sábado, 31 de diciembre de 2016

LA FUERZA DE LA TERNURA


Querido Antonio: llevas poco menos de dos semanas en España, nuestra tierra, adonde has regresado para quedarte, después de 16 años en el Perú, 13 de ellos en Celendín... ¿cómo estás? Sabes, en medio del ajetreo de la Navidad y del fin del año, que tú conoces bien, estos días he pensado mucho en ti. ¿Qué estarás haciendo? ¿Cómo pasarás la Nochebuena? ¿Qué tal gestionará tu corazón la catarata de sentimientos de este momento: abrazos y lágrimas de despedida, abrazos y risas de reencuentros?

Es curioso: a pesar de que Mendoza y Celendín están a una considerable distancia, siento el vacío que has dejado. Has sido tan importante para mí en estos dos años, que a cada paso se me presenta tu ausencia en los cerros, en las quebradas, en la belleza y la dureza de esta tierra nuestra que será tuya por siempre. Porque amas este país, estas gentes, y el Perú te ama a tí y ya te extraña.

Tú ya eras un referente en mi vida antes de conocerte, cuando Joaquín Obando me hablaba de ti, de tu misión en la diócesis de Cajamarca (le gustaba remarcar eso). Siempre has pertenecido al grupo de mis misioneros míticos, con Nemesio, con Serafín, con Josely, con Antonio León... Y cuando pudimos compartir vida acá en Perú, permíteme que te diga (ahora que no nos oye nadie) que superaste todas mis expectativas. Eres un modelo de persona, de cura y de misionero, cuánto le agradezco a Diosito que te haya puesto en mi camino.

En primer lugar por cómo me trataste desde el comienzo. Me invitaste a pasar en Celendín aquella primera Navidad lejos de casa, ¿te acuerdas? Me lo hiciste más llevadero con tu delicadeza y tus detalles de hermano. Y además resististe mis preguntas de novato colmado de la ilusión de los primeros pasos, me aconsejaste, me mostraste trozos de tu experiencia, compartiste intuiciones. Fueron unos días preciosos que nunca olvidaré.

Me impresionaban tu determinación, tu claridad, tu intención de estar incondicionalmente al lado de los más pobres, defendiendo causas justas, arriesgando, hasta esquivando los balazos si hacía falta. Pero al mismo tiempo manejas una humildad muy de andar por casa, que te permite caminar al paso de cualquier persona por pequeña que sea. Recuerdo cómo tu ministerio quedó iluminado por el Papa Francisco: nadie como tú ha trabajado, profundizado y asimilado sus escritos y su estilo, qué bárbaro. Eres un hombre espiritual en el más original sentido de la palabra, es decir, un hombre práctico, pastoralmente resolutivo y con la capacidad de distinguir a Diosito allá por donde va, y conectar con Él en los rostros de los más necesitados.

Por eso, aunque valiente y decidido, eres tierno, custodio de lágrimas que te desbordan apenas tu corazón vibra, se apasiona, se emociona. Eres la encarnación viviente de Evangelii Gaudium 270, uno de mis párrafos favoritos: "A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura".

Y cuando llegó el momento más difícil, ahí estuviste para escucharme, para comprenderme sin juzgarme, para poner una mano en mi hombro y darme una palabra que me orientase. Con exquisita finura, con suavidad, con eficacia, como eres tú. Los dos lo sabemos. Gracias, Antonio Sáenz. Te deseo felicidad en esta nueva etapa, tienes mucho por vivir, muchísimo que dar. Yo te necesitaré por ese Amazonas que me espera, y sé que estarás ahí, con la sabiduría de tu sonrisa y tu ternura fuerte.

martes, 27 de diciembre de 2016

ADEMÁS DE PASTORITAS, TAMBIÉN HAY PASTORAZAS


Algunas con 60 y 70 años, pero ahí las tienes bailando en el momento del ofertorio en Mendoza, sonajas en mano, sonriendo y superando el roche, jeje. No dejo de sorprenderme cada día en mi Perú y en mi país huayacho, y sospecho que siempre será así.

El recorrido navideño acabó mucho mejor que empezó. El pie de Abilia mejora (ahorita vengo de acompañarla a que le saquen los puntos y el asunto se va espabilando poco a poco), la moto se afinó y las operaciones en mi dedito parece que surtieron efecto (mañana revisión con mis cirujanas, ayyy). Pero lo más importante: las celebraciones en los pueblos de la carretera de Omia fueron muy lindas; en Tuemal, en Cushillo, en Gebil...

El 24 resultó un día algo apretadito. Por la mañana fui a Huayruro a su fiesta patronal con la hermana Panchita. Íbamos bien de hora, pero al regresar a Huambo en mototaxi, ¡pum! se cae el tubo de escape (y nosotros casi nos mandamos a la acequia). Mientras lo repararon y regresé a Mendoza en moto, ya iba tarde para llegar a Izcuchaca, ni me dio tiempo a almorzar. Ahí empezó la misa a las 3 y cuarto, pero tenía que haber sido a las 2 (...). Al regreso, el carro que me llevó se detiene y me hace bajar porque había operativo de tráfico y no tenía seguro; tocó caminar hasta que al rato me recogió de nuevo.

Quería avanzar para llamar a mi casa antes de que fuese muy de noche, y lo logré. Siempre el día de Nochebuena se me hace difícil, es la realidad, pero ese ratito en el Skype ayuda. A las 6, de vuelta  a Huambo para compartir la cena con las religiosas, ¡qué deliciosos asado y jamón! Qué suerte encontrar "cien veces más hermanos y hermanas" (Mt 19, 29) por todas partes. La misa huambina fue un desbarajuste que me recordó a La Lapa: un montón de niños, un ruido tremendo y ahí te las tienes que apañar para que salga algo parecido a una Eucaristía. Jaja.

El 25 fue un gustazo. En Omia estrené mi última piedra, la pila bautismal. De ahí pasé al almuerzo invitado por la hermosa madrina de uno de los bautizos. Por fin comí rico, tranquilo, con tiempo, y disfruté montonazo de la compañía. Tanto que me sentí en familia, como debe ser el día de Navidad, aunque estoy lejos de los míos. De Omia, regresando por la pista, a Mito; a esta comunidad hemos ayudado con un dinero para comprar un nuevo terreno donde reubicar su capilla, y era mi última visita allí, así que recibí un baño de sencillo agradecimiento, discursos, chocolate y panetón. Las pastoritas veneran preciosamente al Niño Jesús, y al terminar, Nataly, que tiene doce años, me abraza y me dice: "No debes irte, padrecito".

Nataly
Pasando por Nueva Esperanza (Charito quiso decir unas palabras de despedida pero las atajaron las lágrimas), la jornada acababa en Mariscal. Yo estaba ya hecho mazamorra a esas horas de las 7 de la noche, pero mira por dónde me encontré con una Eucaristía bien divertida, con equipo de sonido nuevo y achorado, coro, instrumentos y muchísima participación. Las bromas en la homilía me salían solas, y todos nos reíamos, relajados y contentos. Hasta bailamos "suavecito suavecito" al final (Mª José, habrías alucinado).

Augusto y Delia nos invitaron a Jhony, a Silver y a mí a su casa porque también eran padrinos (Dosito, habré bautizado estos días a media provincia), así que nos juntamos una buena peña, con sus hijos Gilmer y Ever y las doctoras saca-nigua Liz y Nilma. Hubo cuy, cocoa, panetón -obligado en estas fechas- y aparecieron unas cuantas cervezas. Los ojos continuaron brillándonos y las carcajadas volando al cielo de Huayabamba. Como todo el día, yo me encontré en casa, querido por mí mismo y no solo por ser "el padre", con el gozo inigualable de haber encontrado amigos. Y me sentí feliz.

¡Qué tal nube sobre Mendoza al salir de la radio!

jueves, 22 de diciembre de 2016

PERCANCES Y DELEITES NAVIDEÑOS


Estos días de Navidad itinerante y motera están dando para momentos de todo pelaje. Es como el clima huayacho: tan pronto te pelas de frío o el sol te asa, como te ves sorprendido por un chaparrón, sin solución de continuidad. Otra cosa no tendrá, pero entretenido es.

El domingo celebré la Eucaristía en Ramos. Se portaron conmigo estupendamente, me regalaron, una mochila, piñas, huevos... un encanto de gente, como siempre. Al salir de la capilla, Abilia me propone que la lleve en la moto hasta su casa, para ir alistando el almuerzo mientras su esposo y sus hijos vienen a pie. Al llegar, cuando intenta bajarse de la moto, ¡mete el pie dentro de los radios de la rueda, y se hace un corte tremendo en el talón (raiii)!

No podíamos sacarle su piecito, venía un muchacho con una llave, no valía, venía otro... ella sangraba, fue un rato que se me hizo eterno, qué desesperación. Al final hubo que cortar cuatro o cinco varillas de la llanta. Se la llevaron a Mendoza al toque, la cosieron y todavía está en el hospital. Está ya mejor, no tiene afectado el tendón de aquiles y se recuperará, pero chau, qué disgusto y qué estrés todos estos días.

