viernes, 29 de junio de 2018

FRIAJE


Me despierto de madrugada, veo que son las 2 y noto que ¡tengo frío! ¿Estaré enfermo? Miro el termómetro y no me puedo creer lo que veo: ¡21 grados! Agarro una manta, una toalla gordita, me arrebujo en mi cama y, recordando los inviernos de mis Valles, duermo rico, mmmmmh.

Pero, ¿estamos en la selva o qué? Sí, lo que ocurre es un episodio meteorológico llamado friaje. Por la mañana se me ponen los vellos de punta a la hora de la ducha con agua de lluvia helada, así que decido buscar qué es lo que pasa. Y veo en Wiki que estamos en medio de “un fenómeno climático caracterizado por la caída repentina y brusca de la temperatura, acompañada de fuertes vientos. Puede ocurrir más de una vez en la Amazonía occidental, entre mayo y agosto. El fenómeno es una consecuencia de la penetración de masas de aire polar desde el Atlántico, a través de la cuenca del Plata, cuando recibe el aire frío desde las regiones templadas de América del Sur”. Madreeee.

Un café calentito a media tarde (que nunca tomo para no sudar más de la cuenta). Una chompita que me compré el año pasado en Decathlon y que ya iba a criar telarañas en el armario, pantalones largos y calcetines en los pies con chanclas, y sigo leyendo. “La duración mínima del friaje es de tres días. Las principales consecuencias en la Amazonía son humanas, por ejemplo problemas de salud por las bajas temperaturas fuera de estación, heladas agronómicas, nieve y granizo que daña los cultivos y pastos en las zonas alto andinas”. Diosito. Tres días de repentino frío antártico, y yo con mis pellizas en España y en Lima.

En realidad, la sensación de frío es más por la humedad (que siempre ronda el 90%) que por las temperaturas, que apenas descienden hasta los 15º en el sur de la Amazonía peruana y hasta los 20º por esta zona nororiental. Pero la gente, que no está acostumbrada, se pasa el día castañeando los dientes y con los brazos cruzados. De pronto medio Islandia tiene gripa y los de la posta agotan las existencias de paracetamol y naproxeno.

Para los nacidos en el hemisferio norte, es una deliciosa tregua en un clima habitualmente asfixiante. En lugar de estar todo el día transpirando, hay que abrigarse, cocinar garbanzos y hasta apetece una sopita hirviente para cenar. Mi gata está todito el día tirándoseme encima buscando el calor corporal, no hace falta usar abanico ni siquiera durante la misa, y casi prefiero que salga el sol el rato del izamiento del pabellón nacional, que normalmente cada domingo soportamos sancochados.

Me transporta a las candelas de la nochebuena en Valencia, al braserito, las sábanas gordas, el forro polar y el edredón nórdico; la confortable calefacción de mi casa de Mérida, los pies sobre la madera amable del parquet, el alivio que encuentra uno al cobijarse, lo relajante de un baño caliente (asu, ya se me va a olvidar esa sensación). Siempre he preferido el calor al frío, pero este oasis fresquito en medio de la calorina selvática tropical me viene al pelo.

domingo, 24 de junio de 2018

CONGRESO INDÍGENA


Una tarde llegaron a la casa Juan Carlos, apu de Santa Teresa II Zona, y un periodista del diario La Región, de Iquitos, para invitarnos, armados con documento (en nuestro Perú todo lo serio se hace con oficio) al I Congreso Intercultural de Fortalecimiento Organizativo de las Comunidades Nativas de la Cuenca del Yavarí. Toma ya. Con semejante título, como para rechazar la convocatoria.

Ya sabía que Juan Carlos lleva un tiempito tratando de armar una federación de comunidades indígenas (la FECONCYA), aunque siempre criticado por personalismo y poca claridad en las cuentas; lo del periodista me cuadraba menos, así que consulté a los colegas Miguel y Manolo, párrocos de Punchana en Iquitos y curtidos durante años en mil aventuras con los kokama del Marañón: “Es bueno que vayas y veas” – me dijeron. De modo que, novato obediente, proa hacia el evento.

