jueves, 17 de noviembre de 2011

EL DEDO DE MI HERMANA

Hace algo más de dos años mi hermana María Elena se pilló el dedo índice de la mano izquierda dando un portazo en su casa de Monesterio; era domingo a mediodía, estábamos todos allí y el disgusto fue morrocotudo: a Llerena corriendo, pérdida de masa ¿"digital"?, intervención al canto, dos días en el hospital... en fin, un cuadro.

Al poco tiempo (ni un mes más tarde), recuerdo que pasé un día en Mérida de "canguro", con mis sobrinos Manuel y Gulle, hijos de mi hermana Susana. Era casi verano y a mi madre y a mi se nos ocurrió llevarlos al tren turístico que recorre la ciudad. Allí, junto al museo, nos encontramos con una excursión de las niñas del Hospital de Santiago de Zafra.

El Hospital de Santiago es una institución creada por las religiosas Esclavas de la Virgen Dolorosa para acoger y ayudar a mujeres con diferentes grados de discapacidad psíquica. Lo lleva adelante desde hace años el señor Tena con admirable entrega, valentía y tenacidad; lo mantiene el cariño de la gente de Zafra, que se transforma en generosidad incluso en tiempos de estrecheces económicas como éstos. Cuando estaba de cura en Zafra fui muchos domingos a celebrar la Eucaristía con las niñas; era una delicia, lo pasábamos bomba comentando el Evangelio con humor y ternura, como son ellas. Así que, a la habitual pregunta "¿cómo está tu familia?" respondí contando el desagradable percance del dedo machacado de mi hermana, que todas lamentaron con ostensibles gestos.

El sábado pasado esta vez era yo el que estaba de excursión en Zafra con los niños y madres de mi parroquia. Aproveché un momento de descanso para acercarme al Hospital de Santiago a saludar al personal (no las veía desde el día del trenecito, dos años y pico antes). Me abrió la puerta, como siempre, María Jesús; el señor Tena estaba en la cocina enfangado con un gran barreño de ensalada; enseguida me rodearon varias niñas sonrientes y empecé a repartir besos. Todo normal. De pronto, una de ellas me pregunta: "¿Y tu hermana, cómo tiene el dedo?".

Se lo conté a ella al día siguiente, delante de una ensalada parecida a la de Tena, de nuevo todos juntos en su casa. Nos miramos y pensamos que acaso aquella mente se había quedado fijada en el pasado, asociada mi imagen con lo ocurrido la última vez que me había visto; si lo pensamos no lo dijimos. Tan solo ella dijo sonriente: "¡qué bárbaro; todavía se acordaban! Esas son las cosas que mueven el mundo, y no los putos mercados".

1 comentario:

Anónimo dijo...

No digas "putos mercados" que eso está muy feo y los niños pueden leer estas cosas;di mejor los diabólicos mercados, los perversos mercados...Ya lo decía hace años el cardenal Arns desde Brasil:"la banca es un sistema perverso". Ahora acampan más a sus anchas y lo que nos venga después del 20N no va socucionar nada porque estamos en manos de los PUTOS MERCADOS!!!