domingo, 24 de marzo de 2013

ANÉCDOTAS Y DETALLES DELICIOSOS

Hay cosas ante las que uno piensa: "¡esto solo pasa aquí!". Me lo digo a mí mismo muy a menudo, en medio de la vida de todos los días en mi pueblo, que me ofrece momentos simpáticos y peculiares, ocasiones desternillantes que me hacen amarlo más. Y es que me lo paso a cuatro manos.

Por ejemplo. Hay una mujer de las que va a la iglesia que está sorda, ¿no? Hasta aquí todo normal. Lo gracioso es que, antes de empezar la misa, le encarga a su sobrina que vaya a leer la antífona del salmo, se la dice al oído y ella la memoriza y así la puede repetir después, ¡jejeje!. Supongo que los labios del lector la ayudarán...

Si entras en la sala grande de catequesis mientras hay algún grupo, corres el riesgo de escuchar de repente rebuznar a lo bestia: I-AAAAAAANNNHHH!!! Miramos para la ventana alta y vemos asomar las enormes orejas de un burro que suele pastar en el cercao trasero de la parroquia. Yo asustado y los niños: "ah, sí, el burro de fulanito, etc." Jaja.

Y ¿qué me cuentas del suegro de Isidro? Tiene la cabeza ya el pobre un poco ida, y dice Anabel que ahora le ha dado por destrozar todo lo que su yerno va sembrando: patatas, etc. ¡Jejeje! ¿La venganza es un plato que se sirve frío?

Los miércoles doy la comunión a un grupo de mujeres mayores; la última, sobre la una, es Doña Pepa, la de la farmacia. Como se mueve ya mal, paso por la farmacia y su hija Mª José me da la llave de la casa; llego, abro con la llave, digo "ave María Purísima", ella comulga y luego devuelvo la llave entre recetas y cajas de paracetamol. Jajaja.

Si estoy en casa a lo mejor alguien pasa y me vende una mini-carta para una rifa de una troza de espárragos. ¡Pero es que un día hasta me tocó y tó! O escucho desde mi despacho las campanas como si estuvieran cluecas; al ir a la iglesia, Mari me dice que ya se ha vuelto a desatar el nudo que mantiene unida una de las dos cuerdas, que hay que llamar a Rafael para que lo arregle. Porque aquí repicamos con "tracción animal".

Hay días en que me paso por casa de Catalina. Es el único lugar del mundo donde te cortan el pelo, no te cobran y encima te invitan a desayunar. Las tostadas salen hacia mi plato sin conocimiento, como si fueran hojas de una fotocopiadora; yo le digo que solo quiero una, pero con Catalina ya se sabe. Sospecho que mi madre la tiene subcontratá.

Luego conduzco hacia nuestro Valle y, a medida que me acerco, voy entrando en una nube. Como si el cielo chocase con la sierra de San José y el pueblo estuviera siempre escondido en una humedad misteriosa. Y de ahí quizá a tomar una cerveza con los amigos. Y allí, Elvira, que es hija de Mª José la de la farmacia y nieta de Doña Pepa, cuando le reñimos por el pavo que tiene a sus 13 años, te suelta un desafiante: "¿y qué culpa tengo yo de estar tan tonta?" Jejejejeje!!!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es que somos unicos y autenticos