martes, 22 de julio de 2014

PIPORRA


Cuando lo nombramos, podría pensarse que nos referimos a un lugar, un pequeño cortijo junto al radar, pero es mucho más, es una contraseña que expresa descanso, fiesta, agradecimiento, complicidad... Piporra es símbolo de lo mejor de la vida: la amistad, la alegría de estar juntos.

En realidad es Pie de Porra, pero puede ser también Pioporra. Está la casina guardada por un soberbia y centenaria encina, observadora venerable de los coches que van llegando; uno de ellos tira de un carro cargado de sillas verdes, varios litros de sangría y ensaladilla que se suman a las tortillas de patata, queso, embutidos... que ya van siendo víctimas del primer golpe de hambre a las dos y media de la tarde. Todos sonreímos ya antes de que se abra la primera cerveza, porque los días de  Piporra son especiales.

Ya estamos todos. Nuestros masterchefs santaneros comienzan a producir panceta, carne, pinchitos y hasta salchichas. Los del Movimiento Rural somos cerca de treinta con los niños por delante, y mientras devoramos, reímos, conversamos y sentimos el placer de compartir una jornada relajada, con la guardia baja. Solo consiste en divertirse con naturalidad, sin sofisticaciones ni poses, disfrutando de ese sencillo privilegio de la compañía de personas a las que quieres y cada día sabes valorar más.

Cuando Toni se pone entreverao, la juerga da una vuelta de tuerca. El repertorio comienza por "La tiro la tiro la tiro la tiro la tiro por el balcón", sigue por "Un ramito de violetas" y, por supuesto, "Tomado de la mano con Jesús yo voy", que es el autentico hit parade. Según el número y calibre de los cubatas jincaos, este figura puede verse acompañado por Grabiel, el Negro o Enrique, equipados con diferentes sombreros (y si no hay, un colador da el avío) y armados de originales instrumentos de percusión, como una cubitera.

Una de las veces mi hermana tenía que dejarme el coche, que se había quedado en la playa averiado. Ese día recuerdo que nos bebimos absolutamente todas las botellas que había, incluidas las de ginebra y whisky de garrafón. Mientras la madre Teresa de Calcuta se esforzaba en ser acogedora con la visita, se oían las carcajadas de fondo en la piscina. Hubo un momento en que Grabiel salió y me dijo: "Perdona compañero, pero no estoy en condiciones de recibir a tu hermana". ¡Jajaja!

La cosa sigue con la cena; a mí eso al principio me asombró, pero uno se adapta a todo (...). Antes de anoche, con todos ya un poco entrepetaos después de tantas horas, Ceci nos puso un vídeo que ha hecho con fotos que le hemos enviado, imágenes de cuando éramos niños y jóvenes... y resultó magnífico. Peinados y lugares del pueblo, trajes antiguos de primera comunión, y entre todo eso... mi camiseta del Atleti a los cinco años.

Pensé que no dejo de ser un extraño, un arrimao; pero increíblemente, ahora soy uno más. Y me recorrió un orgullo íntimo y tierno, me sentí agradecido hasta los huesos por un don tan hermoso: el privilegio de conocer a esta gente excepcional y de sentirme aceptado y querido. Nada hay que te enseñe más lo que significa estar vivo, nada que te sane así las cicatrices, nada que te insufle bocanadas de felicidad  tan dulce y verdadera.

Ya estoy listo para dar el salto. A ver si allí encuentro Piporrachu. Jeje...

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