Todos estos días los he pasado marcado por la muerte de Cristina, que es algo que echa sal en muchas heridas, que resucita dolores aparentemente olvidados y hace aflorar cicatrices que escuecen.
Varios días he salido por la mañana a ver a personas en mi pueblo, o me he encontrado con gente en la parroquia, en la calle, en la Eucaristía... y de nuevo ha vuelto a suceder que la gente sencilla, los mayores, los jóvenes, los padres y padrinos del encuentro prebautismal... me devuelven la sonrisa, me levantan el ánimo, activan los resortes de mi esperanza y mi humor.
Digo "de nuevo" porque es algo que he experimentado muchas veces: la gente te ayuda sin saberlo, te da esperanza y te empuja a caminar sin proponérselo... es algo muy hermoso. ¿Habré yo hecho lo mismo alguna vez con alguien? Quizá nunca lo sabré. Ayudas...
... y facturas. Porque estos disgustos no salen gratis, por lo menos a mi; desde el jueves estoy malo, tengo una especie de gastoenteritis, una inflamación en la boca del estómago, un dolor que no me deja dormir... ¿Será la factura de todas las lágrimas de estos días? Me temo que sí. Me conozco.
1 comentario:
César: Hace unos días que no leiamos tu blog y nos ha llamado la atención lo poco que te valoras. Sabes que con tu sencillez, tu sonrisa y tu presencia ayudas a las personas sin decir palabra, así que te sacamos de dudas y sigue adelante con tu manera de ser.
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