Chocolate y cuy en casa de Jhony
La moto se quedó perjudicá, así que el lunes tuve que coger la de Baltazar para ir a Oquish, que está tan lejos que hay que salir a la provincia de Chachapoyas. De repente me vi ¡sin frenos! y por un camino feísimo, un pedregal intransitable. Menos mal que allí, como en todos sitios, me invitan a deliciosos cafesitos, porque es una gira entreverada de despedidas: locro con frejol y mote, humitas, rocoto molido, caldo de gallina, primoroso chocolate totalmente natural, y por supuesto cuy, que es el plato estrella en las versiones culinarias del cariño y el agradecimiento.

Hay pastoritas por todas partes, así que a diario disfruto de los tradicionales bailes de Huayabamba en Navidad. En Cochamal, como demoraba tanto en comenzar la misa, los niños y yo nos hicimos como de familia, y me tuve que probar entre risas las diferentes clases de gorros de pastora mientras compartíamos el dulce de frejol... Y luego está la decoración, que merecería un tratado etnográfico que podría titularse: "Límites entre la horterada y la elegancia navideñas: visión de un español". Aasuu qué telas, qué luces, qué colores... Sobre gustos no hay nada escrito.

Una de las visitas fue a Pumamarca, y manejando hacia allí me cayó encima una reedición del diluvio universal: un lluvión que me dejó completamente empapado con el consiguiente catarro de premio. Al llegar a la capilla, como solo había dos personas, me quité la ropa mojada (lo que se podía...) y me quedé roque tumbado en un banco. De vez en cuando escuchaba los cuchicheos: "No entres, que el padrecito está jato, debe de estar cansadito". Jeje, cansado es poco.

Ornamentación navideña tal vez un poco repetitiva...
Pero falta por contar lo más insólito. Una de las noches, al sacarme la bota de la moto y ponerme zapatilla para ir a otro pueblo en carro, me ataca un dolor tremendo en el dedo meñique del pie derecho. La misa la celebré con un zapato en un pie y el otro con calcetín porque no aguantaba. Ya llevaba desde el viaje a Soritor fastidiando, pero yo creía que era la uña, que estaba mal cortada. A la vuelta pasamos por casa de Liz y Nilma, y empiezan a urgarme en el dedo con alfiler, cortauñas, gillete... resulta que tenía nigua, un bicho parecido a la pulga que te pica y hace un agujero en la piel, y allí forma su nido y pone sus huevos. Llevaba ahí desde julio (Sonia, ¿te acuerdas de aquel dolor en el meñique? Pues mira), toma castaña. Y para sacarlo fue como un parto, qué barbaridad.

Todas estas me ocurren por pascua. Y todavía estamos a miércoles, queda gira hasta el día 25... ¡Diosito lindo!.
FELIZ NAVIDAD.

viernes, 16 de diciembre de 2016

LO QUE HAGO ES LO QUE ME ENSEÑA LO QUE ESTOY BUSCANDO 2


En estos lugares perdidos en la profundidad de la ceja de selva, sin luz y de difícil comunicación suceden mil anécdotas curiosas. Por ejemplo, dormir en el mismo cuarto con un borracho que llega a las cuatro de la mañana como una cuba. O bañarte dentro de un barreño en plena calle (porque ahí está el único caño del pueblo) en paños menores, de noche mientras a tu lado unos hombres descargan unas bestias...

Es también la experiencia de una vida desconectada... sin señal, sin internet. Nadie te puede localizar en el silencio de la selva, el celular enmudece, lo olvidas. Te sientes lejos de todo y de todos, respirando una peculiar libertad, y es reconfortante, te descansa de la velocidad a la que te someten las mil llamadas de cada día, todas urgentes, todas exigiendo respuesta inmediata. Claro que si sales así de radicalmente de la civilización, cuando regresas puedes encontrarte con que ha muerto Fidel Castro, un equipo casi entero de fútbol ha desaparecido en un accidente de avión y el Atleti ha cambiado el escudo (ahora la osa mira pal otro lao).

Las visitas una o dos veces al año te obligan también a tomar decisiones sobre la marcha en las comunidades, y a veces debes resolver situaciones que se han enredado demasiado precisamente por falta de acompañamiento. En este viaje he suspendido a tres agentes de pastoral por mezclar su tarea con la política, y he cerrado una capilla que han construido en un pueblo sin avisar siquiera. No todo es tan bucólico...

Creo que en nuestra parroquia nadie había hecho antes un itinerario así, de una sola jalada. ¿Por qué lo he hecho? Porque es mi deber, por atender mejor al arrabal pobre de mi parroquia, por verlos una vez más antes de marcharme... Son buenas razones, pero finalmente tengo que reconocer que lo he hecho por cariño. Porque estas gentes, sencillos campesinos, me robaron el corazón desde que los conocí aquel mes de agosto. Su sencillez, su acogida, su agradecimiento, su candor... me enamoran.


Lo que hago es lo que me enseña lo que estoy buscando. Es una cita del pintor Pierre Soulages que Rosa Montero pone en la cabecera de su novela "Lágrimas en la lluvia". Esto que he hecho es lo que busco, es lo que deseo: salir, ir lejos, más a la periferia de lo humano y más adentro del corazón de Diosito. Es lo que siempre he querido ser: misionero. Es lo propio mío, "mi mera libertad y querer" (Ejercicios 32), lo he sabido desde niño y hasta ahora no he podido realizarlo por equivocar el modo, el momento y el lugar.

Yo no valgo para casarme y tener hijos, ni para estar en una oficina, ni siquiera para ser cura "de misa y olla". Yo necesito intentar buscar los límites de la realidad y tratar de llegar adonde más se necesite una presencia que recuerde que el nombre de Dios es Misericordia, tal vez lugares donde nadie quiere estar. Con toda humildad, consciente de mis limitaciones y pecados. Pero confieso que me encanta.

Por eso me marcho de Mendoza y de la diócesis de Chachapoyas, para ir más adentro. Pero de ninguno de los pueblos de esta gira me he despedido, solo se trataba de celebrar juntos el adviento, y el protagonista era Jesús que se acerca, y ha sido un viaje hermoso de verdad. De hecho, varias personas me han dicho: "Te ha sentado bien el paseo". "¿Estoy más gordito?". "No, estás más...". Jeje.


domingo, 11 de diciembre de 2016

LO QUE HAGO ES LO QUE ME ENSEÑA LO QUE ESTOY BUSCANDO 1


En agosto pasado, en la última incursión por los lugares más al oriente de nuestra provincia, esas "tierras de nadie" remotas fronterizas con San Martín, entre pisada y pisada por el barro una idea surcó mi mente: ¿y si regresara yo solo y visitara toditos estos pueblos de una tacada?

Siempre hemos venido dos o tres curas y nos hemos repartido las rutas, pero yo descubrí que deseaba fuertemente recorrer todas las comunidades de nuestra selva mendocina. Demoré mes y medio en madurar el planteamiento y fraguarlo en un plan: se necesitarían dos semanas seguidas yendo de un sitio a otro (tres itinerarios, doce pueblos en total), contando con los desplazamientos en carro a Soritor y desde allí a las puntas de carretera donde se comienza a caminar. Luego hubo que encontrar las mejores fechas y pedir a mi compañero Baltazar que estuviera de acuerdo en quedarse en casa al cargo de todo en mi ausencia, pero no hubo problema.

Formando equipo con Jhony y Silver, agentes de pastoral de Longar, nos pusimos en marcha el 25 de noviembre, y recién llegamos a Mendoza el 8 de diciembre. Ha sido un viaje increíble, una aventura con mayúsculas, una experiencia sorprendente para mí, preciosa, nunca antes vivida.

Es un poco como el camino de Santiago: en quince días andando ocurre de todo: enormes barros, tremendas cuestas, jornadas de camino extenuantes, lluviones que nos han empapado hasta los huesos, confesiones, sol sofocante, noches en el suelo, bautizos, picaduras de zancudos, extraño frío nocturno, primeras comuniones, baños en la quebrada, cruzar el río de piedra en piedra, visitar enfermos, pasar por puentes que son palos colgantes, bendecir casas, comer arroz en absolutamente todas las comidas, vadear el río en calzoncillos con el agua por la cintura... Hasta celebrar la Confirmación de dos jóvenes (con permiso del obispo, claro). Anda, toma ya.

Ha sido especial porque para mí la primera impresión del Perú, de la misión, fue acá, en esta zona, en aquel verano (ver "Con Diosito por la selva", 14 de agosto de 2013). El escenario me ha hecho recordar y sonreír... ¡cuánto han cambiado las cosas! Aquella primera vez, totalmente inexperto para recorrer las seis horas hasta El Dorado, sin botas de jebe, sin bastón, asombrado por los desniveles y por la voracidad del barro, jaja. Me doy cuenta de hasta qué punto me he acostumbrado, ya conozco y me muevo con naturalidad, hecho a todo.

Es lindo escuchar tu nombre de boca de la gente, que te recuerda aunque hace meses ¡o años! que no pasas por el pueblo. Me fascina comprobar que las distancias me parecen cortas, no necesito ya medirlas, estoy habituado a las caminatas, las tengo en mis piernas, las he domado como al Paujil. Todo lo que hace dos años me preocupaba (la comida, el estreñimiento, la calidad del agua, el WC...) ahora ya ni lo pienso siquiera.

