miércoles, 2 de diciembre de 2009

CUALQUIER DIOS NO VALE



En medio de la perplejidad por varias muertes de niños y jóvenes, por haber perdido a Cristina, llegó el otro día uno de esos encuentros de preparación al Bautismo con los padres y padrinos. Ya se sabe: la gente, más o menos, a aguantar "la charla" con buena cara, generalmente excusándose porque cree que el cura les va a decir que "hay que ir a misa" y ellos pues, como casi todo el mundo, no van... Yo notando ya en mi estómago el retortijón, el frío en el cuerpo por las décimas de fiebre y las ganas de irme a la cama cuanto antes. Pero mira por dónde, de todo pequeño encuentro o experiencia, de todo trabajo por rutinario que sea, de todo se saca petróleo o perlas finas cuando menos te lo esperas (y esto también es algo ya muy repetido).

Un padre y una madrina, cuando sale el tema de "tener fe" como condición para bautizar al niño, dicen que no creen en nada, que Dios para ellos no existe; el muchacho (es un padre joven , horror, ¡los padres ya empiezan a ser más jóvenes que yo!) precisa: "Dios no existe, o por lo menos no como nos lo han contado". Toma castaña.

¿Por qué esta postura radical? Es una reacción ante la muerte de otro niño, su hijo y hermano, de cinco añitos... una muerte dolorosa, lenta, que ellos pidieron con todas sus fuerzas a Dios que evitara. Por eso ahora, decepcionados, no creen.

Y es que no vale cualquier Dios. No nos vale un Dios que castiga, que envía el mal o que está siempre vigilando si cumplimos las normas; tampoco vale un Dios de un día al año o de una procesión... Es un Dios impostor, hecho a nuestra medida (de los curas y de la gente), que no puede ser fundamento de esperanza cuando llega un momento de éstos. Un Dios con el que nos enfadamos ante estas experiencias es un Dios que "cuando todo iba bien" ya era sólo humo.

¿Qué fe enseñamos? ¿Qué fe transmitimos? ¿Qué fe vivimos? Una fe a veces "de la señorita Pepis", como de juguete o de broma. La primera comunión... para los niños, míralos qué guapos. La confesión también es cosa ya de niños, con sus pecadillos... ¿Y la Confirmación? Barnices que no engendran creyentes en el Dios de Jesús. Si creer consiste en sacar al niño vestido de nazareno o en echar en el cepillo de la Virgen de los Dolores, entonces es una fe débil, inconsistente, que no nos servirá para resistir los golpes de la vida, elaborar y vivir las experiencias más duras de forma creyente. Una fe que no nos dé esperanza en estos momentos realmente no sirve para nada, "más que para que la pise la gente"...
Me gustaría crecer en una fe seria, coherente, no "de la señorita Pepis"; me gustaría creer en el Dios de Jesús, un Dios que quiere sólo nuestro bien, con quien estamos a salvo y seguros a pesar de todo; Dios Padre y Madre que no es todopoderoso, que no puede librarnos del sufrimiento o resolver nuestros problemas, pero que está incondicionalmente a nuestro lado; que nos quiere y nos querrá siempre, aunque nos alejemos de Él, incluso aunque lo rechacemos.

Ése es el Dios que me vale.

1 comentario:

moreno dijo...

Hola César: Aprovecho el blog de mi hijo para hacerte un comentario sobre " cualquier Dios no vale ". Es verdad que tenemos un Dios de conveniencia. Si todo me va bien entonces si existe, si por el contrario no......no hay Dios.
¿ Qué estamos haciendo mal los católicos practicantes, que no enganchamos a los demás a creer en ÉL? Me lo pregunto muchas veces.
Me encanta todo lo que escribes. Un abrazo. Manoli.