domingo, 4 de noviembre de 2012

MI PUEBLO BAJO EL AGUA

¡Vaya día ayer! Qué manera de llover... Toda la noche anterior cayendo chuzos de punta, y todo el día, desde por la mañana, diluviando; el día de la Confirmación. El remate del tomate.

A las 9:30 habían quedado las madres para limpiar y preparar la iglesia (y vaya cómo se lo curraron), y llegaron luchando contra el chaparrón. Yo intentando coger un par de bombonas para los braseros de las salas de reuniones, pero el bombonero no llegaba y yo me estaba empapando: agua por los costados, por la espalda...

Me vine pa casa; tenía también que hacer limpieza, era urgente (...). Agua por todos lados: lloviendo por la ventana del dormitorio, el caño del patio a duras penas soportando semejante volumen en pocas horas;  y el cuarto de la lavadora, hecho un charco... ¡oh, nooo! Entra mi vecino Juan y nos preguntamos si será del desague, que no ha resistido tal cantidad de agua, o más bien que se filtra desde el cercao de atrás... Le ponemos un trapo al agujero de la pared y a vigilar...

Vuelvo a la parroquia a ver cómo van aquellas. Me cuentan que el Abanico está alagado, que varias casas están invadidas por el agua que baja tremenda de los barrios, que incluso un muro ha cedido ante su fuerza... Lo comentamos en la puerta de la iglesia pero no nos hace ni falta: notamos el agua entrando en nuestros zapatos, vemos cómo, desde la zona del recinto ferial, la calle es como una catarata, en la plaza podrían entrenar los palistas esos que ganan las medallas...

Como a las tres, Paco Pastelero me viene a buscar: que una caja de registro junto a la puerta de la iglesia está pegando chispazos. Se ha desprendido de la pared, es una caja vieja en la que termina una línea; echa humo. Llamamos al alcalde. Viene con un chubasquero como si fuera pescador, se ve que lleva un rato sacando agua aquí y allá. La cosa parece que se calma. Me vuelvo a casa. Leo y me entra un vilano... hasta que Josefina viene muy nerviosa, "¡corre!". Mientras me pongo los zapatos oigo una gran explosión, y desde la esquina, al ver las llamas, voy marcando ya el 112.

¡Vaya susto! El muro se queda chamuscado, pero aparentemente ha pasado el peligro. Una hora después llega el electricista y corta la corriente para que el cable no sea peligroso.

Son más de las cinco y media. Pronto vendrá Manolo Alegre a la Confirmación. Le pongo un mensaje y le digo que si no puede venir por el agua no pasa ná, que llamamos al obispo, delega en mí y los confirmo yo más bien que to las cosas. Pero no me hace caso y viene (vaya hombre). Y los confirma sin novedad. El día termina en la nave de Mc Gyver, disfrutando de una tortilla excelente, un barceló y una compañía única. Mari me sube en su carro nuevo a casa, siempre bajo el agua.; menos mal que es un Ford anfibio.

Ahora, a las 9:30 de la mañana, mientras escribo, me acompaña el rumor de la cortina de lluvia sobre mi pueblo. El truco del trapo aparentemente funciona. No sé si van a suspender la carrera popular, como en Nueva York; y voy preparando los salvavidas para ir luego a misa al Valle. Novayaaserque...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estamos haciendo gestiones para que los Reyes Magos te traigan una canoa y un chaleco salvavidas...aunque a lo mejor prefieres un kit de submarinismo