Estoy escribiendo y llega Yeyson que tiene 9 años: "Padre, que vengan ya para la merienda". Cae la tarde sobre Palmeras, es domingo y el pueblito está habitado por conversas, deporte, relax. Nos sentamos a la mesa con toda la familia Girón Rafael: Martín y Blanca y sus hijos Yeison, Luz, Iris, la gorda Rocío y la chinita Yuberly, que no tiene ni dos años. Hay cuy para cenar, nos ofrecen lo mejor que tienen; más tarde, cuando vayamos a la iglesia, habrá un arco de plantas y flores para recibirnos. Viviremos una Eucaristía hermosa, cantaremos, bailaremos y reiremos, y nadie tendrá ganas de irse. Y yo el que menos: quiero quedarme.


miércoles, 7 de diciembre de 2016

LAS PALMERAS DE OCOL


Cada vez que voy a Chachapoyas descubro un paisaje fascinante que exhala una hermosura diferente, a la vez inmóvil y siempre nueva. Las palmeras de Ocol me asombran y van seduciendo mi sensibilidad con su pericia de hechiceras vegetales, inexorables en su atractivo.

Cuando el carro pasa por San José y Ocol, me impresiona el convencimiento de que las palmeras nos observan, lo dominan todo desde su circunspecta altivez. Somos intrusos en su territorio, una naturaleza que les pertenece y a la que dotan de singular gracia.

Las hay de diferentes especies de elegancia, preciosas y herméticas, dueñas de un silencio sereno, emergiendo entre las nubes, colonizadoras de la belleza, poblando esos cerros con su quietud viva.

Su tronco se afila y luego se ensancha antes de las hojas, que son como un estallido de fuegos artificiales que se hubiera congelado en la pura delicadeza.

Nos vigilan desde su principesca altura, una especie de esbelta ingravidez. Y yo me dejo mirar por ellas, y deseo que algo de su encanto, a través de mis ojos, invada y rebose mi corazón; para que así mis pesares de ahora y los que vendrán queden mitigados por tal esencia; para que mi vida se hilvane en su sosiego.



viernes, 2 de diciembre de 2016

LA CASA HOGAR


Poco he hablado de ella porque ha sido, durante todo el año, una fuente permanente de dificultades, contratiempos y problemas de todo tipo. Pero siempre entrelazados con risas adolescentes, cuadernos escolares y esperanzas de futuro. Ahora llevamos una época más tranquila, y eso es bueno, porque merece la pena trabajar por estos chicos.

La Casa Hogar "San Francisco de Asís" es una obra social de nuestra parroquia. Antonio León la pensó para ser residencia de ancianos, pero pronto evolucionó para convertirse en una institución de acogida de chicos y chicas procedentes de pueblos lejanos que venían a Mendoza a estudiar la secundaria y sus familias disponían de pocos recursos económicos. Una iniciativa de desarrollo de primera categoría en la que Lolo, el profe Echegaray y Ángel se dejaron la piel.

Los años han pasado y la vida ha ido cambiando en la provincia; ahora hay muchos más colegios y la movilidad ha mejorado notablemente, pero la Casa continúa ofreciendo su servicio a hijos de campesinos pobres que por 150 soles al mes (43 euros) quieren estudiar para poder ir mañana a la universidad y ser profesionales. Tratamos de asegurar las condiciones para que los jóvenes aprovechen el tiempo y la oportunidad; en Mendoza hay muchos compañeros suyos, de los pueblos, que sus padres ponen en cuartos pagando más del doble y sin nadie "que los vea", con los previsibles resultados catastróficos en muchos casos.

El día a día también es diferente respecto a los inicios. Como ahora hay jornada completa, los muchachos almuerzan en el colegio (una mototaxi les lleva los tapers todos los días) y pasan menos tiempo en la Casa; trabajan en el huerto, pero no tanto como antes; salen más a hacer trabajos o a internet, todo es más rápido y más variado. Adelaida es su tutora y la responsable de la Casa, además de cocinera. Ella es la que conversa con los profes, va a las reuniones, lidia con los críos a todas horas, reniega, escucha, aconseja, limpia, organiza... una auténtica todoterreno.

A los papás los llamamos cada tres meses para un día de faena comunal (desherbar la huerta, juntar el café de la chacra que la Casa tiene, acarrear leña, etc.) en el que siempre hay una reunión para informar de cómo van las cosas y cambiar impresiones. Ellos indefectiblemente expresan su agradecimiento a la parroquia por el bien que se les hace a sus hijos. Y es que entre los antiguos alumnos hay de todo, hasta alcaldes e ingenieros. Da gusto encontrarse con alguno, ya grande, que también está agradecido.

La pensión que pagan a duras penas alcanza para los gastos corrientes de alimentación, luz, gas y demás. La Casa afronta gastos extra de reparaciones, compras de mobiliario y obras con las ayudas que llegan de España, de la ONG Yanaptasiñani de Oliva de la Frontera. Gracias a ellos y a otras aportaciones se pueden ir haciendo cositas. Lo digo por si alguien lee esto y se anima a colaborar.

Este año varios jóvenes salieron (querían ser libres...) pero llegaron otros, algunos enviados por la fiscalía y los servicios sociales de la municipalidad por casos de malos tratos o abandono. Está André que es un perla, y Shani una auténtica pishpirilla*; Nilver y Clever mostrando a todas horas su hombría; Heyli un encanto de persona, y Magalit y Lloisy las típicas niñas maduras y responsables. La verdad es que los pocos ratos que tengo para pasar con ellos me divierto mucho. Es como vivir en un eterno campamento de verano, una gozada.

* En quechua: ligerilla, traviesilla.

viernes, 25 de noviembre de 2016

SOLO QUIEN AMA VUELA


El año pasado, Cristina fue con sus amigas de minivacaciones al Cuzco y a Machu Picchu. Durante la estancia, para los traslados a unos sitios y a otros, hay que agarrar combis y carros, normalmente mezclándose con grupos de gente joven que viaja en plan económico. En una de las paradas, no recuerdo si para comprar artesanía o para ver algún monumento, un chico se le acercó y le habló.

Fue el sábado 3 de octubre de 2015, a las 14:50 aproximadamente. Lo digo porque si entras en el whatsapp de Fernando, ves que lo tiene puesto en su estado. En aquel mismo momento él supo que Cristina era la mujer de su vida. No hablo del clásico flechazo no, creo que es más que eso: como una certeza del corazón, que desde ese momento se pone a volar.

Y vaya si voló. Como que es piloto de helicópteros de las FAP (Fuerza Aérea del Perú). En cuanto Cristina regresó a Mendoza, ese fin de semana, Fernando encontró un vuelo militar de esos que llevan la carga en el centro tapada con una red, y se presentó acá. Ahí, sin pensarlo, dejándose llevar por la corriente del amor, que te hace despegar y planear. Cristina me lo contó soprendida y halagada: "¡que viene a Mendoza!". A mí me pareció un gesto muy bonito y galante.

Por supuesto, Fernando no se alojó en la parroquia, le buscamos hospedaje en casa de Miss Amelia. Pero siguió nuestro ritmo, almorzó con nosotros... Vino a la aldea y jugó con los niños como si los conociera de toda la vida. Muy sencillo, de trato agradable y fácil, de buena conversación. Nada creído para ser un piloto de élite de las FAP, ¿eh? Y totalmente decidido a conquistar a Cristina. "Ve, pasea con él, dale una oportunidad, nada puedes perder", le dije yo, pero creo que ella estaba ya un poco persuadida por su convicción sin fisuras.

Así la chispa voló del uno a la otra. Quedaba pasar un fin de semana solos, para conocerse, para aprender el tono de su voz al natural y no por teléfono, para exponerse a la emoción de una maniobra arriesgada en el aire, para fraguar la amistad en un amor de altura. Ahí hubo que armar un operativo de camuflaje fino y necesario, porque nadie podía enterarse. Y mereció la pena. Desde entonces, mensajes, llamadas, canciones, risas, cantidad de risas, puestas de sol, algún enfado, superación en sinceridad, perdón... y mucha fe. Tragos de felicidad, en definitiva.

Y también proyectos. Que exigirán dolorosas renuncias y grandes riesgos, como las piruetas en el cielo. Pero solo quien ama vuela, como dice el verso de Miguel Hernández. El amor hace capaz de todo, impulsa a las mayores locuras y hace vivir de verdad. Hoy que te has ido, Cristina, es el día para escribir esta historia que hace tiempo late en lo profundo de mi cariño por ti; hoy que es tu cumpleaños, Fernando, es el día para ofrecerte este trozo de vida que ambos me habéis permitido compartir. ¡Gracias y felicidades!

sábado, 19 de noviembre de 2016

EL TÍO JEREMÍAS


- Padrecito, a partir de ahora el Jesús me va a ir reemplazando en algunas tareas como agente de pastoral de Chontapampa.
- Me parece muy bien, don Jeremías.
- No es que me vaya a retirar, ¿eh? Lo que pasa es que me siento un poco mayor para algunas cosas: las charlas de Bautismo, las lecturas de la liturgia...
- Claro, don Jeremías, no se preocupe. En la parroquia seguimos contando con usted.

¿"Un poco mayor"? El tío Jeremías tiene ni más ni menos que 88 años como 88 castaños. Lleva 28 como animador de la comunidad de Chonta; pocos si consideramos su edad. Es una persona con una vida larga y peculiar, que suscita respeto por su fidelidad a prueba de bomba, su humildad y sus ademanes de caballero. El otro día, almorzando en su casa, me contaba su historia con gran naturalidad.