Sobre las 7 de la mañana había ya en Santa Teresa II un grupo de personas, no muy numeroso pero representativo (6 de las 7 comunidades afiliadas a la federación y una no afiliada) y pintoresco por los trajes típicos que se veían. A voz en cuello, por la falta de megafonía, cantamos el himno nacional y aplaudimos la presentación de bailes típicos por parte de grupos de niños de dos caseríos. En cuanto los organizadores me echaron el ojo, me embrocaron una credencial como “Delegado fraterno invitado” y me subieron a la mesa de honor, que era un pupitre de la escuela nomás.


Estaban los miembros de la junta directiva, los delegados de las comunidades y los asesores llegados desde Iquitos, que eran en realidad quienes manejaban la cosa: el periodista-conductor, el presidente de ORICA (la organización regional a la que está afiliada la FECONCYA) y un abogado con bastantes horas de vuelo en temas indígenas. Y todo pagado por uno de los candidatos a alcalde distrital, que fue muy nombrado, aplaudido y, por supuesto, también invitado a subir a donde las autoridades. Puesto que nadie da duros a cuatro pesetas, supongo que todos estaban allí porque algún provecho personal sacarían

Como a todos, me brindaron la palabra y hablé unos minutos. Pero me interesaba más escuchar. Estaban los apus y las gentes de Japón (Yaguas), Unión Familiar (Kokamas), Santa Rita (Yaguas), San Mateo (Ticunas), Santa Teresa II (Yaguas) y Constantino Pinto (Kokama-kokamilla). Faltaron los yaguas de Limonero, que creo que están muy desorganizados; pero acudieron de Pobre Alegre, y así descubrí asombrado que en su mayoría son de las etnias Shipibo y Asháninka, emigrados de Ucayali. Me encantó que quedara claro que la Iglesia está al lado de los indígenas, identificada con sus luchas y dispuesta a apoyar lo máximo posible, y así lo hice notar en mi intervención.

A medida que transcurría la mañana iban saliendo los problemas de los pueblos de nuestro río: a la comunidad de Japón hay una asociación de Caballococha que le van quitando territorio por su fondo. Son en realidad traficantes que coimean a Agricultura y titulan las tierras para luego venderlas; ya han perdido la mitad, según el presidente Regner. En Unión Familiar, personas particulares inscribieron partes de su territorio en la época de Fujimori y ahora pretenden presionar a la comunidad exigiendo precios altísimos. Con todos pude conversar en los descansos, planteando preguntas y dudas, y concertando próximas visitas adonde todavía no hemos llegado; incluso los israelitas presentes me dijeron que seremos bienvenidos. Ese fue mi beneficio, jeje.

Se aprobó por votación el plan de trabajo de la FECONCYA, que consiste en tres puntos:
1 - Avanzar en el proceso de titulación de los territorios comunales
2 - Lograr la educación bilingüe para rescatar y preservar las lenguas originarias
3 - Buscar proyectos agrícolas productivos

Muy interesantes. La jornada concluyó a mediodía, porque los iquiteños estaban apurados por marcharse. A pesar de que ellos hablaron mucho más que los representantes de las comunidades, y que faltó gente, creo que el encuentro resultó positivo como un primer paso de los indígenas del Yavarí para organizarse y reivindicar con más fuerza sus derechos. Un congreso modesto pero lleno de potencial, como la semilla de Mc 4, 26-34. Para mí, una oportunidad de oro para conocer y ser conocido, para ir comprendiendo algo más y empezar a atar cabos en este pedazo de Perú grande en extensión pero con una población pequeña y familiar. Se quedó en volver a convocar un taller u otra reunión dentro de un año, y allí estaremos, orgullosos de ser presencia de Iglesia en los nudos donde se ventila el destino de los más excluidos.


domingo, 17 de junio de 2018

UN CANSANCIO A NADA PARECIDO


Estoy sorprendido por la fatiga que noto hace algunos días. No tengo registrada en mi memoria física una sensación como esta, tan rotunda y diferente, tan demoledoramente singular. ¿Será que hay que aprender también esta variedad amazónica de estar reventao?

Es cierto que para nosotros estos meses de abril a julio son de muchos recorridos. Hemos de aprovechar la creciente de los ríos para poder llegar a lugares que a partir de agosto son casi inaccesibles, o demasiado lejanos a causa de las vueltas del Yavarí. Es cierto igualmente que ir a las comunidades es lo que más me gusta y donde encuentro pleno sentido a la misión. Pero también es verdad que encadenar unas salidas con otras te saca el ancho de una manera que solo se comprende por la piel o con los riñones.

