miércoles, 13 de febrero de 2013

CENIZA EN SALAMANCA


Desde el domingo por la noche estoy haciendo la primera sesión del curso de Especialista Universitario en Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Y qué queréis que os diga: ¡vaya gozada!

Un grupo de compañeros estupendos: 28 personas en total (laicos, religiosas y curas) con recorrido, formación y entusiasmo. Unos profesores excepcionales, sabios, con muchas horas de vuelo y un conocimiento profundísimo de los Ejercicios. Una metodología ignaciana, activa, que combina el estudio personal, magníficas conferencias, la práctica y el diálogo. Y, sobre todo, una materia extraordinaria: los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, un tesoro inagotable, un método genial, una experiencia especial donde las haya.

En el café de media mañana del lunes nos sorprendió la noticia de la renuncia del Papa Benedicto XVI, pero para mí ya eran unos días históricos, que recordaré siempre. Los Ejercicios son de lo mejor que me ha pasado, marcan un antes y un después en mi camino de crecimiento como ser humano y como seguidor de Jesús. La persona que soy hoy no se puede entender sin este proceso, que duró para mí cuatro años.

Así que siento inmenso agradecimiento y un gustazo propio de cochinos en charcos o berros en agua, porque los Ejercicios son una de las cosas que más me gusta en la vida. Por eso me encanta prepararme para darlos, para ayudar a otros a que disfruten de esta aventura de encuentro con Dios que a mí me hace tantísimo bien.

Esta noche, en la parroquia de aquí al lado, hemos comenzado la Cuaresma. Sentado en el banco, "sin hacer de cura", me volaba el corazón a mis Valles, pequeñitos y entrañables. Después de la comunión. una guitarra y un clarinete interpretaron el tema de la banda sonora de "La Misión"... ¡qué momento! Tenía aún la ceniza sobre la cabeza, y con ella he pedido al Señor que me haga mediación de bien para mi gente, que tanto quiero. Y que los Ejercicios sean herramienta preciosa.

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