miércoles, 4 de mayo de 2016

SABOREANDO EL PAÍS HUAYACHO


Aquí estaban aprendiendo a catar café en la cooperativa, pero, aunque no han sido demasiados días, mis padres han podido saborear y disfrutar de nuestra tierra huayacha, y sobre todo sorprenderse por la calidad de su gente, un tesoro más precioso que el cafesito, la guayaba y el huacatay.

No me da mucho tiempo a escribir, pero tal vez gusten unas cuantas fotos simpáticas. Las aventuras de estos días les han llevado en auto, en camioneta o en mototaxi, y se han adaptado a todas las superficies, como Nadal, jeje.




En el Jardín nº 301, una escuela de parvulitos, mamá se encontró como pez en el agua. Ingresamos a varios salones, los niños nos rodeaban, saludamos, preguntamos nombres, recibimos abrazos y besos, acudimos a la hora del almuercillo y nos invitaron a galletas de quinua y un vaso de leche.


De todo han probado: trucha, oyuco, papaya, cuy, quiwicha, mazamorra, cecina, papas con maní, chicha morada... Jaja, en algunos momentos un poco empachaditos por las cantidades, pero experimentando nuevos sabores y costumbres.

Aunque a Esperanza no hay quien la empache:


Con los niños de la Aldea pasamos una muy bonita tarde jugando, comiendo keke, haciendo fotos, montando en el tobogán, riendo... Ellos llegaron un poco antes que yo, y Esperanza, apenas vio a mi padre, le echó los brazos con desesperación: prueba inequívoca de que somos igualitos.

Hubo tiempo para conocer la Casa Hogar, Mariscal, la parroquia, las calles de Mendoza... Y para estar en casita juntos y conversar. En muchos momentos yo salía y papá y mamá se quedaban en casa y abrían la puerta a la gente; una vez ha entrado una pareja con una imagen enorme de la Virgen del Carmen, para que el padresito se la bendiga. "Es que el padre no está" - dice mi papá. "¿Y no nos la puede bendecir usted, por favor?" - le preguntan. Jeje.

Muy divertido fue el paseo por el mercado. Por lo visto las sesiones de retratos hicieron furor.










Pero siempre siempre siempre las personas. Con sus sonrisas luminosas, su capacidad de acogida, sus abrazos, sus detalles, su derroche, su simpatía. Presentándoles a tantas personas me he percatado de cuánto quiero a mi gente de acá, de lo acompañado que estoy y de la manera en que soy querido. Y es impresionante. Creo que mis padres lo han captado al vivirlo en su propia piel.


No hay testimonios gráficos de los dos partidos de la semifinal Atleti-Bayern, que mi papá y yo hemos visto enterita por ESPN, toma castaña. Lo que ha hecho el Atleti se merece una entrada aparte a partir del 28 de mayo. Lo prometo. Dentro de un ratito, a Chachapoyas; comienza el regreso.


1 comentario:

Pepa dijo...

¡Qué contentos y tranquilos se tienen que sentir tus padres de ver cómo te quiere la gente y lo feliz que estás!Abrazos-