de Zubiate, estuve por Mendoza, en Huambo, visité la cueva de Leo en Omia. Sin miedo, con soltura, muy contento y maravillado sobre todo por el carácter de la gente, su simpatía, su acogida.

De vuelta a España de aquel paseo, reflexioné, recé, fui a Monseñor y le dije que estaba disponible si a él le parecía bien, y me dijo “Te vas”. “¿Así, sin pensarlo más?” – dije yo temblando. “Tú ya lo has pensado, ¿no?”. Jaja, sí, lo había decidido con el corazón y con las tripas. Y me vine. Y estoy feliz del paso que di, a pesar de que es muy doloroso dejar atrás a tu familia, tus amigos, tu tierra.

Pero no me arrepiento. Han sido dos años muy intensos, muy llenos, muy preciosos. He recorrido la provincia entera, he caminado hasta los últimos rincones de nuestra parroquia, conozco más que la mayoría de ustedes. Me gusta el sabor de la guayaba, la chancaca y el guarapo, y contemplar el valle, hermoso en su inmenso verde, desde el Mirador de Trancahuayco. Yo sé hablar en huayacho (vamya, on tas) y también bailo huaynos, aunque reconozco que tengo que mejorar mi estilo. Fui muy bien recibido por todos: los agentes de pastoral, las comunidades, mis compañeros, las religiosas... Me han ocurrido muchas cosas: accidentes con el carro, fiebre tifoidea, caídas de la moto, tropezones por la montaña, parásitos intestinales, nigua en mi dedo, caídas al río con todo y mochila… pero he vivido la experiencia de ser misionero y pastor de mucha gente, de compartir la fe sencilla de nuestro pueblo pobre y alegre, y me siento hoy muy agradecido al Señor por cuánto me ha querido regalándome este tiempo entre ustedes.

“Entonces, ¿por qué te vas padrecito?” Pues en primer lugar porque en nuestra selva peruana, en el Amazonas, hay mucha más necesidad de sacerdotes, son muy pocos allí. Pueblos y comunidades pasan años sin que nadie les visite, sin la Eucaristía, sin la Palabra, sin los sacramentos, y eso es algo que he descubierto y que me duele, y creo que Diosito me llama. Mostré a los obispos mi disponibilidad para ir allí y de nuevo me dijeron: “Te vas”. El Papa Francisco anima a salir a las periferias geográficas y existenciales, allí donde hay más pobreza y hace más falta el Evangelio, y la selva es una periferia dentro de Perú. Se trata de ir más lejos, más adentro, buscando los límites de lo humano, tal vez donde nadie quiere ir, allí donde es urgente una presencia que recuerde que el nombre de Dios es Misericordia. Esa es la razón más importante.

Y la segunda: porque estoy convencido de que es el momento en que los sacerdotes peruanos, los diocesanos nativos de acá, asuman la responsabilidad de la parroquia. Ustedes llevan muchos años, más de 40, con párrocos extranjeros, desde el padre Patricio, y eso ha marcado mucho la vida de nuestras parroquias y comunidades, con sus ventajas y con sus limitaciones. Los misioneros venimos a apoyar a la iglesia naciente y necesitada de personal, y así era la diócesis de Chachapoyas hace 40 años, la mayoría de los sacerdotes eran extranjeros y había muy pocos peruanos. Pero hoy es justo al contrario: la diócesis ha crecido, la mayoría del presbiterio es nacido acá, los misioneros somos apenas 4 o 5, y entonces es hora de retirarse para que los curas nacionales tomen las riendas porque es su diócesis. Cuando la iglesia local alcanza un nivel de desarrollo y se autoabastece de clero, los misioneros nos marchamos adonde hay más escasez. Y eso es algo muy bueno, un motivo de celebración y de acción de gracias a Dios: nuestra iglesia de Chachapoyas está viva, incluso nuestra parroquia de Mendoza es capaz de engendrar nuevos pastores, en este caso el p. Rulli Manuel, su paisano, que es nuestro nuevo párroco. Qué alegría más grande.

(Continúa en la siguiente entrada)


jueves, 19 de enero de 2017

IMPACTOS DE UN ADIÓS


En una parroquia con 100 pueblos las despedidas pueden durar un poco. La primera fue el 17 de diciembre, hace un mes, a los agentes de pastoral en el cursillo de final de año. Luego, en las eucaristías de Navidad, allá por donde he ido, fue inevitable decir adiós. Y esta semana estoy afrontando las celebraciones oficiales, que he logrado dejar reducidas a 8...

