miércoles, 5 de enero de 2011

COMO UN TERRORISTA DE LA FELICIDAD

Son las dos y cuarto de la madrugada de este 6 de enero, noche de Reyes. En mi casa, en Mérida, reina la tranquilidad. Mis siete sobrinos están durmiendo, aunque ha costado trabajo esta vez... estaban nerviosos, no es para menos: saben que hay sueños que están a punto de cumplirse. Los pajes de los Reyes (mis hermanas, mis cuñados y yo) hace un ratito que hemos terminado de colocar las cosas que este año Sus Majestades han "echao" a los niños; no ha habido muchos contratiempos: probar coches teledirigidos, montar una trona para que Pilar le de la comidita a su Juanito, subir una bici, colocar una casita en miniatura... Regalos bastante razonables, porque los sabios de Oriente no suelen atiborrar a mis sobrinos con montañas incontables de cosas que saturan su ilusión a los diez minutos.
Para mi es un momento muy especial. Acabo de dejar sobre la mesa las tres copas restos de turrón y dulces... Estoy deliciosamente cansado. Antes, por la tarde, Baltasar ha vuelto a recorrer las calles de mi pueblo sobre su carroza-tractor que era un dinosaurio sobrecogedoramente realista, con alas y todo. Sin importar la lluvia, que haya o no toallitas desmaquilladoras o el jartón de coche, lo que importa es la cara de Reme, los ojos de Sergio o la sonrisa de Marta. "Baltasar se parece a César, el de la iglesia" - ha dicho un niño a mis espaldas; "pero si César está de vacaciones cogiendo los Reyes en su pueblo" - ha salido al quite Antonio, el creador del dinosaurio que esta tarde era Shrek pero sin afeitar.
Duermen mis sobrinos Luis, Carlos, Manuel, Guille, Pilar, Nano y Manuel chico; duermen los niños de mi pueblo. Duermen y sueñan, y yo escribo y, en el silencio de esta noche mágicamente habitada, me siento feliz en mi piel, y afortunado por tener una familia, ser de esta familia. Y sacando a escondidas los regalos de los mayores, conspirando para rescatar risas y provocar besos y abrazos, me siento como un verdadero terrorista de la felicidad.
Me gusta el oficio de materializador de aspiraciones, cumplidor de ilusiones; ójala siempre supiera desempeñarlo, todos los días tuviera el poder de realizarlo. Ese es el regalo que pido a Dios en esta noche, con la primera página de mi blog en 2011.
No se oye nada. Me voy otra vez a probar los conches teledirigidos; ¡hay uno que se da la vuelta y se pone cabeza abajo!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y a mí qué me van a echar los reyes este año....? espero que no sea teledirigido, a ver si lo puedo seguir dirigiendo yo el jugete encuestión... Un abrazo y un buen grupo de estudio del evangelio que no es poco. Pepe

Anónimo dijo...

QUERIDO CESAR TE IMAGINO,PROBANDO TODO LOS COCHES Y DISFRUTANDO,COMO UN ÑIÑO CHICO,PORQUE NO TE ENFANDES,TU ERES COMO UN NIÑO CHICO JUGUETON,PERO CON UN CORAZON MUY GRANDE.ME ACUERDO CUANDO TE MONTASTE AQUI EN LA CARROZA Y EMPEZO A REPICAR,YO DECIA COMO VA A DECIR LA MISA.mE ALEGRO QUE DISFRUTES CON ESOS MOMENTOS SON LOS QUE REALMENTE NOS HACEN FELICES.