martes, 3 de noviembre de 2015

SE LLAMA ESPERANZA


Ya le cuesta menos sonreír, e incluso a veces alguna carcajada suya, que es como un tenue susurro, se me cuelga de la oreja y me endulza el aire. Quiere que la marque y me mira a los ojos, y en ese momento mis pátinas de tristeza o cansancio son pulverizadas. Ese es su talento: prender mi ternura y activar mis ganas de vivir.

Llegó a la aldea, junto con otros dos niños awajún, a mitad de septiembre. Recogidos de un burdel, desnutridos, ella con el cuerpito moreno arrasado de picaduras de zancudos, con lo puesto. Tan pobres que no tenían ni nombre. A su hermano, que tiene como cuatro años, Llina y las tías le pusieron Nicolás, quizá por la cercanía con la fiesta del patrón, y a ella la llamaron Esperanza. Sin un documento, sin referencias de edad ni origen, y sin rastro de papá y mamá.

"Padre, ¿sabe que hay niños nuevos en la aldea? ¡Son de la selva!" - me dijeron. Fui al toque a conocerlos y encontré a Nico en un silencio salpicado de onomatopeyas o monosílabos porque solo habla su idioma indígena, y a la bebe llorando sentada en un bacín donde la habían puesto para que fuera aprendiendo a hacer pipí solita. Apenas me vio, me echó los brazos con desesperación como suplicando: "¡Por favor, sálvame de esta tortura!". La cogí y ella me salvó a mí.

Enseguida se calma, recuesta su cabeza en mi pecho y siento que el corazón se me colma de delicadeza y colores, descansa en el cariño puro, un sentimiento gratuito, protector, intenso y suave que me asombra y me construye, me sana y me hace bien. ¿Por qué ella me ha elegido, por qué apenas me ve corre hacia mí para que la cargue, por qué precisamente este viejo barbudo ha sido bendecido con semejante devoción? (https://www.facebook.com/aldea.infanti/videos/935830036500265/?pnref=story)

Es increíble ver cómo Esperanza come solita, ella con su plato. ¿Cuál será su historia? ¿Por qué solo permite que la marquen hombres? Tal vez su mamá nunca la achuchó ni le dio el pecho, quizá no hubo mamá y estuvo en brazos de varones nomás... Sea lo que sea, es una superviviente y su vida ha comenzado entre nosotros, en la aldea; porque la vida auténtica solo despega cuando alguien que te quiere pronuncia tu nombre.

Se llama Esperanza. Me tiene atrapado, me atrae sin remedio, no puedo resistir muchos días sin ir a verla para que esa sonrisa me envuelva todito cuando me pide que la abrace. Estoy enamorado hasta las trancas, esos ojos negros son lo más hermoso que he visto, esta niña se ha apoderado de mi corazón y me devuelve un chubasco de alegría cuando la lanzo por los aires, la boto del tobogán o simplemente la miro dormir después de la leche de las once.

Ojalá la vida me de la oportunidad de hacer algo bueno por ti, hija. Te quiero de verdad y deseo que este amor no se agote, es lo mejor de mi que puedo darte y hace bailar mis entrañas. Aunque aún no puedas entender, te digo gracias.

Mamen, te lo dedico.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa niña ha aprendido a ver el Corazón de la gente, y el tuyo es muy grande, por eso te quiere tanto.
El amor de los niños es el mas puro, lastima que lo vallamos perdiendo con los años, y que dejemos de ser "niños" (en el sentido de perder la inocencia, movernos por intereses...).

Todos deberíamos aprender a volver a ser niños, pues ya lo dijo Jesucristo "Dejad que los niños se acerquen a mi".

Muy bonito tu relato y muy conmovedor. Me alegro que después de unos días difíciles encuentres consuelo y veas también la parte mas bonita de tu misión.

Ojalá te vengan muchos días de estos y los otros sean pocos y pasajeros.
Un abrazo, Jesús

Anónimo dijo...

Preciosa historia, cuida mucho a esa pequeñita, ella sin saberlo te lo agradecerá con sus sonrisas. Una antigua alumna.