Continúan sorprendiéndome muchas cosas, y supongo que así será hasta el día en que me muera o me marche del Perú. La mayor de todas es la expresividad de la gente, cómo se echan a llorar al toque en cuanto empiezas a decir algo: hombres hechos y derechos, viejitas, mujeres adultas, niños... Son desbordados por la pura emoción, no pueden dominarse, es increíble. La cara de Nely en esta foto lo dice todo, lao.

Adly, que tiene doce años, me hizo esta pregunta con los ojos también hinchados a causa de las lágrimas: "¿Por qué todo es pasajero?". Le doy vueltas a eso estos días; son muchos traslados, siempre con las maletas a cuestas, desconociendo raíces, comenzando de cero a cada trecho del camino. ¿Alguna vez encontraré donde enterrar la quishibra (pestaña), donde establecer mis huesos y quedarme?

Doña Anita preparando cuy el día de los agentes de pastoral
A pesar de que he estado poco tiempo acá, ha llegado "el día de los elogios", que es tan aterrador como estimulante si no dejas que se te suban los humos (ya hablamos de ello en "Ponderación del elogio", 11 de mayo de 2014). Me han impresionado especialmente algunos piropos: "Dios está en ti"; "Eres un gran hombre"; y sobre todo, "Gracias por tus enseñanzas". Varias personas me ha pedido una copia de la homilía de despedida, que pondré acá en las próximas entradas. Los de Santa Rosa dicen que la van a escribir en la pared de la iglesia... Por supuesto que todo está desorbitado por el cariño y por la tensión del momento, y hay que hacerle la raíz cuadrada, pero no deja de ser lindo.

El reconocimiento tiene sus rituales y su gramática. Siempre hay programa, es decir, una veladita con bailes, vestimentas, música y chistes. En él se entrega un regalo; hasta ahora una alforja huachacha con "JEC Rodríguez de Mendoza" bordado, una bandolera, un polo, unos shorts... Durante el brindis (con vino dulce o cóctel) se suceden los inevitables discursos, en ocasiones un tanto abrumadores por exagerados y repetitivos. Y si hay plato de comida, debe de ser, por descontado, cuy.

He de contar también que, en estos momentos finales, aflora ese rescoldo de racismo que anida en lo más profundo: los españoles y los peruanos. "Ya se van los españoles", "Los españoles siempre han hecho lo que han querido", etc. Está ahí, hay que aceptarlo y cargar con ello. Pero no puede competir con la cola que se forma al final de la Eucaristía para que toditas las personas vengan a abrazarte, desearte buen viaje y siempre siempre darte las gracias. Es un momento primoroso.

De izquierda a derecha: Nicol, la gelatina y Adly
Sí que le contesté a Adly. Lo que me salió fue: "No todo es pasajero. El amor es definitivo cuando es verdadero. Porque el amor es Dios". Está visto que ese es el único territorio donde invertir mi corazón y sepultar mis pestañas. O sumergirlas en las aguas del Amazonas a partir de febrero. Pero antes, mis palabras de partida.

Mis gatos Fastidia (atrás) y Pixi

sábado, 14 de enero de 2017

APRENDIENDO A COMER PIPAS


Una bolsa de frutos secos españoles apareció en medio de las gaseosas. A esas alturas de día, después de la visita al museo de Leymebamba, partido, almuerzo, siesta, voley, baño, cena y misa estábamos todos bastante reventaos, niños y mayores. Pero había kikos, cacahuetes y pipas (o sea maíz, maní y chiclayos), y claro, cómo los íbamos a dejar ahí, con lo completa que había sido la segunda jornada de paseo-excursión con la patrulla de la Aldea Infantil de Mendoza.

¡Y qué paseo madre! A todos los que habéis colaborado, los niños os lo agradecen de todo corazón. Y yo especialmente a Mamen, Inma y Lorena que lo han hecho posible, porque ha merecido la pena. Hace un momento he estado en la Aldea, el personal en pijama ya a punto de irse a la cama, y toditos siguen emocionados, lo han pasado de rechupete, han disfrutado como nunca. ¡Gracias!

No todos los días se visita la impresionante fortaleza de Kuelap, aunque caiga una lluvia helada a 3000 metros de altura. Teníais que ver las caras que ponían cuando les explicaba el batán de los chachapoyas, las cuyeras, el templo... ¡y los muertos enterrados en el muro! Jaja, qué bárbaro. Y qué viaje en bus, que curvas, qué abismos y qué carcajadas. Junto con un montón de guarradas que hemos comido a todas horas: gelatina, galletas, tortas, caramelos, maní confitado...