"Así que usted empezó en la iglesia ya con 60 años" - le pregunto. "Así es, padre. Y ni se imagina cómo era antes de que el párroco me invitase a colaborar, un libertino". "No sería para tanto". Mientras tomamos la sopa que doña Zoila nos pone, me cuenta que tiene en total 21 hijos: "Dos hijos de mi libertad y el resto con mis dos primeras esposas, esta es la tercera". Diosito lindo, Yeremy Airons no ha perdido el tiempo, me digo, y temo que los plátanos munchillos que cuelgan del adobe de la pobre cocina me adivinen el pensamiento.

"Además me gustaba tomar, ahí gastaba la platita que ganaba en la carpintería y le daba mala vida a mi familia". Su esposa -la primera- se sacaba la mugre chambeando en la chacra y hacía casi magia para sacar adelante a la tropa de retoños que venían como salidos de una cadena de montaje. Hasta que aquella propuesta del sacerdote le hizo reaccionar: "Fui a un retiro, comencé el servicio a mi pueblo como catequista y de ahí no volví a ser el mismo". Algo vio mi compañero en Jeremías, y bastó darle confianza para ayudarle a cambiar. Qué simple y qué hermoso.

No come mucho, apenas pellizca un trozo de pecho de pollo. "No me encuentro últimamente muy bien, solo voy a la chacra un rato en las mañanas". "¿Qué? ¿Que sigue yendo a su chacra?". "Claro. A por mis yuquitas y a rodear mi café. Y tengo mis encargos de sillas y mesas". Jaja. Lo dice como disculpándose por no poder hacer más y me hace risa. "Usted ya ha trabajado bastante, ahora sus hijos le tienen que apoyar". "No creas, padre, no quiero ser una carga. Tengo unos campitos por ahí que iré vendiendo cuando haga falta. Y una vaca".

En la cancilla de la casa nos despedimos. Se llega caminando veinte minutos desde la plaza, subiendo y bajando cuestas, pero don Jeremías lo hace sin bastón. "Entonces así quedamos, padre, ¿di?". "¿El qué?". "Lo del Jesús, mi reemplazante". Sentado ya al volante me doy cuenta de que él, como tantos otros agentes de pastoral, es insustituible. Hombres honestos, robustos en sus limitaciones, leales y creyentes sólidos. Tesoros de nuestra parroquia, de nuestra iglesia peruana.

"Si falto alguna vez a la jornada en Mendoza, usted me disculpará, ¿verdad?". Don Jeremías solo se jubilará cuando le pongan el piyama de madera.

domingo, 13 de noviembre de 2016

154 MISAS EN 2 MESES


Ya sospechaba yo que podía rondar una cifra semejante, y no me he equivocado. Agarra uno el libro gordo de Petete y la programación canta: en septiembre y octubre hemos celebrado un total de 154 misas, a una media de 2,56 por día, jaja. Un registro imbatible (espero) para dos curas que patean una provincia entera, pero sobre todo un número que me hace pensar.

Pienso y no me siento precisamente orgulloso de la proeza. Un montón de misas son obligatorias, nos las solicitan por fiestas patronales, que en esta época del año se celebran en unos 17 pueblos. Otras son las eucaristías de domingo, fijas en las tres sedes parroquiales. Hay misas de honras, misas de aniversario, misas de salud, entierros... Muy a menudo la gente desea adornar o distinguir sus eventos institucionales, populares o familiares con un acto religioso, y eso, en los últimos años (comentábamos el otro día en Leymebamba) se ha "clericalizado", ya no basta un rezo o una liturgia, tiene que ir el padrecito a decir misa. Y si los párrocos nos resistimos, el personal se molesta y comienzan las llamadas a otros curas de fuera... Un par de veces han acudido hasta al obispo.

Resultado: vamos de un lado para otro, gastando muchísimo tiempo y esfuerzo en la eucaristía y los sacramentos. Y alguien dirá: "Pues eso es lo que tenéis que hacer, ¿no? Que para eso sois curas". Sí, pero no absolutamente. Hay otras muchas cosas que creo que deberíamos hacer y para las que no nos abastecemos: un trabajo serio en pastoral social con análisis de la realidad, pronunciamientos parroquiales, denuncia, acciones y trabajo en red; grupos comprometidos con el medio ambiente; apoyo a la mujer rural y a las pequeñas cooperativas campesinas; una pastoral familiar en condiciones, acercándonos a los convivientes y a las familias rotas; etc. etc. etc. Me sobran las ideas.

No es que los sacramentos no sean válidos para evangelizar y transformar, tienen su fuerza y cumplen su función. El problema es que con ellos llegamos a un cierto público, gente muy determinada y masas en algunos momentos puntuales. La misa te permite dirigirte a las personas y eso no hay que despreciarlo, pero son los que vienen nomás. Faltan otras iniciativas, otras reuniones, otros momentos con carga de primer anuncio, con aroma de salida y no de conservación.

La eucaristía es cada dos por tres instrumentalizada con fines económicos, políticos o devocionales, como parte de un tejido cultural donde la secularización tiene que andar todavía sus pasos. La percepción de lo religioso está aquí atravesada de significados antropológicos que van mucho más allá de la fe o de lo eclesial, y se adentran en cuestiones complejas como la cohesión de la comunidad, los grupos de poder o el estatus social. Y de todo eso los sacerdotes no podemos escapar, nos ponemos el alba y to palante. El asunto es que pasamos semanas sin casi quitárnosla.

¿Qué produce esto en mí? Pues según noto, un desgaste. Me veo como secuestrado por esta rutina, un poco mecanizado, repitiendo homilías, confesiones, yendo a almorzar... Para nosotros es una tarea fácil: la misa y ahí nomá, tac tac, sota caballo y rey. Y bastantes las programamos nosotros, en eso hacemos consistir las visitas relámpago a los pueblos. Me siento por momentos algo deshumanizado; ya sé que realizo un servicio que la gente aprecia, pero no puedo evitar la impresión de ser utilizado, y sobre todo cuando te insisiten con lo de: "Pero padrecito, si nosotros vamos a pagar".

De vez en cuando me sale esta queja: "los párrocos somos seres humanos, no somos máquinas, llegamos adonde podemos". En una reunión alguien dijo: "Los padres no son muñecos", y me hizo gracia por la precisión con la que esa persona (no recuerdo quién) describió lo que a veces pasa: pretenden llevarnos y traernos a un lugar y a otro, vestidos con nuestros trapos para que se bendiga este local o este vehículo, se venere esta imagen, se pida por un enfermo grave, se diga una misa... Hasta celulares he bendecido, jaja.

Y también me doy cuenta, con sorpresa y algo de roche, que con tantos festejos he descuidado cosas que para mí son importantes y me hacen bien porque me ayudan a pausar la vida y a privilegiar el encuentro con las personas: visitar a los viejitos y a mis niños de la aldea, dar ejercicios on line (que me encanta), preparar bonito las cosas (temas, charlas, reuniones, homilías, materiales...), contestar los correos de mis amigos, hablar con mis sobrinos por skype, buscar y descargarme libros para leer, escribir más seguido, tomar una cerveza e incluso hasta descansar... Y lo mejor: pasar tiempo con la gente sin más, sin "hacer nada", sin desempeñar un papel ni realizar ningún cometido, solamente estar, conversar, reír, bailar si es preciso y disfrutar de la compañía. Falta me hace.

martes, 8 de noviembre de 2016

LOS PIES MÁS HUMILDES


Siempre me impresionan los pies de los campesinos ancianos. En las visitas, junto a la pobreza de los banquitos de madera y las paredes de muesca, no puedo dejar de mirar esos pies que parecen prolongación de la tierra.

Son pies grandes, que creo jamás usaron zapatos; como mucho, sandalia o yanque. Erosionados por mil pasos en las duras labores agrícolas de la chacra al amanecer o bajo el fuerte sol de mediodía. Pies recios, expertos en cientos de desnudos kilómetros, duros, de uñas malogradas, indiferentes a la estética. Pies en apariencia insensibles a espinas, piedras, barros o aguas; pies como palos o como llantas humanas. Extraños en el cemento o el asfalto.

Me impactan y me hacen recordar uno de los poemas de Tagore en Ofrenda Lírica:

Tienes tu escabel, y tus pies descansan, entre los más pobres, los más humildes y perdidos.
Quiero inclinarme ante ti, pero mi postración no llega nunca a la cima donde tus pies descansan entre los más pobres, los más humildes y perdidos.
El orgullo no puede acercarse a ti, que caminas, con la ropa de los miserables, entre los más pobres, los más humildes y perdidos.
Mi corazón no sabe encontrar su senda, la senda de los solitarios, por donde tú vas entre los más pobres, los más humildes y perdidos.

Si Dios tiene pies, son los de los pobres viejos campesinos de mi Perú.

jueves, 3 de noviembre de 2016

HOMILÍA EN TIEMPOS DE CORRUPCIÓN


Si te piden una misa para celebrar el aniversario de la creación política de la provincia de Rodríguez de Mendoza, las autoridades se exponen a escuchar una homilía como ésta:

Queridos hermanos (señor alcalde, subprefecto, comandante, regidores, miembros del poder judicial, sanitarios, profesores, autoridades…):

Estamos celebrando el aniversario de nuestra querida provincia, Rodríguez de Mendoza. Es un día de fiesta para felicitarnos por vivir en un lugar tan hermoso, con un precioso patrimonio natural y cultural y un pueblo guayacho que es famoso por su carácter acogedor y alegre. ENHORABUENA pues!