Primero fue el viaje a Iquitos: una noche casi sin dormir, un día de reunión, un día de compras a toda velocidad y un día casi entero en el deslizador de regreso a Islandia. De ahí, solo una jornada de pausa antes de salir al Yavarí; no solo no te da tiempo a descansar, sino que ese día no paras porque hay un montón de cosas esperando a ser resueltas y otras pendientes de ser preparadas de cara al recorrido del día siguiente, sin contar con armar la mochila, etc. Como si fuera un pit-stop de Fernando Alonso, pero en vez de cambiar los neumáticos cambias las sandalias y a correr de nuevo.

El resultado: prácticamente toda la surcada del primer día durmiendo en el bote. Y el resto del viaje, arrastrando una cansera fina. Cuando estás así, cualquier cosa se te hace un mundo: subir por el barro de un barranco hasta una comunidad, trasladar bultos de la chalupa a donde vayamos a pasar la noche, caminar un rato bajo el sol. Se duerme inevitablemente peor, se come no precisamente a la carta, te olvidas a veces de tomar agua suficiente… Y vas por esos parajes como un jaco, acarreando el peso de tu sombra. Jeje.

En Japón había bautismos. Empezaron a inscribirse a las tres de la tarde. Diosito: cuando íbamos por veinte comenzamos la reunión de preparación. “Luego terminamos de anotar” – dije yo, creyendo que ya quedaban nomás algunitos. Iluso: se bautizaron ¡43! Yo no veía el final de ungirles con el crisma, me parecía que salían más, de todas partes, no se acababa nunca… Ahí batí mi record de bautizos en un solo golpe, me dejó machacado, como si en vez de echar agüita hubiera estado cargando sacos de cemento.

¡43, ahí es nada!
No es como cuando desmontábamos la verbena de María Auxiliadora a las 4 de la madrugada en las Tres Mil viviendas de Sevilla; ni al finalizar la semana santa de Valencia con la carrera de la Esperancina y los tambores; ni como al día siguiente de la velá de la parroquia en Santa Ana, cuando nos dábamos la negra de recoger todo. Es un agotamiento más taimado y tenaz, invasor silencioso de músculos, espalda y cabeza, una oleada invisible de debilidad que por varios días me tiene atrancado sin dejarme maniobrar con normalidad.

Lo más chistoso es que no sé cómo descansar con eficacia. Me despierto temprano y me cuesta relajarme para una mijita de siesta, mi cuerpo está como “pasado de rosca”, listo para la acción y reticente al reposo. Pero precisamente esta mañana me ha llegado un remedio infalible: un viaje de lomo, chorizo y jamón envasados al vacío que me envían desde nuestra tierra extremeña. Me los voy a jincar convencido de  que no hay extenuación que resista a los cañonazos ibéricos.

domingo, 10 de junio de 2018

UN DOMINGO CUALQUIERA


No hay cine, ni cafeterías, ni vereda, ni dónde tomar un helado, ni siquiera local comunal. La escuela es de madera, la plaza un barrizal y casi tienes que ir apartando con el pie alguna culebra que otra, pero en San Juan de Barranco, si se tercia, se pasa un bonito domingo, damos fe los compañeros del último viaje: Jhonmar, hermano de la Salle venezolano, Isidoro, marista burgalés y un servidor.

Porque sí hay, por ejemplo, espacio para pasear: un hermoso pedazo de esta inmensa selva que emerge en medio del Amazonas y se llama Isla de Yahuma. Naturaleza salvaje que cobija las casitas de apenas 25 familias ticuna ("nosotros somos católicos"), gente humilde, simpática y acogedora que nos esperaba ya de mañana. El animador, Kalín (en la fiesta del aniversario del pueblo desfila con su Biblia muy solemne), lo tenía todo preparado, y apenas llegamos nos acomodaron en casa de César y Diana. "¿A qué hora es la reunión?" - pregunto. "A las 9" - me contesta.

