sábado, 31 de diciembre de 2011

DÍA DE FIN DE AÑO

Amanece este 31 de diciembre en Mérida, relajado y calentito. Desde muy temprano mi reloj corporal me pone en marcha, leo un rato en el silencio tranquilo de la madrugada, dormito...

Pronto se despereza la cafetera, mi padre vacía el lavavajillas con los cascos puestos, mi hermana Susana aparece legañosa en pijama; la cocina es el lugar de encuentro desde siempre en mi casa. Maquinamos los últimos reyes que quedan por encargar, cotilleamos, nos contamos batallas y cacareamos hasta que empiezan a desfilar mis sobrinos, zombis: primero Luis, el mayor, descalzo; a Guille lo acarreo por el pasillo y le planto el colacao; Manuel con un cardenal en la rodilla por un porrazo de ayer; Carlete, algo malito, se toma un actimel...

Después de desayunar hay sesión de dibujos en la tele. Con el soniquete de Doraemon de fondo y el ordenador en las rodillas contemplo sus caras de concentración y pienso en este 2011 que termina: el proyecto parroquial, la crisis, el 15 M, los Ejercicios, los cambios de gobierno, la JMJ y sus efectos colaterales, las personas que quiero, mis pueblos, el trabajo, estudiar, la gente... ¡Cuánta vida! ¡Qué hermosura de camino! Me siento agradecido y abrumado a partes iguales.

Ahora Phineas y Ferb; mi madre comenta la lista de las compras de hoy, se oye el secador por allí dentro. ¿Qué nos deparará el 2012? ¿Cómo serán sus paisajes, qué cualidad tendrá su tiempo, a qué sabrán sus días? El sol se derrama sobre el edificio de enfrente, una risa sale del sillón orejero. Gracias, Dios mío, por esta nueva oportunidad. Gracias por la seguridad de que en el nuevo año los tendré a ellos.

¡FELIZ AÑO NUEVO!

1 comentario:

Manuel Carlos dijo...

FELIZ AÑO NUEVO!