Hace 84 años que formamos no solo una entidad jurídica, sino una comunidad política. “Comunidad política” nos hace pensar en la política de partidos, pero es algo muy distinto: una comunidad humana, una provincia-familia que reconoce un legado común y proyecta un destino común. Un único camino para todos, una vida que vivir juntos cada mañana; un pedacito de Amazonas, una red de relaciones, una casa, una tierra que dejar a nuestros hijos.

Una comunidad política lo es de verdad cuando los representantes de la soberanía popular son elegidos democráticamente en procesos electorales limpios; cuando los poderes y autoridades actúan con autonomía pero en coordinación, respetando las reglas del estado de derecho; cuando las instituciones públicas funcionan al servicio del bien común y bajo el imperio de la ley.

Hemos de reconocer hermanos, que en nuestro país (que también es ahora el mío) todavía tenemos camino por delante para alcanzar una madurez institucional y democrática a la altura de lo que nuestro pueblo merece. Junto a la inseguridad ciudadana, la corrupción es percibida como el primer escollo que obstaculiza el crecimiento del Perú. Es un mal estructural que recorre de Puno a Tumbes todo el tejido social, económico, político e institucional, y nadie está a salvo; tenemos el reciente caso del asesor presidencial Carlos Moreno en ese turbio asunto de las privatizaciones de servicios de salud donde está envuelto incluso el Arzobispado de Lima… nada menos.

Es un fenómeno que contagia todos los niveles del Estado, desde el despacho del presidente de la República hasta el poder judicial, los gobiernos regionales, los alcaldes y los funcionarios. De hecho, según la Procuraduría Anticorrupción, hace un año, el 92% de los alcaldes del país (casi 1.700 de 1.841) estaban siendo investigados por presuntos actos de corrupción vinculados a diferentes delitos. Las pérdidas por corrupción ascienden a más 33.000 millones de soles al año, y en 2016 se estima que se ubicará entre un 3 y un 5% del PBI… unas 25 veces la cantidad destinada este año a programas sociales como Pensión 65 por ejemplo.

Tal vez sea bueno recordar las palabras de Pablo: “No hay autoridad que no venga de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de Dios”. Uuuf. Hermanos alcaldes, comisario, jueces, fiscales… su autoridad les viene de Dios, y ustedes están ahí en sus cargos por voluntad de Dios. Su servicio es sagrado. Los ciudadanos les han votado, pero Dios los ha elegido. Primero para que sirvan al pueblo, para que trabajen no en provecho propio, sino buscando el bien común. Saben que el poder da muchas satisfacciones, pero también, si lo ejercen con responsabilidad, es una cruz muy pesada y supone grandes sacrificios. No utilicen hermanos su autoridad para sacar ventaja, más bien déjense la piel para que la vida sea más humana, para que se respeten los derechos de todos, para que crezca el desarrollo y el bienestar, especialmente de los más desfavorecidos.

Segundo: Dios los ha elegido para que sean referentes. Ejemplos de integridad, de honradez y de buen hacer. Cada día vendrán con ofertas y proposiciones… no se dejen engañar por la seducción del dinero. No vale la pena. No coimeen a su alma. Ustedes son el brazo de Dios, el instrumento para que el Señor haga su obra. Sean recordados por justos, por generosos y por honestos. Es una puerta muy estrecha, como dice el evangelio; normalmente evitamos pasar por ella porque lo justificamos todo: “todo el mundo lo hace”, “nadie se va a enterar”, “total por una vez”… Y así, desde los distritos más pequeños y perdidos hasta los ministerios y palacio de gobierno, entre todos impedimos que nuestro país despegue. El año pasado, en la reunión del presupuesto participativo, una cifra se me quedó grabada: el 40% del dinero público no llega a su destino en el Perú… se queda en el camino, en los bolsillos de unos y de otros.

“Todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí está toda la Ley y los Profetas”. Esa es la clave, el secreto para vivir bonito unos con otros, para formar una auténtica comunidad que construye futuro. Portarse con el otro como a ti te gustaría que se portasen contigo. A todos nos invita el Señor a esto; a toditos sin excepción. A buscar el bien común saliendo de nuestro propio querer e interés. A todos. Y ustedes, señores autoridades (conmigo dentro), son los responsables de que esta sea la ley que domine nuestra vida.

Rodríguez de Mendoza es una gran provincia, un pueblo bello, una tierra de Dios. Es un honor ser sus autoridades. Por la intercesión de nuestro patrón San Nicolás pidamos al buen Dios que nos de claridad en la inteligencia y coherencia en el corazón. Para que nuestra provincia-familia, nuestra comunidad, avance hacia un futuro cada vez más luminoso, marcado por la justicia, el desarrollo integral y la protección de los más débiles.

sábado, 29 de octubre de 2016

DISCERNIMIENTO


Creo que se ha convertido en mi palabra favorita. Eso no significa que yo lo practique siempre, a veces me comporto como un verdadero cabeza hueca, pero al menos me doy cuenta, y lo hago cada vez más "en tiempo real".

Pasan los años y me parece más y más necesario. Y no tanto como un ejercicio o una táctica, sino como un reflejo que cada día debería arrancar en mí haciéndose poco a poco una segunda piel, un parpadeo del corazón que siente, piensa y decide.

Al principio de la jornada intento dedicarle un tiempito. Me pregunto cómo estoy, qué posos dejó el día de ayer, con qué sabor me levanto, por dónde camino, en qué cosas ando metido, cuál es la banda sonora de estos días de mi vida y la temperatura del viento en cuya dirección remo. Reviso las mociones -sentimientos, planteamientos, pensamientos, deseos...- que experimento y trato de interpretarlas como lenguaje de Dios.

El enemigo que está dentro de mí suele emplear parecidas trampas y engaños, las piedras en las que habitualmente tropiezo; pero el discernimiento me enseña a intuir el peligro, a percartarme cuando se encienden las luces de alarma y a poner en marcha las medidas adecuadas para no equivocarme, o al menos no demasiado.

Este vídeo, que he descubierto en la página de los jesuitas de España (www.jesuitas.es) lo explica magníficamente con muy pocas palabras y en algo más de un minuto. Lo recomiendo, el vídeo y el tesoro que muestra: el proceso permanente y creativo por el que aprendemos, de la mano de Dios, a vivir. El discernimiento.

lunes, 24 de octubre de 2016

SACUDIRSE EL BARRO DE LAS BOTAS


No todas las aventuras cuando salimos a los lugares más lejanos son tan emocionantes y agradables como a veces puede parecer. En ocasiones siento que me saco el ancho (es decir, me pego una paliza) por las puras (es decir, para nada). Como muestra, la última visita a Javrulot, Carabelí y Peñarol.

Ya empieza la cosa torcida cuando no vas al 100%, en este caso viajé con un fuerte catarro que todavía cuando escribo esto me tiene medio sordo de un oído porque creo ha evolucionado a sinusitis. Con el cuerpo a medio gas los lodos de la subida a Javrulot te minan las fuerzas, y más si la lluvia cae convirtiendo el sudor en caudal que te hace tiritar. Llegamos y...nada. Nos acercamos a una casa a descansar, pero no nos ofrecen ni agua; al rato llega Consuelo, la agente de pastoral, con el almuerzo en tapers, frío... mal presagio. De hecho, a la 1 del mediodía no hay nadie en la capillita de madera, que tiene una mesa, una silla y dos bancas. Llegarán unas diez personas pasados tres cuartos de hora; conversando descubrimos que en este pueblo simplemente no existe comunidad: nunca se reúnen, no hay liturgia los domingos... nada de nada.

Sorteando más lluvia pasamos a Carabelí. Don Bartolo no tiene esta vez sitio en su casa, así que me alojo en un cuarto de madera, sin water ni ducha. Cuando intento ir a bañarme a la quebrada me dicen que no, que el agua baja muy turbia de la altura, así que me indican un caño por donde sale un chorrito que la gente utiliza. Mientras tapo como puedo la entrada con un plástico, me sonrío al verme calato, esperando a que alguien llegue, rodeado de restos de sobrecitos de champú, botes de detergente vacíos y trozos de sandalias viejas... aaaay Diosito. Pero el agua fresquita me reanima, y buena falta me hará para la noche.

La Eucaristía es en la escuela. Como solo hay un cancionero, el profe se ofrece a fotocopiar las canciones en una multifunción. Cuando empezamos ha pasado casi una hora y todos (unas doce personas) tienen aspecto de dormidos, y ejercen como tales porque no contestan, no cantan, no reaccionan a los chistes, no responden a nada... y ni una sola persona recibe la comunión. También acá, en la conversa tras la misa nos confiesan que llevan meses y meses sin reunirse para nada. Vitalino, el agente de pastoral de Líbano que es mi compañero en esta gira, le habla e intenta animarles, pero los dos nos cruzamos miradas de perplejidad y desaliento.

