martes, 3 de mayo de 2011

ESTA VEZ NO HUBO OREJAS, PERO SÍ TAMBORIL

Miraba y miraba pero no veía a Rebolledo y a Isabel, hasta que la presidenta del MRC de Plasencia (que también se llama Isabel) me confirmó mi sospecha: "este año te quedas sin orejas"... sin probar el delicioso guiso del compañero de Miajadas, claro está, porque mis pabellones auditivos me iban a venir de perlas para no perder detalle de cuanto se dijo, cantó y compartió ayer 2 de mayo en la celebración del Día del Mundo Rural en Extremadura.

¡Y cuánto se sonrió! Porque se sonríe con todo el cuerpo, hasta con las orejas (en salsa o en ensalada): los brazos al saludar a los militantes y a los consiliarios, el paladar al saborear los manjares propios de cada pueblo y de cada fogón: empanada, salchichón, chuletas, quesos de casa, y hasta un pastel de pescado que casi me hace olvidar a Rebolledo. ¡Vaya cómo sonrieron los ojos chispeantes por las risas y adobados por los vinos de nuestra tierra!

El corazón palpitó y reflexionó con los testimonios de la mesa redonda; el tema de los mayores provoca las mayores ternuras y complicidades. De nuevo contemplamos cuánta entrega, cuánto compromiso de laicos forjados a fuego lento en la Acción Católica especializada, con solera y recorrido, pero con las fibras interiores vibrantes de Evangelio.

Todo -problemas, luchas, emociones, proyectos, pequeñez- hecho ofrenda y agradecimiento al Señor en la Eucaristía, momento sencillísimo, alejado de toda solemnidad, apabullante por su espontaneidad, adornado por el esplendor modesto de lo verdadero. Saboreamos el Movimiento Rural como espacio de iglesia fresca, iglesia de abajo, sin acartonamiento ni masificación; iglesia pequeña y de pueblo en la que no hay pleitesía sino admiración mutua, respeto y mucho cariño.

He de decir que sonreí mucho. Estaba así de ancho de ver en Almoharín a buena parte de mi grupo santanero, orgulloso de la veintena de personas de Mérida-Badajoz que, comparado con otros años, casi hemos invadido el paraje de Sopetrán. Tan contento que de nuevo sonreí con las piernas y me puse a bailar cuando la charanga empezó con los pasodobles; resultado: Agustín Cornejo dice que tengo que tomar unas clases de baile, como si no lo supiera, ¡jejejeje!

Sí señor, confieso que me sentí y me siento que me salgo de mi pelleja. Y cuando el señor Ciriaco, de 97 años, se puso a tocar con el tamboril durante la consagración, esa era la melodía de mi felicidad; amo Extremadura, amo esta iglesia y este Movimiento Rural que es sonrisa de Dios, derroche de cariño inmerecido que agradezco con todos mis sentidos al compás de Paquito chocolatero.

1 comentario:

guadi dijo...

Y encima quieren sacar una peli con toda la movida al más estilo yanqui; bochornoso!!! como bochornoso es también la falta de autonomía de los delegados de cáritas para pensar y ser críticos con la gestión y comentarios asamblearios de la jerarquía.