viernes, 10 de julio de 2015

LOS PADRES DE BADAJOZ


Bandejas de jamón de Monesterio, morconcito, salchichón, vino tinto argentino que da el avío, risas (claro), conversación confiada, admiración y cariño, las tantas de la noche, el gusto de estar juntos. Es la reunión de "los padres de Badajoz", los compañeros que vivimos y trabajamos, enviados por nuestra diócesis, acá en Perú.

Un rato antes, en las horas de la tarde, la reunión es más seria, más profunda y comprometida. Cada cual cuenta simplemente cómo está, en qué anda, en qué estación se encuentra su vida en los últimos tiempos. Sencillo pero a tumba abierta, en la intimidad familiar de los paisanos. Compartimos con la complicidad que da vivir una experiencia similar de desarraigo, de aprendidaje de una nueva cultura, distancia de los nuestros y amor apasionado por aquellos que Dios nos da.

El braserito de la cocina de Leyme ha visto de todo: proyectos, decisiones, celebración, despedidas, discrepancias, ánimos, criterios, consejos... y hasta lágrimas. La vida misma sobre una misma mesa, y con ella nos nutrimos, nos animamos y nos acompañamos mutuamente. Nos destapamos, nos desahogamos, con franqueza, con naturalidad. Qué importante es recordar de dónde venimos, refrescar nuestra identidad y tomar una bocanada de aire extremeño.

La reunión es ocasión para charlar más personalmente y también significa descanso. En esta casa con solera de 30 años de presencia pacense la hospitalidad siempre es esmerada, y en la iglesia está el sagrario de D. Antonio Montero. Hoy hace un día serrano soleado, suena el timbre a cada momento porque vienen a saludar al padre Josely, al padre Manuel o al padre Juan Andrés, que es ahorita el párroco con mando en plaza. En estas visitas fugaces se visibilizan el cariño y la acogida que son acá señas de identidad.

No me extraña que Coro disfrute cada verano su estancia en este pueblo simpático. A pesar de que quien más y quien menos está a 6 o 7 horas de carretera, nosotros programamos próximos encuentros, que son imprescindibles por lo que nos ayudan, al menos a mí. Y si además hay lomo y chorizo, mejor.

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