Al día siguiente tocan otros 18 o 20 kilómetros de caminata. La visita es a Peñarol. Llegamos bastante tempranito, saludamos en un par de casas, todo el mundo nos ve pasar por la pampa... pero estaremos más de una hora esperando en la iglesia sin que aparezca nadie. Acá se junta un buen grupo de gente porque los maestros han llevado a los casi treinta niños de la escuela, y con ellos armamos una celebración más amena. Pero se ve inmediatamente que esta comunidad también está hecha cenizas: desunidos, desorganizados, ya ni se acuerdan de la última vez que se reunieron.

A todos les decimos que chau chau: los padres ya no vamos a regresar hasta que nos llamen. Iremos para alentar una vida, algo que existe antes de que lleguemos y continuará cuando nos vayamos. Iremos cuando estas comunidades logren celebrar su liturgia los domingos, cuando sus agentes de pastoral vayan a las jornadas de formación, cuando preparen para el Bautismo y la primera comunión y sean capaces de engendrar nuevos cristianos. Iremos cuando muestren interés por seguir a Jesús y necesidad de la Eucaristía. De otro modo, la visita del sacerdote es algo puntual e irrelevante, una anécdota rara en un día cualquiera del pueblo, a la que un grupo de curiosos van a llevar su agua para bendecir y observan cómo el cura se come la hostia.

Años de pasar como balas por estos lugares acumulando misas apresuradas, pero sin haber conseguido generar verdaderos procesos evangelizadores. Cristianos que, en lugar de comprometerse con la fe y con el Reino sin depender de nadie, sienten que asistiendo a la misita cada tres meses ya lo tienen todo hecho y no se mueven: hemos cosechado justo lo contrario de lo que pretendíamos. Por eso les hemos explicado que, en lugar de sacudirnos "el polvo de los pies" (Mt 10, 14), más bien nos sacudimos el barro de las botas.

Por el momento. Porque como parroquia habrá que cranear qué pasos dar, de qué maneras trabajar a partir de ahora. Yo no sé cómo se hace, pero así, no.

miércoles, 19 de octubre de 2016

DESMITIFICANDO AL MISIONERO


"Octubre es conocido en la Iglesia por ser el mes del Rosario y por ser el mes de las misiones". Así comienza el editorial que el semanario diocesano "Iglesia en Camino" dedica a los misioneros en el número del pasado 16 de octubre (http://www.meridabadajoz.net/iglesiaencamino/ic-1091-161016.pdf). Confieso que, al leerlo, he sentido una curiosa mezcla de rubor y orgullo, porque las cosas no son exactamente como figuran en el imaginario colectivo sobre los misioneros, que creo necesita un cierto lifting que depure ideas románticas de otras épocas.

"Los misioneros son la vanguardia de la evangelización, siendo los últimos están los primeros, porque así es el Evangelio". Pues... al menos en la diócesis de Chachapoyas no tanto. La parroquia tiene lugares de avanzadilla, que necesitan el primer anuncio, pero son tantísimos los compromisos de sacramentos y religiosidad popular, que no nos dejan casi tiempo para salir a evangelizar a los que apenas han oído hablar de Jesús. Nos dedicamos más bien a la pastoral de mantenimiento, y aún así nos las vemos y nos las deseamos para atender a todo.

"No buscan líos, pero casi siempre están metidos en follones porque las tierras a las que van no suelen caracterizarse por el desarrollo y la paz". El Perú es un país pacificado después de años de terrorismo, vivir donde vivimos no comporta especiales peligros. Si acaso, las carreteras con sus barros y abismos. Y alguna víbora. Y la tifoidea. Y...

"Van a anunciar el Evangelio, aunque muchos los identifican como promotores del desarrollo humano porque ya sabemos que el que dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a su hermano a quien sí ve, es un mentiroso" (...). "No son arquitectos, pero construyen escuelas y dispensarios; ni son ingenieros, pero muchas tierras pueden regarse gracias a las presas que realizan; ni son profesores, pero gracias a ellos los niños y niñas son escolarizados; ni médicos, pero si no fuera por ellos la sanidad no llegaría a muchos rincones de la tierra". Recuerdo que Ángel Maya me advirtió que Perú está en un nivel de desarrollo que le permite afrontar todas sus necesidades de sanidad, educación e infraestructuras. Hace veinte años, los misioneros pusieron muchas aguas potables, llevaron la luz a muchos pueblos, construyeron puentes y escuelas... Hoy ya no ya, eso lo hace (mal que bien) el estado. Pero siempre "la misión de evangelizar es, también, una misión de servicio al ser humano, sea cual sea su condición, identidad, cultura, idioma... (especialmente) a los desarraigados, a los olvidados, a los perdidos, a los marginados, a los enfermos, a los invisibles", como muy bien dice Pilar Rahola en su pregón del DOMUND (http://www.domund.org/2016/10/la-patria-del-corazon.html). Buenamente tratamos de acercarnos a las pobrezas de nuestro entorno: los ancianos, los jóvenes sin futuro, los niños abandonados, las familias desestructuradas...

"Son de aquí, aunque se hacen de allí para reír con los que ríen y llorar con los que lloran. No son francotiradores, ni van en su nombre a tierras lejanas, sino que son enviados por una iglesia local a otra que los acoge porque somos el mismo cuerpo". Pues sí, lo intentamos, y éste creo que es el mejor distintivo del misionero: sale de su tierra para hacerse "otro" en una cultura diferente, para compartir lo más grande: el Evangelio. Para "difundir los valores fraternales, la humildad, la entrega, la paz, el diálogo, difundir, pues, los valores del mensaje de Jesús (como algo) bueno para la humanidad" en palabras de Pilar Rahola.

"Normalmente trabajan en poblados, selvas y pequeñas comunidades, pero al mismo tiempo son la expresión más clara de la universalidad de la Iglesia y testigos de que el Evangelio es para todo el mundo porque todos somos hijos del Dios que anuncian de palabra y con sus obras". Mmm... no. Vivimos en ciudades y pueblos medio grandes, donde tenemos electricidad y agua caliente, internet, celular, computadora y tablet. La vida no es tan cómoda como en España, pero no estamos en chozos en medio de la selva ni nada de eso. Somos misioneros del siglo XXI, ya no de la época de las huchas por la calle, los negritos o las poesías del padre Carreño.

Aunque también es cierto que el coste personal de estar tan lejos de los tuyos es enorme; es nuestra cruz y nuestra corona, lo que tal vez nos da luminosidad como signos del Reino, como dice Rahola: "el comportamiento de estos creyentes, que entienden a Dios como una inspiración de amor y de entrega, es un faro de luz, ciertamente, en la tiniebla". Junto con el afán de ser factores de humanización, dejándonos llevar por los caminos que Dios plantea y que a veces son totalmente sorprendentes. "Son testigos y, por ellos, muchos reciben la mejor noticia que puede recibir una persona: que Jesús es el Señor, que no estamos solos, que para el Creador del cosmos cada uno de nosotros somos lo más importante. Por todo esto y por muchas más cosas, merecen nuestra oración continua, acentuada este mes, y nuestra colaboración material para desarrollar su tarea". 

No es para tanto. No somos héroes, somos gente normal y corriente, hacemos lo que podemos. Pero gracias a "Iglesia en Camino". Y a Pilar Rahola.

sábado, 15 de octubre de 2016

DERRAMES DE VERGÜENZA


En lo que va de año 2016 llevamos un total de seis derrames de petróleo en Perú, cinco de ellos en nuestra Amazonía. Un triste récord si consideramos que en los últimos seis años han ocurrido un total de 17 vertidos similares: un escándalo ambiental de primera magnitud en pleno pulmón de nuestro planeta.

El oleoducto Norperuano es la conducción de petróleo más larga del Perú. Se construyó en 1974 para transportar el crudo desde el departamento de Loreto cruzando los Andes hasta la costa en Bayóvar, departamento de Piura, con un total de 1106 km hacia el oeste. Según Petro-Perú, el oleoducto no ha recibido mantenimiento en los últimos 16 años y, como consecuencia, se han generado 73 fallas (puntos con pérdidas de espesor superiores al 70%). Se trata de una irresponsabilidad que ha de ser enérgicamente denunciada y de la que deberán dar cuenta los culpables.

La cronología en un flash es así:

Enero: más de 2000 barriles de petróleo crudo se derramaron a la altura del kilómetro 441 del Oleoducto Norperuano en la zona de Chiriaco del distrito de Imaza, Amazonas. La emergencia impactó en sembríos de cacao y en las aguas de la quebrada Inayo. 1900 afectados en total.
Febrero: derrame en Morona, Loreto. 1000 barriles derramados y 2543 afectados según Defensa Civil. El derrame dañó la infraestructura agropecuaria, causó pérdidas de cultivos y estragos en servicios básicos de agua, centros y postas de salud, entre otros.
-Junio: derrame en Barranca, Loreto. 600 barriles y 950 afectados.
Agosto: En el malecón costero de Ilo (Moquegua) se registró un derrame de petróleo que causó la muerte de varias especies marinas. Según la Municipalidad Provincial de Moquegua, entre las especies afectadas se encuentran los lobos marinos, el erizo de mar, estrellas de mar y otras.
Agosto: comunidad Nueva Alianza, distrito de Urarinas, en la provincia y región Loreto. 3473 metros cuadrados fueron afectados por la primera fuga de crudo ocurrida en el kilómetro 54-200. Mientras que en el kilómetro 55-500 fueron 952 metros cuadrados los que resultaron contaminados.
Septiembre: nuevo derrame de petróleo del Oleoducto Norperuano en el kilómetro 64 del Tramo I, distrito de Urarinas (cerca de la comunidad Monterrico, a 9.5 km. de la comunidad Nueva Alianza), en la Región Loreto.

