sábado, 10 de julio de 2010

EJERCICIOS ESPIRITUALES


Es estupendo hacer ejercicios; una gozada si se trata de los Ejercicios (nótese, con mayúsculas) de San Ignacio de Loyola; y una suertaza si te los da Adolfo Chércoles, sabio jesuita gran conocedor de los Ejercicios y, por encima de todo, hombre sencillo adornado con un desternillante sentido del humor propio y una gran humildad-realismo como albañil que es.
Haciendo ejercicios la vida se ralentiza, tu ritmo se frena... todavía me duran los efectos. Como hay que estar una semana en silencio, te metes en tu mundo y te desconectas de lo exterior: sólo salí de mi burbuja para ver la segunda parte del España-Paraguay del mundial. No hay telediario, hay siesta con una buena novela. Y el resto del día... meditar, contemplar, reflexionar... más de ocho horas cada jornada. Llega un momento en que si alguien habla en la mesa, hasta te molesta, masticas despacio, caminas despacio por el jardín, te enjabonas despacio en la ducha, levantas la vista y miras las flores y las nubes y te das cuenta de su belleza.
Hace años que no creo en las tandas de ejercicios para grupos. Muchísimas veces he aguantado estoicamente las charlas (auténticos tostones a menudo) y luego me he ido a mi cuarto y he hecho lo que buenamente me ha parecido que necesitaba; incluso una semana santa me pasé varios días en Batuecas haciendo ejercicios solo como Dios me dió a entender. Los Ejercicios hay que darlos de uno a otro y hacerlos tienes que hacerlos tú, a tu ritmo, con tu estilo y poniendo tu vida. Pero es que además los Ejercicios ignacianos son un método, una pedagogía para vivir; te sumerges en la persona de Jesús y vuelves siempre a tu propia vida, concreta, palpable, para ahí encontrarlo, intentar vivir como Él vivió, "para que más le ame y le siga". Los Ejercicios son un camino para aprender a vivir con los fallos, con las contradicciones propias, en medio de la vorágine de nuestras cosas, pero centrado en Jesús, con los ojos abiertos y ganando en libertad.
Si hubiera conocido los Ejercicios antes, cuando era más niño que ahora, si hubiera dispuesto de las reglas de discernimiento, posiblemente me habría equivocado menos en mis decisiones y habría estado más con los pies en el suelo. Pero lo digo sin dolor, con agradecimiento y una enorme expectativa: todavía estamos en la segunda semana... ¡quedan otras dos! ¡Cuánto por crecer!

2 comentarios:

moreno dijo...

Aunque no he hecho nunca ejercicios espirituales,comprendo que siempre es importante tener tiempos en tu vida para reflexionar.
Llénate bien de ellos para que los esparzas en tu blog,y así beneficiarnos todos.
Saludos.

Nita dijo...

Hola Kpayo! El año pasado hice un curso con otro jesuita, cura-obrero, y tal como dices, me llenó de sabiduría, sencillez y sentido del humor. Imagino lo que debes disfrutar de unos ejercicios completos. Te quiero mucho, un beso.