La campana escolar (Kalín aporreando con un hierro un balón de gas viejo) avisa a todos y la celebración comienza a la hora prevista, o sea, a las 10. La dinámica que utilizamos es parecida a la de Yahuma I Zona porque son comunidades semejantes: contar los mitos ticuna y relacionarlos con el Bautismo. Acá también hay una larga lista de niños para ser bautizados, y asimismo se requiere traducción, tal vez más que allí. Kalín muestra sus dificultades, pero la señora Ruth nos ayuda a narrar y a traducir:

El rey Yoxi ocultaba a su esposa Techi a su hermano Ipi, porque sabía que era un irresponsable y un loco, pero éste los escuchaba reir cuando estaban juntos en la noche y sabía que algo había... Así que aprovechó para ir a investigar y a buscar un día que Yoxi estaba de caza.

La mujer estaba escondida dentro de una flauta, pero Ipi bailaba, hacía tonterías, cantaba hasta que la hizo reír y así la encontró y la hizo salir soplando. Entonces hamaqueó con ella y la dejó embarazada.

(Aquí la gente se escachurraba de risa).

Cuando llegó y vio la barriga de su esposa,Yoxi se molestó mucho con ellos. Llegado el momento nació el niño, y entonces Yoxi ordenó a Ipi que fuese a buscar el fruto del huito para pintar y bañar a su hijo, y luego le sacó el pelo para que sea una nueva criatura, tenga buena vida y esté protegido.

Entre relatos y comentarios vamos intercalando canciones fáciles que les enseño repitiéndolas, y resulta que tienen buen oído, cantan muy entonaditos. Leo el texto del día, Mt 28, 18-20, y trato de conectarlo con su cosmovisión explicando que el Bautismo es también ritual de purificación, limpieza y protección. El bautizado ticuna es una nueva criatura, miembro del pueblo de Dios. El jugo de huito fortalece la fuerza vital del niño, para que Dios le dé buena vida y lo acompañe siempre con su Espíritu. No se si se han enterado de algo, pero yo he disfrutado como un enano.

Kalín
El resto de la jornada es un tiempo de gratuidad, estando sencillamente con ellos y haciendo lo que se hace allí los domingos: nada. Es decir: descansar, conversar, ver el partido de fútbol embarrado, convivir, los niños jugar… Kalin está pendiente de nosotros, con su amabilidad habitual y sus detalles: nos regala refresco después de la “misa”, nos trae masato de su mamá, pescado asado... Entre unos y otros nos han invitado a todo: almuerzo de arroz con lagarto, café en la noche, desayuno con chapo de plátano y pan...

El rato antes de dormir, Kalín me cuenta que tiene su mujer y que les nació una hija pero murió a los cuatro meses. "¿Que tienes tu esposa? ¡Y no me la has presentado, bandido!". "Está ahí en la hamaca". Y me la presentó. Ella 17 años, y él 19, ahí nomás, lo fácil que se casa esta gente. Al rato armamos la carpa y a acostar; en el silencio de la noche se oían los tremendos ronquidos de Isidoro, y a continuación el llanto quedo de la aterrorizada bebe de esta familia y los suaves susurros de su papá tranquilizándola. Me hacía risa, y también la broma de la mañana: "A mí ya me han hecho la pelazón pero no del todo, queda algo de cabello". Con la imagen de las carcajadas del personal me quedé dormido, tranquilo y feliz.

lunes, 4 de junio de 2018

EMILY


De pronto, un whatsapp de mi amigo Kiko Carmona (el poeta de la última entrada) me deja pasmado: “Este cuento lo ha escrito mi hija María, de 9 años, lectora ocasional de tu blog y admiradora. Todo ha salido de ella, lo juro, desde la dedicatoria a cada palabra del cuento. Lo va a presentar a un concurso local que ya ganó el curso anterior (aunque en la categoría anterior). Ya ves que, pese a la distancia, las cosas buenas calan y quedan”.

Que te dediquen un cuento es algo muy especial; pero que además sea una persona como María, hija de mi compañero (de colegio, clase y pupitre) Kiko, con un talento mucho mayor que el de su papá y el mío sumados, es un privilegio que me deja sin habla…

¡Gracias María! Gracias por animarme a seguir contando trozos de vida. Tú eres una gran escritora… ¿me permites que publique tu cuento en mi blog? ¡Será un honor!




Por supuesto, María ganó el concurso... ¡Enhorabuena María! En lo que tan preciosamente escribes se aprecia la persona que eres. Tú papá estará orgulloso... y yo también por la mijina que me toca.