En el Hogar "Santa Ana" de Leymebamba hemos pasado las dos noches, muchos en colchones en el piso, gozando de lo divertido que es dormir fuera de casa, envueltos en risas, con colas en los baños y juerga por todas partes. ¿Y la comida? ¡En el restaurante que está en la casa del catequista! Nos han tratado de maravilla, a pesar de que invadíamos los lugares por donde íbamos: la pampa de Dos de Mayo, la plaza, el coliseo deportivo... y el museo. Se quedaron pasmados viendo a las momias, y yo guardaré como un tesoro esas expresiones de asombro... Sí, ¡ha merecido la pena!

Se trataba de eso: de que los niños de la Aldea sean niños, hagan las cosas que hacen los niños y puedan hacer un viaje en vacaciones, como tantos chicos de su edad. Que no estén encerrados todo el día y todos los días, sino que se lo pasen pipa haciendo turismo, visitando lugares bonitos y conociendo las pequeñas maravillas de nuestra región. Muchos comentaban: "Podré contar que estuve en Leymebamba, en Kuelap, en Tingo, en Chachapoyas".

Convivir todo el día con los niños es una experiencia única. Hay momentos en que te agotan, sobre todo si se te van pegando uno tras otro estrujándote, sobándote hasta que se forma una pelota de gente que no te deja ni respirar; y al mismo tiempo descubres lo bien educados que están, cómo los más mayores cuidan de los pequeños, lo disciplinados que son para comer (no hay una queja, no queda nada en los platos), cómo obedecen... y cómo agradecen. Eso es maravilloso. Les dedicas una sonrisa, una caricia o un abrazo y te recompensan con una oleada de cariño que te hace flotar. Por lo menos a mí.

Claribel con sus catorce años te expresa sus trumas, Evelin te cuenta de sus enamorados, Jesús habla de fútbol, Sherlyta se te sube a las rodillas, Ángel te llama papi y que lo marques, Joquín te pega la paliza, Yesely frunce el ceño, Adly te machaca a preguntas sobre la Cristina, Nicolás que juegues con el globo, Loli, Rosely, Diana, Albeiro, Nicol, Jordan... A cada cual llamo por su nombre, con cada uno tengo ya una relación personal, con sus códigos, sus costumbres y sus bromas. Y por allí Esperanza, tragando chupetes y golosinas, colgada de la tía Aidelí y regalándome de vez en cuando una de esas sonrisas que te hacen amar la vida a pesar de los pesares.


Seguro que Toni, la mamá de Ana Belén, nos ha visto desde el cielo y le ha encantado. Ella quiso compartir un poquito con esta peculiar familia: "Para los niños", le dijo a Mamen con un hilo de voz. Tal vez fue lo último que hizo, pero sin duda de lo mejor y más bello de su vida.

Esa noche era la primera vez que veían las pipas. Alguno se las comió con todo y cáscara, pero en general la patrulla lo pasó pipa entre bailes, dinámicas y premios. Como en toda la excursión. Gracias amigos de España por hacer algo sencillo pero muy hermoso: ayudar a estos niños a ser un poco más felices. Ellos sienten que os importan, aunque no os conozcan. Os aseguro que no olvidarán jamás estos días, ni yo tampoco.

lunes, 9 de enero de 2017

EL BAUTIZO DE MI HIJA


"El día domingo 8 voy a bautizar a mi hija, te invito". Así decía yo a los amigos que quería que participasen en la fiesta, y nadie se extrañó. Acá a los ahijados se les dice "hijo" con toda propiedad; incluso a todo aquel familiar más pequeño que tú (sobrinos, primos... incluso vecinos) se les llama "hijo", y es algo muy bonito. Porque rima una carga de familiaridad, un soplo de respeto, briznas de responsabilidad y una urdimbre de cariño. Me encanta.

Y además "yo" voy a bautizar a Esperanza, como dicen en Santa Ana; no sus padres (que en este caso no hay...), sino yo, Mamen Torralba y yo, es decir, sus padrinos. Tras un montón de bautizos a los que me han convidado, de pronto me vi al otro lado, era yo el que tenía que armar la celebración, podía invitar a quien quisiera... ¡qué bueno! Y desde luego lo he disfrutado a full.

Son las diez de la noche y no deseo que este día termine, ha sido hermoso, especial como ningún otro en mi vida, redondo, inolvidable. Esperanza estaba para comérsela, preciosa con su vestido, su diadema, sus zapatos, su polo, sus sandalias; vestida de fiesta con el cariño de tanta gente en España y acá, un amor que ya ha heredado de mí, porque sé que quienes a mí me quieren también la aman a ella desde que la vieron en esta pantalla hace año y medio. Gracias.