Como es habitual, los afectados son los más pobres. El petróleo malogra sus chacras y sus ríos, truncando sus medios de supervivencia y obligándolos sin remedio a consumir agua y alimentos contaminados que producen graves trastornos en el organismo humano. El Papa habla de ello en Laudato Si nn. 21, 25, 29 y 30.

La revista SIGNOS del Instituto Bartolomé de las Casas muestra testimonios desgarradores:

SARA VÁSQUEZ SILVA, MADRE DE FAMILIA“La salud aquí en Cuninico está muy grave por la cosa del derrame, acá la economía toda está en crisis, más que todo los niños están enfermos. Tienen dolor de estómago, tienen alergias, tienen calambres, tienen vómitos. Antes del derrame no existía eso. La causa es que comen el pescado, el pescado está contaminado, bien contaminado de petróleo. También el agua. Se bañan los niños y salen con alergias, comezones, con dolor de estómago […]”.

FLOR DE MARÍA PARANÁ: “Nuestros hijos lloran de hambre y de sed, como madres estamos preocupadas qué darles de comer, nosotros esperamos que llueva desesperadamente, corremos para recoger, para juntar el agua para tomar”.


Los habitantes de las comunidades afectadas piden legítima y urgentemente al estado:
1) Un estudio del agua y de los peces de la zona.
2) Análisis médicos exhaustivos y atención de calidad.
3) Una planta de tratamiento de agua potable
y 4) Alimentación interculturalmente adecuada a todas las comunidades nativas perjudicadas, mientras no se tenga certeza científica de que el consumo de pescado no pone en peligro la salud y la integridad física de las personas.

Desde aquí nos unimos a estas reivindicaciones. Y reclamamos también que estas tragedias ambientales no desaparezcan de la actualidad periodística, ni de las agendas de las autoridades (gobierno central, congresistas, gobernadores regionales, alcaldes...), ni mucho menos de nuestra sensibilidad como habitantes de la Tierra y como cristianos.

El Papa Francisco, en los nn. 216-221 de Laudato Si nos invita, por el contrario, a una auténtica conversión ecológica*, porque si nos hemos quedado pasivos, entonces necesitamos ser convertidos. Nuestro encuentro con Jesucristo debe mostrarse en nuestras relaciones con el mundo que nos rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de la vida cristiana. Una auténtica conversión supone examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones y con nuestra inacción.

El Papa sigue: Primero, necesitamos Gratitud por todo lo que Dios nos ha dado; y Gratuidad, es decir, generosidad hacía los demás. En segundo lugar, recordar que estamos unidos con todas las demás criaturas. No contemplamos las cosas desde afuera sino desde adentro y con todos los seres. Finalmente, cuando nos dejemos convertir, va a crecer nuestra creatividad y entusiasmo. Si los desiertos exteriores  se multiplican en el mundo es porque se han extendido los desiertos interiores (LS 217). Pidamos al cielo que llueva agua pura en nuestros corazones y en nuestra mamá Tierra.

* Lo tomamos de: Comisión Episcopal de Acción Social, Laudato Si. Versión popular, Lima 2015
Para saber más:





domingo, 9 de octubre de 2016

DÍA ÚNICO


Llegaron nerviosos, todos con una azucena de plástico en la mano, algunos además con su vela, envueltos en ese alboroto típico de los niños que están a punto de hacer su primera comunión. Yo me sentí como en mi Valencia o en mis Valles y recordé otros días tan parecidos... y tan diferentes.

Habíamos más o menos ensayado dos días antes, lo que cada uno tenía que leer, las ofrendas, los lugares, el orden... Pero todo acá es más simple y más improvisado, no hay tanto tiempo para pulir los detalles. Los niños van vestidos con el uniforme de la escuela porque bastantes no pueden permitirse terno o traje de Sissi emperatriz, hay padres y abuelos que no vienen a la misa; y ni siquiera es una fecha especial, la comunión se hace uno de los días de las fiestas patronales. Porque así fue durante años, cuando el sacerdote iba al pueblo una vez al año, con motivo de la patroncita Virgen del Rosario y ahí celebraba toditos los sacramentos.

Los textos los he adaptado de los últimos años en Santa Ana, de modo que Yuleisy en vez de leer: "Gracias por el cole, la casa, la bici y el bocata" dijo: "Gracias por la escuela, la casa, el fútbol, el voley y los caimitos". No hay colaboración económica de los papás para enviarla a Mendoza, porque ahora vivo y trabajo en Mendoza, aunque en la homilía también les hablé del Atlético de Madrid; subieron los niños conmigo al altar, pero a los papás les aconsejé dedicar tiempo a sus hijos, a conversar con ellos, a jugar con ellos, a pasear... Acá la realidad de familias rotas y de padres alejados física y emocionalmente es mucho peor.

Era todo muy distinto, con otro sabor, pero percibí esa mezcla de ilusión, ternura, satisfacción y alegría propias de ese momento, familiares en mi registro de pastor y favoritas en el patrimonio de experiencias de mi corazón. Y me sentí muy "yo mismo", muy cerca de todo lo que amo, que está allá y ahora también acá. Así nos hicimos la foto de grupo y mil fotos más al terminar la procesión, como en un photocall, sonrientes delante de la piedra del altar y con el alcalde machacándonos la oreja en un discurso interminable.

No se arman grandes celebraciones en las casas, la gente no gasta porque no tiene, no quiere endeudarse o ambas cosas. Se invita a comer a la familia y a los amigos más íntimos. No hay restaurante, ni catering, ni castillo hinchable, ni casi regalos. En la cocina de Milena íbamos almorzando por turnos porque no se cabía: cuando terminan unos, se sientan los siguientes. Sopa y de segundo tacacho con cecina y gallina, humilde comida de fiesta; pero con un vino rosado espumoso italiano que le habían regalado a Nancy y estaba de la patada.

Como en mis otros pueblos, ya no tenía ninguna tarea más. Así que la tarde se ralentizó, ya no miré más el reloj y tranquilo gocé de la compañía, de la conversación y la acogida insuperable de esta gente. Llovió, empezó el desfile, subimos a un segundo piso para ver el panorama, tomamos cerveza y luego café, se fue la luz, seguimos charlando, volvió la luz, repetimos (hicimos yapa) dulce de frejol... hasta que llegó la hora de regresar a casa.

A los niños les dije que era un día único y que lo disfrutaran. Y lo fue también para mí: sin duda uno de los días más hermosos de mi vida, no lo olvidaré jamás. Los caimitos son frutos que se dan en Omia, dulces y divertidos, se te quedan pegados los labios. Pero la última frase quedó igual: "Gracias por todas las cosas bonitas de la vida y por estar siempre a nuestro lado".

martes, 4 de octubre de 2016

ÑACASHCA PROGRESO


Justo estaba yo en Los Olivos el día que llegó la luz. Ya había visitado allí antes, y veía como iban terminando de colocar los postes, conectar los cables e instalar los medidores. Era cuestión de ahorita que la electricidad enganchase al pequeño caserío a la vida moderna. Vivían todos expectantes ante tamaño acontecimiento, sin sospechar que el desarrollo trae su cortejo de fregadas.

Y es que  aquel día de mayo, con la luz nuevecita, en la tarde, cuando comenzaba la Eucaristía, extrañado por el silencio sepulcral de la capilla y de la pampa, pregunté: "¿On tan los niños?" Y me respondieron: "Viendo la tele".

Sin comentarios...

Hace poco, en una jornada de zona en San José (montaña de Zarumilla), Eugenio contó la siguiente anécdota: "Recuerdo que llegó por fin la luz eléctrica a mi pueblo La Primavera. Dos meses más tarde el maestro de la escuela nos llamó a los padres a reunión. Nos enseñó los boletines de notas de nuestros hijos y nos demostró cómo todos habían bajado su rendimiento precisamente en los últimos dos meses". Enmudecidos nos quedamos toditos. "¡Pucha máquina, con la modernidad!" - se oyó por lo bajo a un huayacho indignado. Jeje.

Sí pues. Es como para pensarlo, y yo no dejo de moler desde entonces. Los avances técnológicos nos facilitan la vida... ¿seguro? Mmmmh. Es como viajar en la máquina del tiempo a cuando España se alumbraba con candil, una época que yo no conocí pero que puedo recrear gracias a los relato de mis abuelos y mis padres, o a los libros de Luis Landero. Por la tarde, los niños jugaban al balón prisionero, a los bolindres o al rescate. Cuando caía la noche, la familia conversaba. Era una vida menos cómoda, pero en muchos aspectos más humana. Como la de Los Olivos o La Primavera antes de la invasión de la era digital..