Todos los niños de la aldea son mis hijos, incluso tengo otro ahijado, Jordan (los Reyes le han traído una camiseta del Atleti...). A todos los quiero desde que los conocí, y me sale natural ir a verlos, hacerles sentir que me importan... pero solo ella me eligió a mí, desde el primer instante me prefirió para que la cargue, para que la abrace, para que la proteja. Para que la bautice y... ¿qué más nos deparará la vida, hija?

Terminando la homilía la marqué y le pregunté: "¿Quién soy yo?". Y esa vocecita, a través del micro, inundó la iglesia: "Papá". Y desbordó mi corazón. Ya no me salieron más palabras; quería darle el don de Dios, hacer algo bueno por ella, pero Esperanza me ofreció el regalo más lindo: pronunció mi nombre y mi vida despegó. "Checha".

Luego vinieron el almuerzo, la fiesta, los payasos, las chuches. Por una vez me sentido genial en el papel de anfitrión, disfruté sirviendo los platos de arroz con pollo y ensalada, conocí el orgullo de tener conmigo a quienes más quiero acá en Perú, y eché de menos a mi madre y a otras personas que en la distancia seguro habrán notado una sacudida de felicidad por la conexión tan primorosa que nos une.

Gracias hija por cada sonrisa y cada beso. Aunque me vaya lejos no pienso dejarte, porque tú me haces ser mejor. Cuando este año pase las vacaciones con mis sobrinos seré feliz llamándolos hijos y pensaré en ti. Te querré mientras me quede vida, esté donde esté y pase lo que pase.

jueves, 5 de enero de 2017

ESTOY A OTRO NIVEL



Cuando vi bailar al cholo Simeone al ritmo de esta canción el día que el Atleti ganó la Liga 2014, inmediatamente me gustó (cómo no...). Luego la fui poniendo durante muchos días, por la mañana, mientras hacía la cama o lavaba los cacharros. Más tarde me fijé en la letra, y desde entonces todavía sonrío más. Porque expresa un aprendizaje vital de los últimos años, una convicción alcanzada por más de dos cuarentones, con quienes la he comentado más de una vez.

Pharrell dice que "nada puede hundirle", porque "su nivel es demasiado alto". Jajaja, ¡eso! Y es cierto. En la mitad de la vida, y después de tantas cosas, de caer y resucitar, de aguantar y volar; después de sentir varias veces que la vida se ha terminado y comprobar poco más tarde que no es así, que la vida se reinventa y continúa; después de aprender que uno ni es tan santo ni tan torpe como sospechaba; y sobre todo, después de sorprenderme de que haya personas en el mundo que me encuentran y me quieren... nada puede hundirme.

Eso es lo que hay. Podré sufrir, voy a sufrir incluso mucho, pero no voy hundirme. Porque ya sé suficiente como para no permitirlo, porque atesoro seguridades y amor donde plantar mi corazón. Y no siento que aspire a nada más que a lo que ya he logrado. ¿Hundirme? Estoy a otro nivel. Así comienza 2017, y después de todas las cosas que he vivido, que nos quiten lo bailao*.


Puede parecer una locura lo que estoy a punto de decir.
 Luz del sol: ella está aquí, puedes tomar un descanso.
 Soy un globo aerostático que podría ir al espacio,
 con el aire, como si no me importara cariño, por cierto,

porque soy feliz.
 Da palmas si te sientes como una habitación sin tejado.
 Porque soy feliz.
 Da palmas si sientes que la felicidad es la verdad.
 Porque soy feliz.
 Da palmas si sabes lo que es la felicidad para ti.
 Porque soy feliz.
 Da palmas si sientes que eso es lo que quieres hacer.

Aquí vienen las malas noticias, hablando de esto y aquello.
 Bien, dame todo lo que tengas y no te contengas.
 Bien, probablemente debería avisarte
 de que simplemente, estaré bien.
 No te ofendas, no pierdas el tiempo,
 aquí está el por qué:

porque soy feliz.
 Da palmas si te sientes como una habitación sin tejado...

-Feliz- hundirme, nada puede hacerlo (bring down)
-feliz- hundirme.
 Mi nivel es demasiado alto -feliz- para hundirme.
 He dicho que nada -feliz- puede hundirme.
-Feliz- hundirme, nada puede hacerlo,
-feliz- hundirme.
 Mi nivel es demasiado alto -feliz- para hundirme.
 He dicho que nada -feliz- puede hundirme.

Porque soy feliz.
 Da palmas si te sientes como una habitación sin tejado...
...
Porque soy feliz.
¡Vamos!

* Esta entrada lleva escrita ¡dos años!, desde finales de 2014. Se ha hecho verdad pero hasta hoy no me he atrevido a ponerla.