¿Qué pasó después? No hay reunión que no esté abarrotada de celulares que entorpecen constantemente el diálogo. Si entras en una casa y está la tele prendida, los niños parecen zombis hipnotizados por "la caja tonta". Hay gente hablando solos por la calle y crees que están locos hasta que ves el auricular y entonces descubres que conversan por celular, pero eso no es menos inquietante. En un bautizo de pronto aparecen un montón de paparazzis móvil en mano dispuestos a inmortalizar el momento. Los artefactos electrónicos nos rodean, nos colonizan y si no tenemos cuidado poco a poco idiotizan nuestra vida. Chau.

Es como todo, depende de cómo los usemos. San Ignacio lo dice: "Y las otras cosas que están sobre la tierra son creadas para el hombre, para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado. De donde se sigue que el hombre, tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin, y tanto las ha de dejar, cuanto para ese fin le impiden" (Ej 23).

En el encuentro provincial de la JEC este tema salió un montón en el análisis de la realidad de la comunicación en las familias. Así que ayer llamé a Karina, la psicóloga del hospital, para que arme una sesión de formación sobre la tiranía de los adelantos en nuestra vida. Tal vez ayudemos a evitar que internet haga mazamorra la mente de los jóvenes. Porque muy achorao y mu moderno, pero pucha, ¡ñacashca progreso!

PS: Ñacashca=maldito, desgraciado. Un quechua-guayachismo que es varios insultos en uno.

viernes, 30 de septiembre de 2016

EL MAGNETISMO DE LAS PEQUEÑAS COSAS


Mi primo Javi el de Zaragoza me regaló cuando me ordené de cura un maletín de esos mini-sacristía con todos los útiles en miniatura para llevarlo fácilmente y celebrar la misa donde sea, delivery, jaja. A mí me hizo gracia y le bromeé por haber tenido semejante ocurrencia. No se imagina las veces que me acuerdo de él, cada vez que sale el calicito y las botellas mini para el agua y el vino, to los días.

Si miro ahora a mi alrededor me doy cuenta de la cantidad de cosas que tengo y que yo no me he comprado, me las han regalado, y muchas con motivo de mi envío al Perú. Son como las puertas de Matrix, que me transportan a otros momentos, me traen otros rostros, hacen resonar conversaciones y risas, son balizas que me sitúan en una vida larga, amplia y rica en personas, lugares, experiencias, cariños.

Mientras escribo voy vestido con un buzo, o sea un chándal que me regaló mi grupo MRC de Santa Ana por mi cumpleaños. Y las zapatillas Joma fosforitas que llevo, las mamás de la primera comunión de aquel año. Estoy en mi despacho: levanto la vista y los rostros de mis sobrinos aparecen en un corcho junto al poema "Y yo me iré", de Juan Ramón Jiménez. Pero ahora subo a mi cuarto, y allí, sobre la pared, están los dibujos que mis niños me regalaron el día antes de vernirme acá, hace... dos años. Cuando vi el avión, el increíble C, la vaca y el escudo del Atlei creí que me iba a estallar el corazón. Jamás olvidaré ese momento.

¡Dos años ya en Perú!

La radio multibanda es un regalo de mis compañeros los profesores del colegio de Badajoz cuando me fui ¡a Senegal! Reconforta saber que las cosas cumplen con el cometido para el que las trajeron, aunque cambie el idioma que estaba previsto que saliera por los parlantes. Sobre mi mesa, la estatuilla del Buen Pastor que una vez Juan Carlos me trajo de Roma, un atril de madera que me compró mamá en la librería San Francisco, una estampa que me regaló Glafrira con la frase: "Solo el amor abre caminos inesperados", el cuaderno de viaje que me regaló Toñi, la postal de despedida de los Retoños ("Aunque la distancia nos separe, en el corazón siempre estaremos juntos"), un pequeño bufeo de madera de Dominik la de la selva y el libro de los Ejercicios que compré en Valladolid con el maestro Ignacio Iglesias y que siempre me acompaña.

Más ropa. La casaca azul me la regalaron mis compañeros de Juntiña, y la verde me la regaló Carmen, igual que las peazo zapatillas marca Columbia (lao Tita, ya se han empezado a romper). Junto con el chándal, los santaneros me regalaron unos calcetines largos, que me vienen de maravilla para que las botas no me quemen las piernas en mis caminatas por esos mundos. Estas otras botas Bestard, magníficas, me las regaló Morke, y me recuerdan los días de senderismo por Burguillos, Tentudía... jaja, ay, aquellas setas.

Las sandalias cangrejeras me las compró Berta en el Decathlon, y las chanclas verdes mi hermana Susana, y no sabes cómo van por todos sitios, utilísimas. Hay una camiseta de "recuerdo de Croacia" de Mª Elena, el gorro de caminar que me regaló Ana Muñoz y que ha sido compañero en mil batallas, una gorra roja Adidas que me regaló Grabiel, un bañador pituco de Ana Llanos y, por supuesto, el palo de trekking que me compraron mis papás y que es mi tercera pierna, ¡gracias!

El erizo que vive en mi mesilla de noche me lo regaló Nancy cuando estuve con el tobillo a la virulé. Junto a él siguen las siete pulseras que mis sobris me entregaron al despedirnos, y justo encima, una goma eva donde pone "Felicidades misionero", que me envió Rosi. Faltan la mochila, estupenda, que me abraza cada vez que pateo la montaña, y la maleta gooorda, regalo de mi primera misa. Hay también un arbolito huayruro "recuerdo de Tarapoto", un tumi de pisco y el portaformas último regalo de mi tío Víctor. Y lo más importante: el crucifijo misionero (¡qué día aquel!, ¿te acuerdas Paco?) y el asombroso cuadro del conejo que mi sobrina Pilar me pintó y me envió a Mendoza.

Cosas que cada día veo y uso, que me traen el sabor de quienes me quieren y, de alguna manera, siempre me acompañan en esta aventura. Lo escribo en el ordenador que me regalaron las parroquias de mis valles cuando me vine... hace dos años. Estamos empezando.

lunes, 26 de septiembre de 2016

EL ALUMBRE QUITA EL SUSTO


Se ha hecho de noche en la quietud rumorosa de la selva. Hace frío a causa de la abundante lluvia de la tarde. En la cocina, junto al fuego, enseño a María (9 años) a dividir por dos cifras. Mientras, Joshé Villalobos frota con piedra de alumbre el torso desnudo de su hijo menor y yo lo observo fascinado.

Y es que el pequeño José (6 años) fue el otro día a buscar al caballo y lo encontró… muerto. Corrió llorando a su mamá, pero lleva desde entonces malito, afectado por la impresión, el susto. Para sacárselo, su papá ha comprado en Mendoza alumbre; cuando ya ha restregado el cuerpo del crío coloca la piedra en la candela. El alumbre empieza a moverse, hincharse y contraerse, como “respirando” de forma extraña durante mucho rato. Cuando se queda quieto, habrá tomado la forma de lo que causó el susto, y la persona estará curada (!!!!!).

Si mi mami me pasara el alumbre a mí después del último viaje por la montaña, ¿qué saldría?

UNA LLANTA: Al comenzar mi periplo por la zona de Zarumilla iba tan contento cuando… derrape, choque y reventón de llanta. Es cerquita de Totora y al toque encuentro ayuda para colocar la rueda de repuesto. Pero también está pinchada. Chau. En la adversidad se aprende lo buena que es la gente: se portan conmigo de maravilla, me ayudan a llevar las llantas a Mendoza, me dan cena y posada en el hotel de 5 estrellas de Nely y Manuel.

UNA BODA: Rosa (la enfermera) y Benigno por fin se han decidido a casarse, así que no podía yo faltar a este acontecimiento, y de hecho al llegar encuentro a casi todo el pueblo en plenos preparativos: el trapiche lleva moliendo caña desde el amanecer para hacer guarapo, se ha matado un toro y la carne se seca en la lumbre a salvo de las moscas antes de cocinarla, aparecen música y parlantes, se decoran las tortas…

Almuerzo dos veces: donde me acogen y en casa de los novios, y ahí me ponen cuy, como a todos: es la señal de que estamos de fiesta gorda. Por la noche, en la iglesita, no cabe un alfiler. El novio con terno y corbata; su mamá con un sombrero y pollera que la delatan que es de la sierra. Los padrinos muy serios (no suelen ser los padres por estos andurriales) y la novia con pantalón y chaqueta; bordea los 40 y tiene dos hijas, la mayor más alta ya que ella.

Casi desde que entramos en la capilla se pone a llover, un diluvio furioso que golpea el tejado y me hace dar gritos para hacerme oír. Y al momento, antes de las lecturas, se va la luz. Así que toca una eucaristía a oscuras y en medio de un ruido ensordecedor. Pero todo resulta bien. Con as linternas pasamos a la casa del flamante matrimonio a celebrarlo. Al toque se conectan unos cables a un motor, nos sentamos todos los que cabemos y hacemos el brindis con vasitos descartables de vino dulce. En la mesa, al frente, las tres tortas, los pancitos y las "tortillas"... Todo muy sencillo, muy entrañable y muy divertido.

El alumbre es un sulfato de aluminio y potasio conocido desde la antigüedad y usado para preparar tintes y como desodorante entre otras cosas. Cuando se calienta pierde su forma cristalina y se convierte en una sustancia amorfa. Lo miro detenidamente y... no acabo de ver el caballo; ni tampoco la rueda, ni el toro en salsa. Pero sí contemplo la acogida, la simpatía y la generosidad de esta gente. Claritas.